“Pasé de correr una milla al día a llevar un registro de entrenamiento en dos meses, y tenía tan sólo 11 años. Estaba muy emocionado, me metí en esto desde el principio. No era aceptado socialmente en secundaria. No me interesaba salir y disparar a las señales de tráfico y beber cerveza los fines de semana, no era parte de la escena social del instituto en absoluto. Correr era mi vía de escape”.
Una mirada íntima a un día en la vida del icónico Anton Krupicka, quien comparte sus pensamientos sobre su grave lesión, cómo fue crecer en su ciudad natal de Niobrara, Nebraska, y su lugar en la historia del ultra trail. Un atleta que ha llegado a apreciar las carreras de ultra distancia y todo lo que rodea a este tipo de pruebas, pero cuya motivación sigue siendo la conexión con el entorno natural y la exploración más allá de cualquier competición.
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