“Fue Horia el que me dijo que Iñaki estaba mal cuando llegué al campo 4. Sólo entonces supe que estaba grave. Iñaki no podía hablar con coherencia. Sonreía, pero era una sonrisa forzada. No podía apenas hablar. Tampoco podía moverse. Era evidente que la situación era complicada”.
Alexei Bolotov, uno de los héroes silenciosos que participó en el rescate de Iñaki Ochoa de Olza, nos dejaba el 15 de mayo de 2013 cuando se encontraba abriendo una nueva vía en la cara suroeste del Everest. Escalaba junto a Denis Urubko, y lo hacía en el estilo puro y auténtico en el que siempre creyó. “No sé cómo escribir esto. Alexéi Bolótov realizaba un descenso con cuerda. La cuerda se rompió tras desgastarse en un saliente de roca afilado. Bolótov cayó a una profundidad de 300 metros. Su muerte fue instantánea“.
Iniciado en el alpinismo bajo la dura exigencia soviética, su curriculum alpinístico es sobresaliente: dos Piolets d’Or por sus ascensiones al Makalu y la cara norte del Jannu, la primera ascensión al Lhotse Medio, Everest, K2, Thalay Sagar, Dhaulagiri, Cho Oyu, Manaslu, Kangchenjunga, Broad Peak… Pero, por encima de todo, destacaba por su manera de entender la montaña: “Lo que llaman gloria no aporta nada a un alpinista. Esto no es fútbol o tenis. Esto no da dinero. El éxito, en el sentido que se le suele dar a esa palabra, no existe para el alpinista. No vamos a las montañas en busca del éxito. Y mucho menos de la gloria”.
In memoriam