“Empezamos yendo de excursión con las alpargatas. De las alpargatas y del entorno de Montserrat y el Pirineo pasamos a los Alpes, ya con un material más apropiado, y de allí pasamos a los Andes, con la experiencia adquirida, y finalmente al Himalaya. No llegamos a hacer un ochomil de la noche a la mañana, sino que conseguimos hacer una actividad desde empezar con alpargatas, discretamente, con toda la prudencia en la montaña, hasta llegar, después de tantos años, a conseguir ascensiones en el Himalaya”.
Padres de la actual generación de alpinistas y escaladores. Dos grandes montañeros ligados a históricas ascensiones de los años 60 y 70 que sobresalieron por dar un gran paso más allá de nuestras fronteras. Culminaron, pero no se detuvieron ahí, una carrera alpinística superlativa en el Annapurna Este, primer ochomil español y además cima virgen, un 29 de abril de 1974. Josep Manuel Anglada y Jordi Pons son historia del montañismo. Marcaron una senda y apostaron por una carrera con los pies en el suelo, con valentía y determinación, no exenta de la prudencia debida que les llevó a lo más alto de manera progresiva. El Eiger, el Nevado Huascarán -primer seismil de una cordada española-, o el Istor-o-nal en el Hindu Kush -primer sietemil de una cordada española-, precedieron esa primera cumbre española en un ochomil. Una expedición que estuvo marcada por las malas condiciones meteorológicas en el tramo final, con intensas nevadas y varios aludes que forzaron a los escaladores catalanes a hollar la cumbre a las 9 de la noche, sin utilizar oxígeno suplementario.
En 2013, con ochenta años, el equipo de Al filo de lo imposible les anima a volver a escalar en la meca del alpinismo, allí donde llegaron la primera vez en motocicleta medio siglo antes con la vista puesta en el Dru y con un material muy precario para los estándares actuales. Toda una vida atándose a la misma cuerda. Sueños y anhelos. Vínculos inquebrantables. Pocas cordadas en el mundo pueden decir lo mismo.
“Yo no entiendo el alpinismo solitario, individual; por lo tanto, creo que el factor principal que me ha movido a mí siempre en las expediciones, sobre todo en el Himalaya, ha sido siempre con quienes he podido compartir dicha aventura. Sin mis compañeros, nunca yo habría hecho ninguna de las actividades que he hecho. El factor humano es tanto o más importante que el propio objetivo”.
