Patrick Gabarrou, en un ejercicio de admiración hacia los pioneros que intentaron franquear la impresionante mole de roca y hielo a inicios del siglo pasado, emprende una ascensión que le lleva a impregnarse profundamente del ambiente de la gran pared del alpinismo heroico y a experimentar, a pesar del equipo moderno, las dificultades que en su día atravesaron las cordadas que intentaron ascenderla por primera vez.
“Lo que es extraordinario cuando hacemos esta vía clásica del Eiger es ponerse en la piel de los primeros escaladores con el material de la época, muy básico o inexistente… algo verdaderamente sorprendente”.
En el camino a la cima, Gabarrou se encuentra con Robert Jasper, leyenda de la cara norte del Eiger con casi una veintena de rutas diferentes escaladas en ella. Una impresionante pared de 1.600 metros con innumerables pasajes que han puesto a prueba a los alpinistas más avezados a lo largo de los años y que han hecho de este ascenso una de las aventuras más dramáticas y épicas del siglo XX.