VERSIÓN EXTENDIDA

“Nací en 1939. Mi niñez y juventud fueron en la posguerra española, que fue muy dura. Además, mi familia era una familia muy pobre… A mí me gustaba mucho la naturaleza, no sé por qué, porque no tenía nada que ver con mi familia. A mi familia, en aquellos tiempos, lo único que les importaba era que comiésemos un poco todos los días… A los 14 años, en mis primeras vacaciones, ya como tapicero como mi padre y mi tío, pasé 15 días en La Pedriza junto a mi amigo Antonio Riaño. En aquel momento me dije: “este es mi mundo, esta es mi vida”. Al siguiente año fuimos a Guadarrama y, a partir de ahí, empecé a escalar. Estábamos muy entusiasmados con las cuerdas y todo lo que aquello significaba. Ahí me di cuenta de que ese era mi mundo. Yo he trabajado toda la vida como tapicero, pero había nacido alpinista”.

Todo un referente en la historia de nuestro alpinismo, Carlos Soria muestra su lado más humano en esta charla cercana con diferentes personajes anónimos y nos deja una vez más detalles de su enorme sensatez en la montaña y en la vida.

“El escalar, si sólo fuese subir cumbres, sería muy poco. Hay muchas vivencias a través de las escaladas: los viajes, conocer gente, conocer otras maneras de vivir, otras situaciones. Es mucho esto de la montaña, no es solamente llegar a la cumbre”.

Os dejamos aquí tanto la versión resumen como la extendida, con multitud de detalles y anécdotas personales adicionales.

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