“Empecé en rocódromo. Hubo una competición en mi pueblo, la vi y me apeteció probar. Después de eso, la primera vez que hice cuerda fue en un lugar muy pequeño de Gran Canaria. Pasé mucho miedo, me bloqueaba y no disfrutaba nada. Me dolían las manos, me apretaban los pies de gato… No entendía nada cómo la gente podía disfrutar con esto. Sin embargo, me di cuenta de que todo era un caos de emociones al terminar el día. Nada me había hecho sentir así. Todo era tan contradictorio que me hacía querer repetir. Me pasó de manera inconsciente. Seguí escalando y en un par de años empecé a disfrutar mucho. Entonces el miedo no era constante, ya no me bloqueaba. Imagino que aprendí a gestionarlo. Sólo tenía ganas de dedicarme a esto. Todo giraba en torno a escalar”.
Daila Ojeda es toda una institución de la escalada en nuestro país. Un ejemplo de superación de nuestros propios límites, en ocasiones, imaginarios. Cuando vio las fotos de Digital Crack, el 8a más alto de Francia y uno de los más altos del mundo, supo que tenía que probar esta vía bajo la atenta mirada del Mont Blanc y un entorno de alta montaña grandioso. Motivada por sus ganas de querer escalar algo distinto, tras hacer su primera vía de largos en Montserrat, la Directa de l’Amistat, intentar una vía deportiva alpina tan exigente como Digital Crack le parecía una progresión lógica. En junio de 2017, la grancanaria se sitúa por primera vez en la base de la pared con la intención de encadenar una de las vías más icónicas de los Alpes.
“La escalada te enseña las caras de ti mismo que ni siquiera conoces”.