En 1975 la mayor, mejor equipada y más experimentada expedición británica al Himalaya tenía como objetivo alcanzar la cumbre del Everest por la vía más dura y difícil: la cara suroeste, entonces no escalada y donde cinco expediciones anteriores habían fracasado.
Chris Bonington comandaba la partida tras la fallida experiencia de 1972, cuando su expedición se vio obligada a abandonar la empresa a 8.300 metros forzada por las malas condiciones meteorológicas. Ese revés llevó a Bonington a trabajar concienzudamente durante tres años para preparar el mejor equipo de hombres y de material que pudiera encontrarse. De esta manera, en 1975, con un presupuesto considerable y un formidable conjunto humano, compuesto por 18 montañeros con gran experiencia en himalayismo, entre los que estaban, Doug Scott, Chris Bonington, Hamish MacInnes, Peter Boardman, Martin Boysen, Paul Braithwaite, Mick Burke, Mike Cheney, Charles Clarke, Dave Clarke, Jim Duff, Nick Estcourt, Allen Fyffe, Adrian Gordon, Dougal Haston, Mike Rhodes, Ronnie Richards, Mike Thompson, Lt Mohan Pratap Gurung, Pertemba Sherpa, y un equipo de apoyo de 100 personas entre porteadores, conductores y cocineros de gran altura, se pudo abordar un segundo intento al sueño que venía acariciándose desde hacía tanto tiempo.