He escalado toda mi vida. Aunque nací en Fontainebleau, he vivido en Barcelona. Mis padres se trasladaron allí con mi hermana y conmigo por la increíble roca de esa zona de Cataluña. Desde los 14 años, iba muchas veces a Céüse, en el sureste de Francia, donde está la mejor roca caliza del mundo y vías muy largas. Es un lugar perfecto para encontrarse con amigos de toda la vida. Aunque mi familia era de escaladores, nunca me forzaron a realizar esta actividad, pues mi padre no quería que esto se interfiriera en nuestra relación. Eso sí, me dio un gran consejo: “Sé abierta y agradable como un buen compañero de escalada; escucha a tu cuerpo y no sólo a la cabeza; lucha por tu pasión y haz caso al fuego interior que mantiene la llama viva”.