Tras la gesta de Messner y Habeler en 1978, tan solo un puñado de montañeros había coronado el techo del mundo prescindiendo de la ayuda de oxígeno suplementario en los años sucesivos. En otoño de 1984, Tim Macartney-Snape, subiendo con botas de esquí de fondo como sustituto de sus botas de escalada de gran altitud que se habían perdido en una avalancha anterior, se convirtió en el 16º alpinista en lograrlo. Pero su amigo y cineasta Michael Dillon, lejos de quedar impresionado, le espetó: “Conseguiste algo bastante bueno, pero no lo hiciste del todo bien. La montaña se mide desde el nivel del mar, por lo que, para escalarla correctamente, tendrías que hacerlo partiendo desde el nivel del mar”.
En 1990, Macartney-Snape, obsesionado por esta idea de convertirse en el primer hombre en escalar íntegramente los 8.848 metros de altura del techo del mundo, decidió partir del golfo de Bengala, en la desembocadura del Ganges, y atravesar parte de la India, para luego subir a Nepal y alcanzar finalmente la cima del Everest. Un largo viaje durante el que surgirán mil peligros, enfermedades, accidentes y, por supuesto, la dificultad de afrontar, tras semanas de agotadora caminata, la ascensión a la cumbre más alta del mundo.
Esta obra maestra del cine de montaña, dirigida por la persona que cuestionó su proeza inicial, Michael Dillon, está impulsada por una energía contagiosa debida a la determinación fuera de lo común de Tim Macartney-Snape y a su inquebrantable voluntad de escalar el Everest por completo por primera vez en la historia. Un film excepcional con imágenes de una belleza inusual que nos llevan a través de la historia de una epopeya que no se ha vuelto a repetir. Una de las películas más premiadas en la historia del cine de montaña.
