Hoy en día, las fronteras que separan las diferentes actividades que pueden realizarse en la montaña son cada vez más difusas. ¿Es escalada o alpinismo una actividad que requiere el uso de material propio de la primera de estas diciplinas pero que supone progresar por terreno donde una caída no está permitida y que implica realizar pasos por distintos tipos de superficie como roca compacta, descompuesta, hielo o nieve? ¿Cuándo una actividad fast & light que busca alcanzar determinada cima en el menor tiempo posible y que supone alternar el uso de calzado para correr por la montaña con botas a las que se les tienen que acoplar unos crampones debe ser considerada trail running o alpinismo? Son preguntas cuya respuesta variaría en función de quien la diese. Y es que en nuestros días, muchas de las actividades que más llaman nuestra atención requieren un gran grado de polivalencia. Gary Ozeray, para salvar la distancia y las 15 cimas que van desde Annecy a Faverges, corrió, escaló y realizó algo más cercano al alpinismo en una progresión por ese terreno tan fascinante como es el que marcan las aristas, o crestas, que unen distintos picos. Tuvo que hacer uso de las cualidades atléticas que se le suponen a un corredor de montaña, de la técnica necesaria para subir paredes muy verticales que sólo tienen los escaladores más experimentados, y del conocimiento del terreno y de la calma, la determinación y la seguridad propia de un alpinista, en un ejercicio donde demostró unas aptitudes, y una actitud, polifacéticas propias de una gran versatilidad. La montaña es polivalencia.