“A veces la realidad supera a las expectativas”.
“Cuando te estas jugando unos buenos vuelos abriendo en libre la tensión se apodera de la situación, respirar y abstraerse de la posible caída es esencial”.
“A pesar de estar acostumbrados, nos sigue impresionando el vacío bajo nuestros pies”.
En 2020, junto a Kiko Cerda, los alpinistas alaveses abrían en los Picos de Europa Rayu, una exigente vía en cuya parte superior, a 500 metros del suelo, obliga a superar un enorme muro liso de 40 metros de longitud, con agarres ínfimos, en los que destacan varios de un solo dedo, que llevaron al trio a emplearse a fondo durante varios días. Con una dificultad de 8c, se trataba de uno de los largos más difíciles que se habían encontrado en una pared de estas dimensiones.
Cuatro años después vuelven a la cara sur de Peña Santa para abrir, tras jornadas maratonianas de más de 15 horas de escalada y duros vivacs en la pared, una línea futurista con una dificultad que podría llegar hasta el 9a+, lo que la situaría entre las más duras del mundo en su estilo.