La devoción es un concepto que se relaciona con el amor, el fervor y la veneración, al asociarse a la religión. En una búsqueda de este término en Internet, la mayoría de los resultados que la red arroja están enfocados precisamente a la religión. Y cuando no lo está, la Real Academia de la Lengua, por ejemplo, lo define como afición, entusiasmo o apego. El matiz en la diferencia es claro. Quizás sea por la herencia religiosa de este país, pues da la impresión de que las definiciones que se dan para lo divino tienen más fuerza que las empleadas cuando se acercan hacia este mundo más terrenal. No es lo mismo amor que afición, fervor que entusiasmo o veneración que predilección. Por supuesto que Jakob Schubert siente afición, entusiasmo y predilección por este deporte, pero también amor, fervor y veneración. Si no fuese de esta manera, difícilmente habría alcanzado los principales hitos de su carrera. En el palmarés de Jakob Schubert no sólo aparecen dos medallas olímpicas (Tokyo y París) o seis campeonatos del mundo (a los que se unen cuatro subcampeonatos y una tercera plaza en el podio), sino que también es el único escalador del mundo en haber alcanzado el grado máximo tanto en escalada deportiva, con B.I.G. -9c-, como en boulder, con Alphane -9a-, por lo que muchos dicen que es el escalador más fuerte del mundo. Sin duda, sin devoción por este mundo no lo habría logrado. Aunque ahora que lo pienso, quizás es que para Jakob la escalada sea su religión.