En un artículo publicado en el capítulo #02 de la segunda temporada de nuestra revista Kissthesnow, Kilian Jornet, en su serie sobre el esquí extremo en las grandes alturas, escribía: “2018 también vio como dos americanos, Jim Morrison y Hilaree Nelson, conseguían otro descenso que varias generaciones llevaban soñando. La dream line era el corredor del Lhotse. Desde que Jamie Laidlaw lo intentara hace 10 años, había atraído a una docena de esquiadores. Jim esquió desde la cima, efectuando un par de giros en la cornisa cimera, de más de 50°, donde Hilaree usó un pasamano antes de adentrarse al corredor, tan estrecho que sus esquís apenas pasaban sin tocar las paredes”.
La conclusión de este mismo artículo decía: “Si bien hoy en día sólo el Dhaulagiri, el Nanga Parbat, el Makalu y el Kanchenjunga no han sido esquiados desde la cima, aún quedan grandes líneas por esquiar en las alturas. Las futuras generaciones miran el Hornbein o la sur del Shisha Pangma con ojos brillantes soñando poner sus espátulas en ellas. O en tantas otras líneas que dibujan estas montañas esperando que la visión de algún esquiador vea en ellas la posibilidad de ser esquiadas. Serán alpinistas pacientes que sólo con un gran descenso podrán saciar la sed que genera en los esquiadores la larga espera y el largo camino que tienen que recorrer antes de poderse deslizar por la altura extrema. Seguramente esquiar las alturas es la forma más complicada y lenta de ir a buscar un gran descenso con esquís. Pero es precisamente por esto por lo que deja una huella tan profunda”.