“Escalé el Everest 21 veces, pero eso no se lo desearía a nadie”.
Es tradición entre los sherpas ponerle a sus hijos el nombre del día de la semana en el que nacen. Pocos se llaman de manera diferente. A la edad de tres meses, un niño llamado Lhakpa y su madre fueron atrapados por una avalancha. Después de varias horas de búsqueda desesperada entre los restos, la madre encontró milagrosamente al niño con vida. Visitaron entonces inmediatamente al Lama para rezar y dar gracias. Él lo rebautizó como Apa, que significa “amado por todos”.
Cada primavera, la cumbre del Everest atrae a personas de todo el mundo. Pero a su sombra viven los sherpas, un pueblo resiliente y religioso que, a pesar de las abundantes riquezas que rodean al pico más alto de la tierra, sigue siendo bastante pobre y sin educación.
Apa Sherpa escaló el Everest 21 veces. A los 12 años comenzó su trabajo como porteador de altura, alejado de su familia durante meses, arriesgando su vida en la montaña en busca de algo de dinero. Hoy día trabaja por un futuro diferente para su pueblo. “Sin educación no tenemos elección”.