En este año, en 2023, LOWA, la marca de calzado que es hoy una referencia en todo el mundo, cumple 100 años. Poco podía imaginar su fundador, LOrenz WAgner, que aquel negocio familiar que comenzaba a operar en Jetzendorf (Alemania), en unas instalaciones de poco más de 15 metros cuadrados, se convertiría en lo que es hoy en día, más si pensamos que sólo seis años más tarde estallaría el crac del 29, al que seguiría 10 años después el inicio de la II Guerra Mundial. Más cercana a nuestros días, podríamos hablar de la crisis originada en 2020 por un virus cuyo origen parece que estuvo en la ciudad de Wuham, en China. O de la crisis financiera de 2008, representada en la quiebra de Lehman Brothers. O en la de los años 70 del pasado siglo. Si nos documentamos, no nos costaría encontrar muchísimos otros ejemplos de períodos convulsos a los que sólo las empresas con los cimientos más estables pueden sobrevivir.
Puede que en el párrafo anterior haya alguna imprecisión. No es importante. Lo que me gustaría resaltar es que LOWA ha tenido que sobreponerse a las dificultades propias de un siglo de existencia. Reinventarse, buscar vías alternativas para alcanzar sus objetivos, saber esperar el momento oportuno, tomar decisiones en condiciones de incertidumbre total, arriesgarse sabiendo que en muchas ocasiones alcanzar determinado punto no depende de uno mismo… Es, en definitiva, un ejercicio de supervivencia, quizás no tan diferente al que puede vivir un solitario alpinista cuando trata de hollar una cumbre desconocida enfrentándose a condiciones técnicas y meteorológicas extremadamente adversas.