“Siempre me gustó observar las montañas, intentar descifrar cómo se han formado, cómo han llegado a ser como son, viendo cómo se pone el sol tras ellas o cómo el viento mueve la nieve. No hay dos iguales. Una montaña vista en otro momento ya no será la misma. Según por dónde entre la luz del sol, o según cómo se haya acumulado la nieve, la montaña se nos mostrará de distinta manera. Bañadas por la cálida luz del atardecer o asomando entre las nieblas, pueden mostrarse acogedoras o temibles. Nos pueden hacer creer que somos parte de ellas o advertirnos de lo pequeños que somos. Nos hacen aflorar sentimientos como en ningún otro lugar. Cuando fotografío escenas de ski y snowboard intento que en la imagen final tenga tanta importancia la acción que está ejecutando el rider, como el entorno paisajístico en el que se está desarrollando. No hace falta que esté saltando una roca de ocho metros o que esté haciendo un truco complicadísimo en el aire. Muchas veces menos es más, y un giro elegante en nieve polvo con una buena estela en un rincón con encanto y buena luz es la mejor escena que podrías encontrarte delante del objetivo.”