La victoria estuvo en saber verlo, en la experiencia de saber abrazar la renuncia para que hoy en día, casi 12 años después, estén aún con nosotros, algo que no parece tan obvio viendo los trágicos acontecimientos sucedidos durante este verano en el que hemos tenido que decir adiós a dos de los máximos exponentes del alpinismo mundial como son Kazuya Hiraide y Kenro Nakajima, entre muchos otros.
“El hecho de que, después de haberlo dado todo, no hayamos podido concluir con la cumbre no puede calificarse, desde nuestro punto de vista, como una derrota, sino como un resultado más que posible dentro de lo ambicioso del proyecto. Después de dos días de durísimo descenso, y a falta de unos pocos rápeles para pisar tierra firme, Mikel me confirmaba con un comentario lo que yo ya llevaba tiempo pensando: “¡Buff…! No se pueden hacer muchas de éstas si se quiere llegar a viejo, ¿eh?”. Con esta frase resumía perfectamente la diferencia que existe entre escalar de forma tradicional o en alpino, y la exigencia y compromiso que exige esta última modalidad. No quiero excusar que no vayamos a realizar más intentos, sino tratar de explicar que hacerlo de esta forma exige un esfuerzo físico y mental muy superior a cualquier otra manera de escalar, incluso en vías más duras técnicamente”.