El otro día mientras se celebraba esa prueba deportiva que llena las calles de mi pueblo, oí a alguien referirse a mí como la “Escalera hacia el Cielo”. Para ser más exactos, el término que utilizó fue “Starway to Heaven”, como la mítica canción de Led Zeppelin, ya que, por su aspecto, parecía ser alguien de más allá de nuestras fronteras.
Estoy ubicada en Les Useres, en carrer Freginal, justo antes de llegar a la Plaza de Sant Antoni, donde unos cuantos locos sitúan un avituallamiento de una carrera que se celebra desde hace ya 25 años, Asics Penyagolosa Trails, que toma su nombre de la montaña más emblemática de la provincia de Castellón.
Muchos podríais decir que nosotras, las escaleras, no tenemos sentimientos. Puede que sea así con la mayoría de estas construcciones, pero, en mi caso, os aseguro que no es verdad. Desde hace tiempo, probablemente por contagio, yo sí que los tengo. No recuerdo bien cuándo comencé a emocionarme como si fuera un ser humano más de los que buscan un hueco entre mis escalones para ver pasar a cientos de corredores. Supongo que fue poco a poco, pero la realidad es que cada año, un día de la segunda mitad del mes de abril, sobre las 08:40 de la mañana, entro en un estado de emoción que no es diferente al del público que se ubica en mí y al de los corredores que me transitan buscando hacer realidad sus sueños.