“Elegí la libertad como compañera de viaje y
ella no sabe de ternura y soledad.
El precio de la libertad es la soledad,
y el precio de ser pájaro la esclavitud del viento…”
Cuando alguien desaparece joven su imagen queda congelada en el tiempo para siempre, es alguien que no envejece, mientras en los demás el tiempo va dejando las huellas de su paso. Miriam murió joven, demasiado.
Incapaz de quedarse quieta, se convirtió en toda una referencia de la escalada femenina de alta dificultad. Vivía por y para este deporte. Fue la mujer que más grandes rutas coleccionó en El Capitán. Su personalidad, impulsada en todo momento por una determinación absoluta por ser libre, era arrolladora. Las dificultades del camino nunca le fueron obstáculo alguno para poner freno a sus sueños: esos que le interesaban incluso más que ser feliz.
“Nací con una estrella que me obliga a navegar, esa es mi maldición”.
La evolución de la mentalidad y de la técnica en los 80 hicieron posible unas escaladas que poco antes parecían imposibles de realizar, fuera de todo alcance, pero no fueron las dificultades las que cambiaron sino la visión que se tenían de ellas y de nosotros mismos.
Alguien, alguna vez, la llamó cornisa sublime, pero el Verdon es más: cada roca, cada árbol, cada elemento que lo conforma encuentra un lugar que hace sentir al hombre su pequeñez ante la visión de este cañón, violento, intenso, salvaje, de perfiles eminentes. Un lugar privilegiado para la escalada. Soberbias paredes verticales testigos de las emociones de toda una generación de pioneros.
Un pequeño rincón del paraíso es un enorme documental de escalada que transcurre en las gargantas del Verdon en el que Miriam García Pascual y Mónica Serentill dejan destellos de su inmensa categoría. Dirigido por Sebastián Álvaro en 1989 y producido por RTVE, forma parte de la siempre sorprendente serie Al filo de lo imposible.