Durante más de 20 años, la alpinista catalana ha acumulado enormes gestas escalando grandes paredes en solitario por todo el globo. Alaska, Canadá, Chile, India, Mali, Pakistán o Perú esconden algunos de los sorprendentes escenarios donde Silvia Vidal ha dejado su impronta en paredes, en muchos casos, nunca antes ascendidas. Inflexible con su propio código ético, se acerca a estos escenarios remotos sola, a menudo en autonomía total, sin GPS, sin partes meteorológicos, sin forma alguna de comunicación con el mundo exterior. Su deseo es centrarse al 100% en sus ascensiones sin ser perturbada.
Esta manera de entender la montaña exige una elevada dosis de valentía y una resistencia fuera de lo común ya que conlleva un trabajo extremadamente laborioso y agotador. En 2010, para la vía Naufragi en el Kailash Parbat situado en el valle de Kinnaur, en la India, empleó 25 días colgada en la pared bajo la incesante lluvia monzónica. En 2012, en la Patagonia chilena, tras fijar los primeros 350 metros hasta lo que sería el campo 1 de pared, permaneció 32 días colgada en la pared Serranía Avalancha en solitario y casi dos meses en una zona salvaje alejada de todo rastro humano. Más allá aún fue en Alaska, donde la aproximación a la cara oeste de Xanadu le llevó 36 días porteando acumulando un total de 540 kilómetros para una ascensión de 17 días y una nueva vía bautizada Un pas més. Todo ello en estilo cápsula, sin bajar de la pared. El tiempo y el espacio es diferente para ella. Silvia es definitivamente una alpinista aparte.