The Alpinist. Marc-André Leclerc

Exclusive Clip. A Great Dance

Dirección: ---

Canal: Dogwoof

Año: 2021 | Duración: 01:44

Video+alpinismo

Absolutamente despierto, absolutamente vivo, recibiendo cualquier tipo de impulso que le llega y reaccionando de manera prácticamente instintiva. Es un gran baile”. Así define el alpinista canadiense Barry Blanchard la manera de escalar y de entender el alpinismo de Marc-André Leclerc.

Él era diferente. No encajaba en un mundo en que todo está parametrizado. No estaba hecho para las convenciones, ni para las reglas, ni para los muros. Diagnosticado de niño con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad, Marc-André Leclerc encontró refugio en los libros de aventuras y más tarde, inspirado por sus lecturas, en las montañas y en el alpinismo. Un mundo que le ofrecía máxima libertad para ser quien era, sin límites, salvaje.

¿Genialidad o locura? Sin duda personaje único y controvertido. La pureza y evolución más grande del alpinismo de los últimos años. Mirar una montaña y escalarla, con tu conocimiento, con tus manos, sin cuerdas, en solitario, en invierno. Pocas veces se ha visto una pureza tal. Una visión tan única y tan extraña que parece ciencia ficción.

Su modo de entender la vida y el alpinismo lo mantuvo alejado de los focos. Sin teléfono móvil y prácticamente sin actividad en redes sociales. Haciendo simplemente lo que amaba. Sin venderse. Marc-André, uno de los mayores alpinistas de nuestros tiempos, permanecía en el anonimato. Una reminiscencia de lo que la generación hippie hizo suyo: el Camp 4 de Yosemite. Una generación inadaptada que quería por encima de todo escalar, más allá de sus patrocinadores y sus egos. Una personalidad difícil de seguir incluso para el equipo de cámaras dirigidos por el director Peter Mortimer, artífice también de Valley Uprising y Dawn Wall, que veían como Marc-André se les escapaba una y otra vez alegando que si uno es escalador de solos no puede ir rodeado de cámaras, porque si no no estaría solo en la montaña y la experiencia no sería la misma.

Leclerc superó los límites de lo que era posible en las montañas una y otra vez, y trascendió el alpinismo convencional con sus audaces ascensiones sin cuerda en algunas de las paredes más famosas del mundo. Este joven escalador canadiense se anotó el primer ascenso en solo invernal a la imponente Torre Egger en Patagonia, el primer ascenso en solo del Cerro Torre por la ruta Corkscrew y el primer ascenso en solo del Mount Robson por la vía Infinite Patience, entre otras.

Marc-André Leclerc falleció haciendo lo que más le gustaba en compañía de Ryan Johnson en marzo de 2018. Los dos alpinistas venían de anotarse el primer ascenso de la cara norte de la torre principal de Mendelhall Towers, en Alaska, cuando una avalancha sepultó sus sueños en el descenso. Tenía 25 años y desaparecía prácticamente en el anonimato dejando tras de sí un legado que será difícil de igualar. Sin duda pasarán décadas hasta que un alpinista sea capaz de lograr todo lo que este canadiense hizo en solitario.

Uno de los sentimientos más especiales que una persona puede experimentar es sentirse tan pequeño en un mundo que es tan grande”. Marc-André Leclerc

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Absolutamente despierto, absolutamente vivo, recibiendo cualquier tipo de impulso que le llega y reaccionando de manera prácticamente instintiva. Es un gran baile”. Así define el alpinista canadiense Barry Blanchard la manera de escalar y de entender el alpinismo de Marc-André Leclerc.

Él era diferente. No encajaba en un mundo en que todo está parametrizado. No estaba hecho para las convenciones, ni para las reglas, ni para los muros. Diagnosticado de niño con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad, Marc-André Leclerc encontró refugio en los libros de aventuras y más tarde, inspirado por sus lecturas, en las montañas y en el alpinismo. Un mundo que le ofrecía máxima libertad para ser quien era, sin límites, salvaje.

¿Genialidad o locura? Sin duda personaje único y controvertido. La pureza y evolución más grande del alpinismo de los últimos años. Mirar una montaña y escalarla, con tu conocimiento, con tus manos, sin cuerdas, en solitario, en invierno. Pocas veces se ha visto una pureza tal. Una visión tan única y tan extraña que parece ciencia ficción.

Su modo de entender la vida y el alpinismo lo mantuvo alejado de los focos. Sin teléfono móvil y prácticamente sin actividad en redes sociales. Haciendo simplemente lo que amaba. Sin venderse. Marc-André, uno de los mayores alpinistas de nuestros tiempos, permanecía en el anonimato. Una reminiscencia de lo que la generación hippie hizo suyo: el Camp 4 de Yosemite. Una generación inadaptada que quería por encima de todo escalar, más allá de sus patrocinadores y sus egos. Una personalidad difícil de seguir incluso para el equipo de cámaras dirigidos por el director Peter Mortimer, artífice también de Valley Uprising y Dawn Wall, que veían como Marc-André se les escapaba una y otra vez alegando que si uno es escalador de solos no puede ir rodeado de cámaras, porque si no no estaría solo en la montaña y la experiencia no sería la misma.

Leclerc superó los límites de lo que era posible en las montañas una y otra vez, y trascendió el alpinismo convencional con sus audaces ascensiones sin cuerda en algunas de las paredes más famosas del mundo. Este joven escalador canadiense se anotó el primer ascenso en solo invernal a la imponente Torre Egger en Patagonia, el primer ascenso en solo del Cerro Torre por la ruta Corkscrew y el primer ascenso en solo del Mount Robson por la vía Infinite Patience, entre otras.

Marc-André Leclerc falleció haciendo lo que más le gustaba en compañía de Ryan Johnson en marzo de 2018. Los dos alpinistas venían de anotarse el primer ascenso de la cara norte de la torre principal de Mendelhall Towers, en Alaska, cuando una avalancha sepultó sus sueños en el descenso. Tenía 25 años y desaparecía prácticamente en el anonimato dejando tras de sí un legado que será difícil de igualar. Sin duda pasarán décadas hasta que un alpinista sea capaz de lograr todo lo que este canadiense hizo en solitario.

Uno de los sentimientos más especiales que una persona puede experimentar es sentirse tan pequeño en un mundo que es tan grande”. Marc-André Leclerc

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