10 Ene Maite Maiora. Prohibido rendirse.
Texto: Kissthemountain | Fotografía: Fotoiosu Photography
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Esta temporada ha sido una de las mejores de mi vida no sólo a nivel de títulos o puestos en carrera, sino a nivel emocional. Ha sido un año buenísimo con unos viajes fantásticos. Como siempre digo, parece que se han alineado todos los astros. Pero no todos los años han sido como éste. Mi vida deportiva ha sido muy agridulce. Ha sido como una ola. Ahora estoy aquí arriba, ahora abajo. He estado de hecho muy hundida también.
De todas las lesiones que he sufrido, la peor fue la fractura por estrés en el fémur. Coincidió con una operación de hombro. Fue horrible porque al principio no sabíamos lo que era. El dolor que tenía en la carrera lo achacaba a la postura del hombro. Llegué a pensar que no iba a poder correr en la vida. También pensaba que si eso ocurría, lo haría en bici o como fuera, que seguiría en el deporte, pero lo cierto es que empezaba a olvidar lo de correr”.
Cuando en Marzo de 2016, en una cafetería de Elgoibar, charlábamos con Maite sobre su grave lesión de rotura por estrés del fémur, ella sólo contemplaba volver a ponerse el dorsal de su carrera más preciada: Zegama Aizkorri. Llevaba varios meses parada y aún le quedaban unas semanas. Ya sabía que estaba a punto de salir de aquella pesadilla en la que nos contaba que lo peor había sido la incertidumbre de no saber qué era lo que le provocaba esos terribles dolores, y sobre todo el no saber si sería capaz de volver a correr de nuevo. Poco más de un año y medio después, Maite puede mirar una temporada en la que se ha proclamado campeona de la Copa del Mundo Extreme (ISF World Series), campeona de la Copa del Mundo Overall (ISF World Series), ganadora de, entre otras, Zegama Aizkorri Maratoia, Ultra Pirineu, Tromso Skyrace, Royal Ultra Skymarathon Gran Paradiso, Livigno Skymarathon, Kv de Fuente Dé, KV Arredondo (Campeonato de España) o Kilimon Trail; subcampeona en la CCC (UTMB), en Ibiza Trail Marathon, y en el KV de Zegama; o tercera en Red Bull K3. Realmente espectacular.
“De las lesiones he aprendido a tomarme las cosas de otra manera. Antes, cuando me lesionaba, me lo tomaba fatal y pensaba que esas cosas sólo me pasaban a mí. Hoy en día me doy cuenta de que no, y cuando me dicen que tengo que parar por una lesión, empiezo a pensar en cómo puedo solucionarlo y miro hacia adelante”.
Me atrevería a decir que estas palabras de Maite son consecuencia de aquella lesión que comentábamos en Elgoibar. No le quedó otro remedio. Lo pasó realmente mal. “Perdí un autobús porque no era capaz de correr. Me quedé mirándolo. El autobús estaba ahí en la parada y… No sé, si corres un poquito te ve y para, pero yo no podía. ¡Agur!”. Esta anécdota nos la contaba con una sonrisa en la cara. Pero no era de felicidad, sino de esas que surgen tras haberlo pasado realmente mal y ver que el final está ya cerca. A Maite no le ha quedado más remedio que madurar deportivamente hablando a base de enormes altibajos. Ese proceso de aceptación de la lesión y búsqueda inmediata de soluciones es sin duda el que atraviesan las personas con una gran fuerza y coraje, como titulábamos aquel artículo de Abril de 2016.
“A nivel mental necesito mucha energía positiva y a alguien a mi lado como Iosu. Por mi sola, sería muy difícil. Creo que no tengo esa fuerza”.
Maite se refiere a su pareja. Iosu Juaristi es optimista. O al menos trata de aparentarlo. Este año en Ultra Pirineu, sentado junto a él en la línea de meta esperando a Maite, se le veía nervioso. Mucho. Todo el mundo le comentaba que la distancia de Maite con respecto a Nuria Picas iba aumentando, pero él no iba a estar tranquilo hasta que apareció ella con una gran sonrisa, rompiendo la cinta y señalándole con el dedo para decirle que esa victoria también era de él. Maite encuentra mucho apoyo en Iosu. Recuerdo que antes de ir a Elgoibar en 2016, él colgaba una foto en sus redes sociales en la que Maite, etiquetada, salía a entrenar en bici. Iosu, trataba de sacar todo su humor para que su chica riese a pesar de no poder correr.
“El hecho de haber tenido estas lesiones, a nivel deportivo, me hace estar más tranquila y tener más calma. Sé que el hecho de estar en la línea de salida es bastante triunfo y que a partir de ahí, lo que venga bienvenido será”.
Quien conoce un poco a Maite, sabe que esto no son palabras vacías. Ella parece ir poco a poco. Disfruta de cada éxito pues sabe que la suerte, o la mala suerte mejor dicho, puede cambiar en cualquier momento en forma de lesión. En Mayo de 2016 fui a Zegama. Maite pudo ponerse un dorsal como pronosticó en aquella cafetería. Corrió el vertical y lo ganó. En meta, cuando me vio, me dijo: “¡Ves Juanmi! Poco a poco. Te dije que correría el vertical y aquí estoy”. Para colmo, había ganado.
“Después de todo lo que he pasado, un amigo me regaló unas pulseras donde pone “prohibido rendirse”. Este año, cuando he tenido momentos flojos o cuando he estado a punto de lesionarme, las he mirado y me lo he tomado como algo propio. Esa es mi frase para siempre”.
No hace falta que nos lo prometas, Maite. Mucha fuerza. Y coraje, campeona del Mundo.