17 Jun Álvaro Lafuente. Mirando al futuro.
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esde que tiene uso de razón se ve dando vueltas por el monte. Recuerdos fugaces de estar deslizando con cuatro años encima de unos esquís en Candanchú o andando por el valle de Benasque y otros rincones pirenaicos con sus padres. Creció y se formó con la llamada de la montaña, ese sentimiento que a todos los que amamos explorar en la naturaleza nos cuesta explicar, pero que está ahí, muy presente.
Largas horas de entrenamientos, muchas vías de escalada, hielo y alpinismo. Años de competición, centros de tecnificación de escalada deportiva, esquí de montaña y actualmente alpinismo siguen haciendo mejorar a este inquieto escalador que no olvida sus orígenes ni los valores que le mueven a seguir luchando por lo que quiere. A sus 23 años transmite ganas de escalar, aprender y seguir descubriendo mundo pero sin perder de vista los demás ámbitos de la vida. De hecho, es estudiante de Medicina ya en prácticas. Humildad, esfuerzo, compañerismo y evolución.
Texto: Alex Colomina | Kissthemountain.
Kissthemountain: Álvaro, estamos encantados de charlar contigo. Tenemos ganas de que nos cuentes tus inicios y cómo recuerdas tu infancia vinculada a la montaña.
Álvaro Lafuente: Yo soy de Zaragoza. Mis padres siempre me han llevado a la montaña a pasear por lagos y caminos. Mi padre escalaba algo. Hizo el Pisón y otras actividades cuando rapelaban con la cuerda al hombro. Me llevó con él y me gustó. Todo esto lo hacíamos por el valle de Benasque. Íbamos mucho allí. Tengo recuerdos de esquiar siendo un enano entre las piernas de mi padre. Estuve un tiempo escalando esporádicamente con seis años y a los siete quise aprender más. Fue cuando empecé en la escuela de escalada. Iba a los juegos escolares, pero a mí nunca me gustaron mucho las competiciones, prefería estar por el monte.
K: ¿Cómo fue tu relación con las competiciones? Aunque no te motivaran especialmente, sí que te exigías.
A: En los inicios no se me daban nada bien, pero luego empecé a hacer podios. Aunque quedara el primero en estos eventos, no se convertía en aliciente para ir a las competiciones. No me llenaban. No buscaba el reconocimiento y prefería evolucionar como escalador y salir a la montaña, mejorar, pero para mí. Luego me metí en el centro de tecnificación de escalada y empecé a ir a los campeonatos de España de dificultad. Lo dejé a los 17 años porque ya estaba cansado de competir.
K: Pero sí que te gusta ir a los rallyes de escalada.
A: Hasta los 18 años no podía hacer los rallyes de escalada de 12 horas, así que tuve que esperar a ser mayor de edad. Creo que la importancia competitiva es relativa en este tipo de eventos. Tampoco hay un gran reconocimiento por la victoria. Los consideramos más como un evento social, una excusa para juntarse. Suponen más un reto personal. Hay un pique sano, pero como te digo, no te los llegas a tomar como una competición. A las competiciones de escalada de dificultad van los mejores de España a medirse las fuerzas unos con otros, pero en los rallyes a final va quien quiere, con el compañero que elige, y ese efecto de comparación, de competición, no existe. Compartes la aventura con un amigo y eso es totalmente distinto a las competiciones individuales.
El compañerismo, la cordada. Unirte a alguien con una cuerda. La persona con la que más vivencias tienes, con quién mas sentimientos puedes compartir en ese momento. La esencia del alpinismo. Álvaro sabe de la importancia del compañero, y como escalador y alpinista prematuro tiene dificultades para encontrarlos de su nivel. Siendo menor de edad tenía el nivel de gente experimentada y empezó a salir con compañeros mucho mayores que él. Esto suponía la parte buena de seguir aprendiendo de otros con más experiencia, pero también había momentos en los que esos escaladores tenían otras prioridades, y a ese chaval joven, con ansias de comerse el mundo, le costaba encontrar con quien compartir aventuras. Álvaro perdió durante un tiempo la motivación por el alpinismo por no saber con quién compartir sus anhelos, y por eso se centró mucho más en la escalada en roca.
K: La llamada de la montaña. ¿Qué sentimientos te evoca estar allí?
A: Difícil de explicar. Yo de niño quería estar en la montaña, y escalar era una manera de darle una vuelta de rosca. Si vas a un pico, en lugar de subir por la normal prefería subir por un sitio más entretenido, que fuera más salvaje. A día de hoy, es mi vida, me he criado mucho en la montaña y es la necesidad de estar allí, de sentir lo que te aporta. Y eso es algo muy personal. A cada persona, según lo que busca en ella, le puede evocar unos sentimientos u otros. Para mi es una llamada que no se puede describir y es una respuesta que damos la mayoría a pesar de no explicar nada ni de resolver la pregunta.
K: Siempre me gusta hablar de este tema, al ser algo muy subjetivo las respuestas son muy variadas. Aún así, a la gente le llama lo salvaje, la exploración, la calma, el sentirse parte del planeta Tierra. Y luego está la vertiente de la superación personal, de querer ir más allá, de hacerlo más largo, más difícil o más nuevo. Cada persona vive su disciplina a su manera.
A: Cada persona busca lo suyo, tiene sus metas y va esforzándose por cumplirlas. Parece absurdo, o lo típico, lo que todos dicen, pero al final es llenar tu vida con lo que te motiva. Luchar por tus sueños. Hay gente más motivada en actividades extremas, en las que te juegas la vida, y otros en darse un paseo por el bosque, o subir a un monte que sólo tenga una trepada fácil. Todos buscamos una experiencia única e intima. Lo bueno es que hay sitio para todos.
Actividades extremas. El miedo. La gestión del riesgo. Álvaro cree en las sensaciones. El estado anímico de una persona afecta mucho al miedo. Una persona, cuando está equilibrada, con su vida ordenada y sin problemas emocionales, se puede centrar al cien por cien en lo que hace en ese momento. Si vas a hacer un paso muy difícil, tu mente está ahí a tope y estás motivado para darlo, para luchar por ello. Si la cabeza divaga o está en otro sitio, con problemas, a la mínima dejarás ese paso para otra ocasión. Álvaro consigue obviar el miedo objetivo de una actividad. Sin pensar en caerse, con motivación y ganas. Aún así siempre hay un límite, un paso inhumano o excesivamente peligroso en el que hay que saber decir que no. La escalada requiere valentía y templanza, pero también saber dónde está el límite para no jugar demasiado en la frontera.
“Yo de niño quería estar en la montaña, y escalar era una manera de darle una vuelta de rosca. Si vas a un pico, en lugar de subir por la normal prefería subir por un sitio más entretenido, que fuera más salvaje. A día de hoy, es mi vida, me he criado mucho en la montaña y es la necesidad de estar allí, de sentir lo que te aporta”.
K: ¿Cuál es tu disciplina favorita en el mundo de la montaña? Aunque sea algo que va por momentos siempre hay actividades que motivan más que otras.
A: En mi trayectoria deportiva ha habido muchas fases, y espero que siga siendo así. Desde los 15 a los 19 tuve unos años en los que hacía mucho alpinismo, a nivel local, porque no podía moverme lejos. Estaba muy motivado. Mi pasión era ser alpinista, y lo sigue siendo. Luego empecé la carrera, tenía que estudiar y no podía estar a tope físicamente, así que había actividades que no podía hacer. Además, por una cuestión de edad, tenía dificultades para encontrar gente con la que hacerlas. En ese momento, para mí lo fácil fue tirarme a la escalada deportiva. Me permitía seguir mejorando y disfrutando de la montaña, de otra manera, pero igualmente me hacía feliz. Fueron unos años de hacer mucha deportiva y varios viajes de vía larga, sin dejar de escalar en hielo. Ahora, como ya acabo la carrera y estoy en prácticas, me vuelven a llamar las actividades más alpinas.
K: ¿Qué te han aportado todos los años en centros de tecnificación? Estuviste en escalada deportiva, esquí de montaña un tiempo y actualmente sigues con los de alpinismo.
A: Muchas vivencias personales, viajes, conocer mucha gente. Sobre todo en el de escalada deportiva, ya que era muy joven. Aprendes, te forman y te llevas muchas collejas. Te equivocas y todo esto sirve para el futuro. A nivel personal mucho, a lo mejor menos a nivel técnico, porque creo que como más se aprende es saliendo a la montaña a hacer actividad. Agradezco mucho estar ahí, comparar maniobras con la gente, aprender del resto y compartir aventuras. Doy las gracias a la Federación de Aragón por haberme dado esta oportunidad. Espero que sigan apostando por la tecnificación. Ahora estamos un grupo potente y estoy esperanzado.
K: Hablando de viajes… Creo que estuviste hace poco escalando por Estados Unidos.
A: En Estados Unidos escalé algo, aunque estuve bastantes días con anginas. De ellos deberíamos aprender en algunos aspectos. Los accesos a los espacios naturales están muy bien, con baños, información, aparcamientos y límites de entrada a los parques nacionales. Me gusta mucho viajar, intento hacer siempre uno en verano y otro en invierno, para escalar y para hielo.
Evolución. Las fases de la vida. Abrir nuevas etapas. Competición en la infancia, alpinismo en la adolescencia, estudios de Medicina. Hay épocas para todo. Escalas, entrenas, descubres una cosa, otra nueva. Vas creciendo y teniendo más responsabilidades. Es idílico pensar en seguir tu pasión, pero también una gran muestra de madurez hacerlo en el más allá, en tu vocación. El futuro depara nuevos retos, mundos por descubrir que nos obligan a una continua evolución, a la imparable rueda del tiempo en un planeta que no para de girar.
K: ¿Qué significa para ti la ayuda de La Sportiva después de tantos años?
A: La Sportiva fue uno de mis primeros sponsors. Empecé mi relación con ellos a los 15 años. Estoy encantadísimo y muy agradecido desde el primer momento. Este año he empezado también con la ropa, con el total look y es genial. Es un apoyo muy importante. Para mí La Sportiva desde siempre ha sido la mejor marca de pies de gato del mundo, y cuando me dijeron que estaban interesados en patrocinarme no me lo podía ni creer.
K: Hablando de tiempo, ¿cómo te ves dentro de unos años?
A: Ahora quiero acabar la carrera y especializarme en medicina de familia y urgencias, sobre todo orientado a la medicina extra hospitalaria, ambulancia y helicóptero, el del 112, pero a saber dónde acabo. Se trata de intentar compaginar todo para hacer las cosas lo mejor posible y lograr cumplir todo lo que te propongas. La vida es algo más que escalada y montañas: novia, amigos, risas y otros deportes que me gustaría conocer en el futuro.
“La Sportiva fue uno de mis primeros sponsors. Empecé mi relación con ellos a los 15 años. Estoy encantadísimo y muy agradecido desde el primer momento. Este año he empezado también con la ropa, con el total look y es genial. Es un apoyo muy importante”.
K: ¿Proyectos alpinísticos futuros? Sabemos que en breve tienes un viaje a Andes. ¿Qué te ilusiona a corto y medio plazo?
A: A lo de Perú me apunté a última hora y voy al final con un amigo del centro de tecnificación. La idea no es realizar ninguna gran actividad sino hacer vías por allí sobre la marcha y compartir con amigos. Perú es un sitio ideal para eso, para vivir experiencias y conocer gente que es con lo que te quedas. Si miro mas allá, el año que viene empiezo a hacer el MIR y voy a estar jodido, así que lo de la escalada se quedará un tiempo en segundo plano. Después, claro, lo retomaré y me gustaría ir a Banff [Montañas Rocosas canadienses]. Es uno de mis sueños. La Patagonia no me llama tanto por ahora. El Himalaya tampoco, aunque algún día iré. Alaska también me atrae mucho.
K: ¿Cómo ha sido este invierno de hielo? Ha sido una temporada con malas condiciones. ¿Has podido hacer algo?
A: Estuve escalando en Dolomitas. En el Pirineo, a final de temporada, por ejemplo en Gavarnie, sí que hubo bastantes condiciones. Esos días estaba plagado de gente. Igual 40 cordadas en el circo. Fueron pocos días, pero con temperaturas perfectas y fines de semana de buen tiempo. A las 5 de la mañana, cuatro o cinco cordadas ya escalando en el primer largo. Con Manu Córdova intentamos hacer los tres muros en el día pero él arrastraba molestias en la rodilla y no pudo ser.
K: Con tu prematura trayectoria y las experiencias vividas, ¿qué le dirías a un joven de 10 o 12 años que está empezando muy motivado en este mundo de la escalada?
A: Le diría que tiene que ser humilde, saber lo que quiere hacer en cada momento y por supuesto luchar por ello. Intentar conseguir por todos los medios el material, buenos compañeros y saber que todo llega si uno lo intenta. Lo que nos hace ser buenos alpinistas es saber buscar la motivación y conseguir todos los medios para poder lograrlo. La vida es un proceso de aprendizaje. Que luche por formarse y entrenar. Hay tiempo para todo: estudiar, escalar, trabajar… Además, cuando eres joven, no se te descargan nunca las pilas y el día parece durar 30 horas en lugar de 24.
“Lo que nos hace ser buenos alpinistas es saber buscar la motivación y conseguir todos los medios para poder lograrlo. La vida es un proceso de aprendizaje. Hay tiempo para todo: estudiar, escalar, trabajar… Además, cuando eres joven, no se te descargan nunca las pilas y el día parece durar 30 horas en lugar de 24”.
K: Háblanos más de las dificultades que tuviste para encontrar compañeros para realizar actividad cuando eras menor de edad.
A: Perdí un poco la motivación por el alpinismo alrededor de los 19 años porqué no tenía con quien salir al monte a hacer según qué actividades que me motivaban para seguir con la trayectoria que llevaba. Por lo menos nadie cercano a mí. Hay que darse cuenta de que la gente que tiene nivel se junta entre ellos y yo también me meto en ese saco. Tú vas con amigos que sabes que pueden hacer determinadas actividades. Yo no es que me aburra haciendo algunas que no sean difíciles, pero sí que intento que cada vez que salgo sea a hacer algo desafiante, o como decimos nosotros “a roscar”. Es lógico. Al final te llama la dificultad y el instinto de superación, más cuando tienes sólo los fines de semana. Yo tenía 18 o 19 años y había hecho bastantes actividades. Al final, siempre iba en las vías de primero, intentando forzar a mis compañeros y, claro, no es plan de engañar a la gente para que te acompañe así. Al principio, cuando evolucionas, es más fácil porque el abanico de gente es grande, pero cuando empiezas a querer hacer cosas más difíciles, se complica el encontrar compañero. Eso acaba desmotivando. Estoy hablando de un proceso largo, de tiempo. No me desmotivé a la mínima. Conocía a Manu Córdova, Jordi Tosas y alguno más pero con ellos salía puntualmente. Poco a poco he ido conociendo a gente de mi nivel y de mi edad, de los que aprendo mucho.
La humildad es el valor más importante para Álvaro, aplicado al deporte, a la montaña y a la vida. Con 14 años le hicieron su primera entrevista en la revista Desnivel. Él por esos momentos creía que era muy bueno. Son cosas de la edad y sobre todo motivadas porque todo el mundo te dice lo excelente que eres. La entrevista salió acompañada de una foto en la que aparecía él con la cuerda de escalar pintada. Fue una noticia muy comentada y se le criticó mucho. Álvaro comenta que aquello fue un punto de inflexión y una cura de humildad. Le marcó mucho en su carrera. Fue un antes y un después. Las críticas llegaron incluso de gente cercana. Le sirvió para darse cuenta de la importancia de pensar que todos somos iguales, que las cosas se consiguen luchando, con esfuerzo y constancia. Está bien compararse, pero para bien, no para competir sino para aprender, progresar. Los demás siempre tienen que ser una fuente de inspiración.
K: Nos ha gustado mucho compartir esta charla contigo y conocerte como persona más allá de las actividades que realizas. Creo que es una inspiración para alpinistas y montañeros de tu edad ver que se pueden realizar actividades como las que tú haces y compaginarlas con los estudios y la profesión.
A: Para mí también. Muchas gracias. Me gustaría agradecer el apoyo que siempre me dan mi pareja, Celia, mi familia, la gente cercana, amigos y compañeros de aventuras y los patrocinadores, tanto los actuales como son La Sportiva, Julbo, Ferrino o Memgorros, como los antiguos, Arc’teryx y DMM, por el tiempo que estuve con ellos y el trato recibido.
El esfuerzo es la clave del éxito. Las horas, la dedicación para perseguir tus sueños. Avanzar, adaptarse y seguir aprendiendo. Con ganas, todas las barreras pueden superarse. Cuando tu objetivo está en el horizonte, puedes avanzar recto, dar vueltas o en algún momento pararte. Pero siempre estará ahí, recordándote hacia donde orientar tus pasos y tus fuerzas. Saborear la dulce victoria y aprender que hay sabores menos agradables, pero que son necesarios para iluminar nuestro camino. ¡Qué siempre haya horizontes por descubrir!