L’Olla de Núria. Una historia inspiradora.

L'Olla de Núria

L’Olla de Núria. Una historia inspiradora.

L'Olla de Núria

 

Texto: Kissthemountain.

 

En la foto que abre este artículo podemos ver a un jovencísimo Kilian Jornet liderando un grupo en el que además marchan Ricardo Mejía e Ionut Zinca. Corresponde a la edición de 2010 de L’Olla de Núria. En categoría femenina, también en esa edición, los puestos de honor fueron para Laura Orgué, Emanuela Brizio y Gemma Arró. Si nos paramos a pensar en estos nombres durante unos instantes, podemos sentir que representan mucho de la historia de este deporte, que en el caso de L’Olla de Núria, debería ser llamado skyrunning más que trail running. La sensación se multiplica cuando uno echa un vistazo al palmarés de esta prueba que lleva con nosotros desde 2007. En él se ven nombres con los que se podría realizar un estudio evolutivo de este deporte. A los ya citados, se unen los de Agustí Roc, Luis Alberto Hernando, Marc Pinsach, Mireia Miró, Anna Comet, Miguel Caballero, Mónica Ardid, Teresa Forn, Alfons Gastón, Tina Bes, Pere Aurell, Jessed Hernández, Eli Gordón, Oriol Cardona, Jan Margarit, Oihana Kortazar, Antonio Alcalde, Marta García Farrés, Pere Rullán, Laia Andreu o Cláudia Sabata, entre muchos otros. Está claro que no son todos los mejores corredores de montaña a este lado de los Pirineos, pero sin duda, si tuviéramos que explicar la historia de este deporte dentro de 40 o 50 años, gran parte de ellos y ellas entrarían en nuestro relato.

 

L'Olla de Núria

 

L'Olla de Núria

 

Construir este palmarés a lo largo de los 13 años que lleva celebrándose la carrera con salida y meta en el Santuario de Núria a 2.000 metros de altitud no es fácil. Para ello se necesita atraer a los mejores corredores del mundo, y esto, hoy en día, con la gran oferta competitiva que existe, no es sencillo de explicarse para quien no haya participado en esta carrera. Por el contrario, todos aquellos que hayan realizado el recorrido denominado Olla de Núria con un dorsal en el pecho comprenderán a la perfección por qué es así, y si tuvieran que explicarlo seguro que hablarían del entorno, el trazado, la organización y la atmósfera tan especial que se respira.

 

ENTORNO

Sales de un túnel excavado a la montaña y de repente está ahí. Esta vez no es una fotografía. El Vall de Núria aparece ante tus ojos mostrándose con todo el esplendor que la caída de la tarde magnifica. Su lago atrae el protagonismo en los primeros momentos. Bajas del tren cremallera y al pisar el suelo, levantas la mirada lentamente hasta chocar con el santuario. Pero no se detiene ahí. Continúa subiendo. Más. Más. Hasta alcanzar una serie de picos situados a más de 2.700 metros que se unen entre sí en una cuerda que pronto, el domingo, tendrás la suerte de vivir. Es la Olla de Núria”.

Estas son las palabras que utilicé en un artículo que publicamos hace ya unos años para describir las sensaciones que tuve cuando acudí por primera vez a esta carrera. Al leerlas hoy, me asaltan esos mismos recuerdos. El Vall de Núria es majestuoso. Es de esos lugares que no se olvidan, y sin duda constituyen un entorno privilegiado para celebrar una prueba que en ningún momento pisa un solo metro de asfalto. Parte de un escenario de los que se llamarían de postal para comenzar a ascender inmediatamente y penetrar en un territorio realmente salvaje y sin domesticar.

L'Olla de Núria

 

TRAZADO

En el kilómetro cinco de carrera ya se han salvado prácticamente 1.000 metros. Son los que van desde la salida ubicada junto al lago a 1.967 metros de altitud hasta la cumbre del mítico Puigmal a 2.913, donde un numeroso público te anima a recorrer los últimos metros de ascenso y te empuja para lanzarte en un primer descenso normalmente cubierto de nieve. Si en ese momento levantas la mirada te encuentras con la cuerda que une todas las cimas por las que pasarás: Pic de Segre (2.809 m.), Pic de Finestrelles (2.827 m.), Pic d’Eina (2.789 m.), Pic de Noufonts (2.861 m.), Coll de Noucreus (2.799 m.) y Puig de Font Negre (2.727 m.).

En esos instantes, sientes que eres muy afortunado por estar participando de este grandioso espectáculo deportivo y paisajístico. Pero más aún cuando vas recorriendo estas cumbres una a una por un sendero cargado de historia que te lleva hasta el kilómetro 16 o 17 de carrera. A partir de ahí, “sólo” queda un descenso de unos 800 metros de desnivel negativo hasta la meta situada en el kilómetro 21, pasando por el Pic de l’Aliga. El verde del prado donde se ubica la meta se va acercando conforme las ganas de respirar su ambiente se van haciendo mayores. Salir, subir, crestear y bajar. Esto es skyrunning.

 

ATMÓSFERA

El ambiente que se vive durante todo el fin de semana en el entorno del Santuario de Núria es excepcional. Te hace sentir que perteneces a una gran familia unida por la pasión por este deporte. Corredores que acuden solos, otros que lo hacen con su pareja o amigos, algunos con sus hijos o padres… Y todos, con una sonrisa en su rostro, la propia de quien se siente privilegiado por estar viviendo momentos muy especiales. La zona de salida y meta es un constante ir y venir de niños que participan en numerosos juegos, de corredores conocidos que pasean relajados, y de miembros de la organización siempre dispuestos a ayudarte y que cuidan todos los detalles. La sensación es la de estar envuelto en la atmósfera propia de las grandes carreras.

 

L'Olla de Núria

 

Es la misma que otras veces he vivido en Ultra Pirineu, Zegama Aizkorri, Penyagolosa Trails, Skyrace Comapedrosa, BUFF Epic Trail, Transgrancanaria y otras pruebas que son parte de la historia de este deporte.

 

INNOVACIÓN

En la edición pasada, L’Olla de Núria se convirtió en la primera prueba emitida en directo por una televisión -TV3-. El resultado fue espectacular y señal de que una nueva era se abre para este deporte que une las montañas y las zapatillas de correr. El trail crece. Abandona la infancia para entrar en la adolescencia. Si seguimos con este símil, podríamos decir que el ser humano forma sus valores en los años de vida que llamamos infancia, y que éstos se consolidan o, desafortunadamente, se intoxican en la adolescencia. Por eso, ahora es más necesario que nunca cuidar este deporte. Carreras como L’Olla de Núria son afortunadas por tener muchos ojos sobre ellas. Y esto, además de ser un privilegio, es una responsabilidad, pues, como todas las grandes citas del panorama europeo de las carreras de montaña, debe velar porque esos valores, que podrían resumirse en el abrazo de Kilian Jornet y Ricardo Mejía en 2010 después de una dura batalla competitiva, se mantengan para siempre. Larga vida al skyrunning. Larga vida a L’Olla de Núria.

 

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