10 Nov Iker Madoz. Un alpinismo de valores.
Iker Madoz tiene 27 años. Siguiendo las huellas de su padre, empezó de niño a andar por el monte. Con la adolescencia llegaron la escalada y el alpinismo. Primero descubrió Europa y más adelante el resto del mundo. Conocer nuevas culturas y aisladas montañas son las excusas para adentrarse en el terreno de la aventura, de lo desconocido, de las grandes escaladas. Cursando la formación de Guía de Alta Montaña, hoy tenemos esta interesante charla con un joven navarro repleto de alegría e ilusión por lo que hace. Para Iker, la montaña es compromiso y amistad.
Texto: Álex Colomina | Kissthemountain
Kissthemountain: Hola Iker. ¿Qué tal estás? ¿Cómo ha ido el verano en este año tan extraño?
Iker Madoz: Hola Álex. Muy bien. Me dedico a los trabajos verticales, además de estar con la formación de Guía de Alta Montaña. En el trabajo sólo paramos dos semanas por el Covid-19. Agradecí mucho poder trabajar durante el confinamiento. Cuando se empezó a poder salir me dediqué a escalar cerca de casa. Voy mucho a Etxauri. Este año ha sido de mucha deportiva. En verano tenía la formación del TD2. La estábamos acabando y tuvimos bastantes salidas durante el mes de julio. He aprovechado las vacaciones del trabajo para la formación. Después estuve dos semanas en Alpes haciendo las prácticas con Alberto Fernández.
K: ¿Disfrutaste las prácticas?
I: La verdad es que sí. Fue genial. Los clientes fueron muy majos y todos lo pasamos muy bien.
K: Empezaste en el mundo de la montaña a través de tu padre. Él es escalador y montañero de toda la vida. ¿Cómo fueron esos inicios?
I: Tengo una hermana dos años menor que yo y de críos íbamos a andar por la montaña. A escalar no fuimos hasta que yo se lo pedí con unos 13 años. Mi padre ya escalaba antes y yo empecé poco a poco. Primero deportiva, después vía de largos… Todo fue muy progresivo.
K: ¿Recuerdas algún punto de inflexión en el que vieras que te apasionaba todo este mundo y qué querías seguir aprendiendo?
I: Me acuerdo de que la primera vez no me gustó nada escalar. En el rocódromo sentí un miedo… [Risas]. Después ya me fue gustando más. También tengo muy presente la primera vez que hice hielo, en el Bisaurín. Me sentía muy inseguro. Con el tiempo te vas haciendo más y disfrutando. El punto de inflexión fueron esos momentos de probar cosas nuevas, que te pueden gustar o no. En mi caso, sí lo hizo y quise seguir aprendiendo y mejorando.
K: Yo tuve unas sensaciones parecidas las primeras veces que escalé.
I: Lo que más me gusta de la escalada es que es un deporte para todos. Dos personas pueden vivir lo mismo en vías con grados totalmente distintos, porque la mayoría de las sensaciones son subjetivas.
K: Después llegaste al Equipo Español de Alpinismo. ¿Con qué edad entraste?
I: Con 18 recién cumplidos fueron las primeras pruebas a las que me podía presentar. En esa promoción no entré, pero me quedé de suplente. El equipo ya lo llevaba Mikel Zabalza. Cuando alguien faltaba, me llamaba para las salidas por Pirineos. Como estaba estudiando INEF en Huesca y me pillaba cerca, casi siempre podía ir. Después, ya entré en la siguiente promoción, que es cada tres años, a los 21.
K: ¿Qué recuerdos te llevas de esos años? Aprendizaje, amigos…
I: Sobre todo motivación. Juntarte una semana con seis o siete más Mikel a escalar era una pasada. Aprender, conocer gente, pero lo que más me llevo es la motivación y ganas de hacer cosas. Después te das cuenta de que la vida te lleva a no poder hacer tanta actividad por el trabajo y los compromisos. De aquellas estábamos seis u ocho semanas al año de viaje. Sólo escalar o esquiar. ¡Una pasada!
K: Poco después del confinamiento, mantuve una charla como ésta con Mikel Zabalza y lo que me resalta de vosotros, dentro de su experiencia como director del Equipo Español de Alpinismo, es el placer de tener siempre a un grupo de chavales que rebosa motivación. Vuestro deseo de aprender y escalar es lo que más le llena.
I: No se queda corto. Lo veo a menudo porque vive cerca de Pamplona y a él no le falta. Es el más motivado [Risas].
K: Otra cosa que pasa con jóvenes alpinistas es que casi siempre soléis escalar con gente mucho mayor que vosotros. ¿Te faltan compañeros jóvenes para hacer actividad?
I: Es verdad. De todas formas, ahora tengo varios amigos más jóvenes que yo que están apretando fuerte. Es cierto que durante muchos años iba con gente mayor. Y sigo haciéndolo. Al final, te creas amistad y mantienes el vínculo. Cuando empiezas, quizás no eres ni mayor de edad y quieres ir a todos los sitios… Si pasa cualquier cosa, para el que te está llevando es un palo.
K: Seguro que también has disfrutado mucho ese proceso.
I: Sí, es brutal. Empecé con mi aita. Poder compartir y aprender de tu padre es lo más grande. Seguramente, si él no hubiera sido quien es, yo no estaría en este mundo de la montaña. Fui yo quien le pedí empezar a escalar, pero también tuve esa facilidad de poder ir con él, que me enseñase. Él tenía todo el material. Es una suerte. Después, vas haciendo amigos y creando tu entorno.
K: Además, no es sólo la vertiente deportiva. El mundo de la montaña es una escuela de valores, importantes para hacer actividades con compromiso y para la vida misma.
I: Es un estilo de vida, muchas veces distinto al que lleva la mayoría. Tú eres esa oveja negra que va a su aire. El fin de semana no ves a la cuadrilla. Al final tienes otras actividades durante tu tiempo libre. Me encanta.
K: Estás con la formación del TD3. La empezaste hace poco. ¿Qué tal los inicios?
I: Acabé el TD2 en agosto, presenté las prácticas y a mediados de septiembre me dieron el título. El TD3 es por currículum. No hay pruebas de acceso. Fui admitido y al poco tuvimos una salida, hace tres semanas, en Amitges. Lo pasé bien, había nevado y estaba precioso.
K: ¿Cuántos sois?
I: Somos seis. Lo hago en Kirolene, en Durango. Nos quedan casi dos años. No es un curso escolar normal. Estuvimos ahora y no volvemos a tener otra semana hasta enero. Mientras tanto tenemos alguna asignatura online. Lleva su tiempo y es exigente.
K: Conozco a gente que sacó hace no mucho el TD3 y vi que realmente se esforzaba para ir adelante con todo. Hay que estar muy dedicado y enfocado en la formación.
I: Yo tengo la suerte de que en esquí, roca, nieve y hielo voy aceptable. A nivel técnico puedo ir algo más tranquilo y con seguridad. Aun así, te tienes que preparar mucho cada salida y cada uno tiene que apretar en lo que flojea.
K: Sois pocos en la formación y todos con mucho nivel. Seguro que os aprietan las tuercas.
I: Claro, y lo veo positivo. Cada uno en su nivel, se trata de que mejoremos.
K: ¿Qué esperas de un buen Guía de Alta Montaña? ¿Cómo te gustaría verte en el futuro?
I: Pienso que lo primero es ser una persona maja. El trato con el cliente es una de las bases del guiaje, un aspecto muy importante. No he guiado casi nada. En este último mes, algún cursillo de escalada. Estoy aprendiendo, pero creo que es imprescindible ser agradable con el cliente. Este verano, estuve en las Jorasses con dos clientas. Una de ellas no tenía intención de subir y al final lo logró. Cuando ves su emoción y su superación es muy bonito. Tiene ese punto de ayudar a la gente a conseguir retos que ellos solos no podrían hacer. En dos semanas de prácticas en Alpes me he dado cuenta de que me gusta mucho. Y también la formación. Hablo de enseñar a la gente.
K: Por el poco rato que llevo hablando contigo pienso que tienes buen carácter y eres agradable con la gente.
I: Soy tranquilo. Es importante porque hay que tener mucha paciencia.
K: Ser agradable, tener buen humor y paciencia es imprescindible. Yo es lo que veo y he aprendido. Antes de dedicarme más a guiar en media montaña, trabajé ocho años en refugios de montaña y he aprendido a tratar con mucha gente y a observar. Parece que coges práctica en ver de qué pie cojea cada uno.
I: Detrás de todo esto hay un trabajo psicológico que me encanta.
K: En vuestro trabajo, específicamente, debéis transmitir una seguridad brutal. Yo, al final, en un trekking de una semana puedo tener tres momentos puntuales de tensión en un paso expuesto, pero vosotros tenéis en ocasiones presente el miedo del cliente durante toda la actividad. Transmitir confianza y seguridad es imprescindible. Son competencias distintas.
I: El cliente se puede sentir inseguro. Si te ve con confianza y tranquilo, es normal que le reconforte mucho.
K: ¿Cómo manejas la incertidumbre en aperturas escalando? La sensación de no saber qué hay más arriba o de si vas a poder proteger un paso…
I: La incertidumbre pesa, pero es lo que te motiva a ir a esos lugares a abrir e investigar. En el guiaje es diferente pues debes minimizar la incertidumbre, pero cuando vas con amigos a nivel deportivo es lo que me motiva. Intentar subirte a una pared con poca información es bonito. Tienes que ir con ganas, al menos yo, porque cuando la incertidumbre pesa demasiado te echa para atrás. Vas aprendiendo a lidiar con ella. No es lineal. Hay temporadas del año en las que estás más centrado, la vida te va mejor y arriesgas más; y otras en las que tienes la cabeza en otro sitio y vas más tranquilo. No es sólo un deporte, es parte de la vida. La escalada tiene una gran vertiente psicológica.
K: ¿Te llaman la atención las aventuras en soliraio?
I: No, nunca he hecho nada. Siempre me gusta compartir con amigos. Disfruto viviendo aventuras, pero compartidas. Debe de ser algo muy enriquecedor. Hacer solo un reto… Es una palabra grande, “en solitario”. De momento no me ha llamado. Me gusta salir con amigos y además me siento más seguro.
K: La montaña va de la mano del término “cordada”. Implica compartir y ayudarse.
I: Vamos al monte a mucho más que a hacer una vía. La montaña es un medio dinámico y es importante saber adaptarse a las condiciones. Depende de las ganas que tenga cada uno, de la motivación, es importante hablar y ponerse de acuerdo. No es sólo ir de cabeza a un objetivo. Si la prioridad es compartir la aventura con alguien, las dos partes se adaptan.
K: Gracias a la escalada y al alpinismo has viajado mucho por el mundo. Conocer otras culturas, otras montañas… Para mí viajar es de las cosas más enriquecedoras de la vida.
I: Por suerte, he viajado bastante. De chaval iba con la furgoneta con mis padres por Europa. Después, cuando empecé a escalar, aún viajé más. Pakistán, Perú, Nepal, Alaska… Todos los viajes han sido una pasada. Perú fue súper positivo. Ya he ido dos veces. Por el entorno de Huaraz, las opciones de hacer actividad son infinitas y además suele hacer buen tiempo. Es un lugar en el que siempre me siento muy cómodo.
K: Este año cayeron todos los planes… Yo tenía pensado un viaje largo en bici por Sudamérica y el Covid-19 lo dejó en nada [Risas].
I: ¡Yo tendría que estar ahora en Nepal!
K: Tu expedición al Gasherbrum… Imagino que la vivirías como una gran aventura.
I: Impresionante, aquello fue muy diferente a todo. Recuerdo que estábamos en Perú en 2017. Roger Cararach y Marc Toralles comentaron sobre ir al año siguiente al Gasherbrum, que lo habían hablado con Oriol Baró… Yo, como no sé decir que no, me apunté. Además del dinero que supuso, a nivel de experiencia, yo iba verde. Allí no me sentía seguro. A veces me dan migrañas. Me dio a 6.000 metros. Lo pasé bastante mal y me descolgué del grupo. Me apetece volver a grandes montañas, pero me gustaría probar antes la altura.
K: ¿Te plantearías algún sietemil?
I: Sí, yo creo que los montes técnicos hasta 7.000 metros molan mucho. A nivel económico, es más barato y tu cuerpo rinde bien. En montañas más altas, la incertidumbre es mucho mayor, y a mí ese aspecto me supuso mucho. Al final nadie pudo hacer nada por la meteorología… Aun así, saqué muchas cosas positivas. No me arrepiento para nada de haber ido.
K: Seguro que te sirvió para aprender un montón de cosas que puedas aplicar en actividades cercanas y para cuando vuelvas a alguna gran montaña.
I: Eso es. Tengo la espinita clavada. Este año me habría gustado ir a Nepal o Perú, pero no se pudo. La situación mundial es la que hay. Ya tendremos tiempo. Compartir aventuras con amigos me encanta.
K: Son las cosas con las que te quedas. Las risas, los momentos compartidos…
I: Los buenos, los malos, todos…
K: Tienes el apoyo de varias marcas, entre otras Ternua o Julbo. ¿Cómo es tu relación con el mundo de los patrocinios?
I: También tengo la ayuda desde hace años de Boreal. La verdad es que genial. No me puedo quejar. Estoy encantado. Es algo a lo que nunca he dedicado mucho tiempo. No creo que sea un buen patrocinado ya que no soy muy activo en redes.
K: Si no lo fueras, no contarían contigo. Hay mucho más allá de las redes. Están la persona, la proyección, los valores…
I: Eso pienso yo. Cuando hablo con ellos, están contentos. Empecé con Boreal. Conozco a Manu Córdova desde hace mucho tiempo. Mientras yo estudiaba en Huesca, estaba en el equipo de Aragón de alpinismo y nos llevaba como técnico. Un día hablé con él y empezamos la colaboración. Sería 2013 más o menos. Después, a raíz de estar en Alaska, Manu habló con Esportiva Aksa y pude entrar en Julbo. Algo antes de esto, a través de Oscar Gogorza entré en Ternua. Todos son gente con los que estoy muy a gusto. La relación más directa es con Ternua, ya que vivo muy cerca y a veces voy a la fábrica. Me gusta mucho.
K: Al final, yo soy muy partidario de este tipo de patrocinios, de gente potente, que realmente haga cosas interesantes y le den un uso intenso al material.
I: A mí me cuesta hacer fotos [Risas]. Intento hacerlas, pero hay gente que tiene más facilidad que otra.
K: Tú, en cualquier sitio a los que vas, puedes hacer una foto preciosa sin esforzarte. Eso no es lo mismo que subir a la montaña a hacer una sesión de fotos.
I: Es verdad. Me costaría ser así. Tengo que obligarme porque si no, se me pasa. Estoy muy contento con los patrocinios. Ojalá duren años. Son ayudas que agradezco un montón.
K: Para acabar… ¿Sueños, objetivos que te hagan especial ilusión?
I: No me pongo grandes ambiciones. Yo quiero seguir escalando. Ahora, gran parte de mi vida está enfocada a la formación de Guía de Alta Montaña, al TD3. Con el TD2 ya puedo empezar a trabajar de ello. Querría ir dejando los trabajos verticales, que es lo que me da dinero, e ir metiéndome en el guiaje. Aprender y seguir escalando. Adaptarse a cada año y hacer lo que se pueda. Ganas de hacer viajes, de cambiar un poco de vida. Me gustaría salir de la ciudad y vivir en un sitio más tranquilo. Disfrutar y compartir esa motivación con amigos.
K: Eso que nunca falte. Un placer hablar contigo Iker. Seguro que te sale todo bien. Encantado de conocerte.
I: Igualmente Álex.
Siempre es un placer hablar con personas humildes. La grandeza se mide en los valores, en las acciones. Las palabras se las lleva el viento. Iker prioriza la amistad y la compañía por delante del éxito deportivo. Las experiencias vividas son las que nos definen. Decidir ser valiente en la vida es una actitud. La madurez de un chaval de 27 años que ha viajado por medio mundo, que lucha día a día por sus objetivos con responsabilidad es preciosa. Los sueños están para cumplirlos y, como dice esa gran frase…: “si quieres llegar rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, camina con amigos”.
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