15 Abr Speed Climbing. Libertad
Texto por Álex Colomina
Aunque no lo ha inventado, la evolución de los materiales ha acelerado el desarrollo del alpinismo ligero. Ya hace varias décadas que amantes del rendimiento en la montaña se enfrentaron a ella, como si de rebecos o cabras montesas se tratasen, con el objetivo de llegar a sus lugares más inaccesibles de la forma más rápida y ligera posible. Podían ser incomprendidos y criticados, como casi siempre pasa con los excéntricos, con los revolucionarios, con los que dan una vuelta de tuerca a todo, pero nadie duda de que transformaron los criterios preestablecidos.
Alex McIntyre ya hablaba, durante sus expediciones al Himalaya a principios de los 80, de la evolución que veía en el alpinismo. Nos decía que en un futuro no muy lejano, con muchos más medios tecnológicos y materiales, se podrían realizar grandes ascensiones y escaladas con mochilas más pequeñas que las que llevaban ellos y de manera mucho más rápida. Ese cambio también llegó al Himalaya, pero, lógicamente, en las cordilleras más humanizadas, como Alpes, se implantaría antes. El británico fue uno de esos grandes nombres que perdió el alpinismo a una temprana edad, con sólo 28 años en el Annapurna.
Hoy en día tenemos unos servicios meteorológicos precisos, satélites GPS que nos ubican milimétricamente sobre el terreno y una red de comunicaciones que nos permite hablar desde cualquier sitio con un aparato que llevamos en la mochila. El desarrollo tecnológico hace aumentar exponencialmente la seguridad de las personas en lugares remotos. Estos factores, unidos a la evolución del material, cada vez más eficaz y ligero, abren a alpinistas y exploradores un abanico infinito de posibilidades de mejorar actividades clásicas y de plantearse nuevos objetivos hasta hace unos años impensables.
Patrick Gabarrou es un alpinista y guía de montaña francés de casi 70 años. “Le Gab” ha realizado grandes escaladas en Alpes desde los años 70. Los Drus, las Grandes Jorasses, Cervino o la mítica Divina Providencia del Pilar de l’Angle son sólo algunos ejemplos. Licenciado en filosofía, prefiere definirse como un enamorado de la montaña, más que como un alpinista. Patrick siempre rindió a un gran nivel, llegando a ser campeón nacional de esquí de montaña en 1989 y a hacer un cuarto puesto en la mítica Pierra Menta, el “Tour de Francia” del esquí alpinismo. Hablando de este deporte y de la competición de Beaufortain, basta echar un vistazo al material que se empleaba en las primeras ediciones de la Pierra Menta para comprobar su gran evolución.
En los 80 había mucho por abrir y descubrir en los Alpes. Aunque en nuestros días siga siendo un terreno de aventuras, hace 40 años era época de grandes aperturas y actividades épicas. Esas historias que hemos leído en novelas de montaña nos pueden parecer de otra época, pero tampoco hace tanto tiempo de ellas. Algunos alpinistas muy en forma podían realizar actividades y ascensiones de una manera mucho más rápida de lo habitual, demostrando que el rendimiento era también muy importante en el mundo de la escalada.
Para incidir aún más en la evolución que ha habido hasta el día de hoy, cabe decir que Patrick Gabarrou fue uno de los alpinistas que participó en la técnica escocesa del piolet tracción en los Alpes. Hasta los años 70, sólo se usaban piolets largos de madera. Al realizar actividades cada vez más técnicas se empezó cortando el mango de madera y colocando otra vez el regatón, pero seguía siendo un piolet recto. Los británicos, en el Ben Nevis, empezaron a hacer pruebas con aluminio. Allí fue donde evolucionaron los piolets curvos y la técnica del piolet tracción. Muchas aventuras, éxitos y fracasos hay detrás de la evolución del material para que se haya podido escalar, en menos de cuatro horas, la cara norte del Eiger.
El alpinismo siempre ha estado en constante revisión por sus practicantes. Nunca nada es suficiente y continuamente se busca ir más allá. Se dice, para defender las actividades ligeras y rápidas, que éstas son más eficientes y seguras, ya que reducen el tiempo de exposición al peligro. En contraposición a ese argumento, también podemos decir que el compromiso es enorme. Rapidez y ligereza no se llevan bien con cuerdas, mosquetones ni otros elementos de seguridad.
Damos ahora entrada a otro pionero, también francés. Cristophe Profit revoluciona toda la escena del alpinismo con ascensiones a la carrera en los años 80. En algún momento de nuestra vida, todos hemos visto esas imágenes de Cristophe destrepando unos metros en su solo integral al Petit Dru. Sus actividades acercaron el alpinismo rápido al gran público. Con un gran despliegue de medios de comunicación durante su actividad más conocida, encadenó en 42 horas el Espolón Croz a las Grandes Jorasses, la norte del Eiger y la norte del Cervino, la llamada trilogía de los Alpes.
Pioneros, admirados y criticados, pero como en muchos aspectos de en la vida, la prueba y error sirve sin duda para evolucionar. Cuestionar la normalidad, lo que debe hacerse y lo que no, nos permite avanzar. Muchos quedaron por el camino. La vida es caprichosa a la par que cruel. Sin personajes que quisieran subir rápido a las cumbres no tendríamos hoy en día piolets de menos de 300 gramos.
El tiempo fue pasando y, dejando atrás a los precursores, es imposible no recordar a Ueli Steck, sus impresionantes récords de velocidad, sus videos de la norte del Eiger, sus lecciones de vida y su pasión. Grandes hazañas, siempre con detractores, pero… El riesgo es inherente al alpinismo. Cuando se intenta buscar la perfección, la línea entre el éxito y el fracaso cada vez es más fina.
Tenemos cerca a Jordi Tosas. Su nombre es de los primeros que me viene a la mente cuando se habla de alpinismo rápido. Actividades al más alto nivel por todo el mundo. Jordi aboga por la libertad en la montaña. Las normas las pone cada uno. Esas mismas reflexiones son las que hacen desarrollar nuestra relación con la montaña. Cuando algo está encasillado y reglamentado es mucho más difícil que se transforme; cualquier cambio siempre será mucho más lento y estudiado.
En 2013, Kilian Jornet subió y bajó al Cervino por el lado italiano en menos de tres horas. Recortó en 20 minutos el récord anterior de Bruno Brunod que llevaba vigente desde 1995. Casi nada… Cinco años más tarde, Andreas Steindl, guía de montaña y natural de Zermatt, subió y bajó el Cervino por la arista Hornli, en la vertiente suiza, desde la plaza de su pueblo, empleando menos de cuatro horas. Auténticas hazañas de deportistas muy preparados a nivel físico, técnico y mental. Cualquier persona que haya coronado el Matterhorn, por cualquiera de sus líneas, sabe que subirlo y bajarlo en tres o cuatro horas no tiene nada de normal. Es completamente estratosférico.
Otro exponente del alpinismo rápido actual es el joven italiano François Cazzanelli, natural de Cervinia, y con residencia en el valle de Aosta. Largos recorridos muy rápidos por las montañas del entorno del Monte Rosa han sido testigos de su proyección. Expediciones por todo el mundo, récord ascenso-descenso en el Manaslu, Integral de Peuterey junto a Andreas Steindl en 12 horas…
El nuevo alpinismo: ligereza y eficiencia, gran preparación física y compromiso. No es más ni menos que hace 30 años. Ahora hay más información y mejores medios; antes era todo más rudimentario. Son vueltas de tuerca a las actividades. Aunque los primeros fueron exploradores, en la actualidad siguen siendo pioneros en lo suyo. Innovación.
Estas humildes líneas sobre el alpinismo rápido acabarán hablando de Dani Arnold. Suizo, nacido en 1984, ha contribuido a romper muchos esquemas. Bajó el tiempo de Ueli Steck en la norte del Eiger, tardó 46’30” en escalar en solo integral la clásica Comici-Dimai de la Cima Grande de Lavaredo, récord de velocidad en el Espolón Walker a las Grandes Jorasses o al Matterhorn en sólo una hora y 46 minutos. Además de sus ascensiones rápidas, coronó el Broad Peak, el Cerro Torre en invierno y otras muchas escaladas que hacen de este guía de montaña un referente en todo lo relacionado con la dificultad y la velocidad. Escaladas y tiempos accesibles sólo para unos pocos privilegiados, los más preparados, los que hacen de la dificultad su terreno de juego. Retos, motivación y libertad.
Distancias, tiempos, desniveles, dificultades… Por más que queramos encasillar las actividades en números, ésta es una tarea imposible. La montaña es mucho más. Exposición, aventura, épica…
Damos las gracias a todos los que hacen evolucionar al mundo del alpinismo, a los que se saltan las reglas, a los que siempre quieren ir más allá. Sus historias nos fascinan. En ocasiones, es difícil entender cómo la gestión del riesgo es tan diferente entre unas personas y otras. Esa es la grandeza de la montaña, la pura libertad.
La montaña nos atrae; su lado salvaje nos enamora. No podemos sentirnos más libres en ningún otro sitio.
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