VALL DE NÚRIA. Llenar de vida nuestros días

VALL DE NÚRIA. Llenar de vida nuestros días

 

Texto por Marc Pinsach & Kissthemountain

 

ESTA VEZ NO ES UNA FOTOGRAFÍA

Vall de Núria aparece ante tus ojos, mostrándose con todo el esplendor que la caída de la tarde magnifica. Su lago atrae todo el protagonismo en los primeros momentos. Bajas del tren cremallera y al pisar el suelo, vas levantando la mirada lentamente hasta chocar con el Santuario. Pero no se detiene ahí. Continúa subiendo. Más. Más. Hasta alcanzar una serie de picos que bordean los 3.000 metros, y que se unen entre sí en una cuerda que, pronto, tendrás la suerte de vivir. Es la Olla de Nuria que nos grita que subamos.

En el poco espacio que deja libre el camino que ha esculpido el río Freser entre los verticales contrafuertes del Taga, al este, el Puigmal, al norte, y la Collada de Toses, al oeste, se asienta el pueblo de Ribes de Freser. En verano, este acceso entre montañas que parece un descuido de la creación para permitir atravesarlo, concentra el calor que irradian las majestuosas laderas que lo circundan. La humedad del río y la densa vegetación aumentan, aún más si cabe, la sensación de estar ante una entrada al paraíso. Es una alquimia que nos despierta un runrún dentro de nuestras entrañas para buscar espacio allí arriba, hacia lo más alto, donde instintivamente se dirige nuestra mirada, en los confines de la libertad, es decir, en la altitud de sus cimas, allí donde cobran forma y entidad las catedrales paganas de nuestros días, que no son otras que las más majestuosas montañas. 

 

 

Para proseguir la marcha hacia el norte y penetrar en el corazón de los Pirineos por su extremo oriental, debemos servirnos de un tren cremallera que va a llevarnos a Vall de Núria, allí donde no se llega en coche y donde es posible disfrutar de la mejor de las creaciones: la naturaleza. Sin el tren cremallera nuestros sueños se empotrarían contra la pared monumental de roca que se erige en la base de los dos imponentes Torreneules, con su característica horca que preside todo el valle. En el andén, el calor derrite la grasa de los raíles del tren intensificando ese característico olor que pronto dará paso a los aromas de la montaña. 

Un chirrido en las vías anuncia la llegada del tren cremallera con su habitual estruendo. Las puertas se abren y todos los que allí esperamos subimos sabiendo que el poso que deja la experiencia de visitar Vall de Núria ya ha comenzado. Cuando lleguemos a destino, el paisaje habrá cambiado por completo y nosotros un poco también. 

Surcando el valle, y entre praderas de hierba para ganado y bosques, vamos abandonando el bullicio de Ribes de Freser en un día de verano con una marcha lenta y silenciosa que da la sensación de transitar integrados en la naturaleza. De golpe, el convoy reduce la velocidad con una sacudida. Estamos cerca de Queralbs, donde dejaremos el fondo del valle para tomar una pendiente muy empinada en donde el tren hace honor a su nombre y se engrana en una cremallera para poder vencer estos desniveles. Vamos ganando altura para ir a buscar el único punto débil de la montaña: una cicatriz estrecha y vertical que se dibuja entre las verticales paredes de Les Roques de l’Oratori, con las que se precipita el Puigmal hacia el valle a la izquierda, y las no menos imponentes paredes que culminan con los Torreneules a la derecha. 

 

 

 

Por allí, hace más de 90 años, unos aguerridos ingenieros y, sobre todo, obreros construyeron la única vía de acceso a Vall de Núria al estilo de los más innovadores trenes cremallera que se estaban expandiendo por los Alpes para que las nuevas formas de ocio y entretenimiento en la montaña pudiesen llegar a todos los ciudadanos que se acercaban a ellas desde las ciudades. Hoy, son casi 300.000 los viajeros que cada año suben a Vall de Núria para buscar y encontrar la actividad de montaña y naturaleza acorde con su nivel y ambición. Se trata de travesías que vienen de muchos años atrás y que a día de hoy siguen vivas en Vall de Núria con un montón de cimas cercanas a los tres mil metros de altura y con refugios que dentro del Parque Natural de la Cabecera de Ter y Freser permiten diseñar actividades de senderismo uniendo el cercano valle glaciar de Ull de Ter, como Eina, Noufonts y Noucreus, juntas conocidas como la Travesía de los Tres Refugios. ¡Choo, choo, woo woo…! El tren prosigue con su camino hacia el paraíso. 

Colgado en medio del valle, el tren cremallera, más que un medio de transporte, adopta el carácter de atracción recreativa. Si esto fuera un parque de atracciones, sería el más emocionante del mundo, allí donde puede pasar cualquier cosa y donde lo fascinante está en la belleza de la vida, es decir, en la naturaleza. 

¡Choo, choo, woo woo! Combinando la oscuridad y el estruendo de las ruedas, amplificado por los túneles, con la luz y el silencio del espacio natural, vamos ganando altura. Desde la ventana, observamos como los más esforzados suben corriendo por el Camí Vell, que une Queralbs con Núria, en uno de los itinerarios clásicos de montaña del Pirineo catalán,  cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, cuando era utilizado por los peregrinos para llegar a la pequeña ermita de Vall de Núria, y que hoy forma parte de uno de los tres retos de trail  running del valle, junto al Vertical del Puigmal y a L’Olla de Núria, que de forma virtual podemos ir completando a lo largo del año. El Camí Vell es el antiguo sendero que desde tiempos inmemoriales ha dado acceso a Vall de Núria. Primero como lugar de pastoreo, después de refugio espiritual con su santuario, e incluso como refugio político cuando a partir del Tratado de los Pirineos, por su proximidad con la frontera francesa, fue un lugar de vigía importante durante las épocas más oscuras del franquismo. Las montañas todo lo protegen: nuestros sueños, nuestras ambiciones y nuestras creencias. Desde la fascinación y el espectáculo que arrojan las ventanas del tren, podemos contemplar también las verticales paredes que hacen las delicias de escaladores de todos los niveles, y que tienen en la Dent d’en Rossell su aguja más icónica. 

El cremallera cruza el río de Núria, y cuando ya llevamos cerca de 40 minutos de trayecto, por el lado derecho del valle, nos adentramos en un último túnel. La oscuridad esta vez contrasta más cuando a su salida, de golpe, quedamos alumbrados por la luz del sol y por la pequeña joya que es el Santuario de Núria, en medio de una postal montañosa con el lago, el verde que todo lo inunda y que tan avaro es en nuestras latitudes, y con la suavidad de relieves que contrasta con la verticalidad de la subida en tren. Estamos en el Zermatt de los Pirineos.

Sueñas que te desplazas lo más rápido posible por una de las más espectaculares aristas que has podido contemplar en tu vida. Estás a 2.800 metros de altitud y es el kilómetro 10 del recorrido que has elegido para hoy. Ante tus ojos, en un descenso brutal que pronto probarán tus piernas, pequeñas siluetas de corredores se dirigen a encarar la quinta gran subida de este recorrido de 21 kilómetros, la del Pic de Noufonts. Sueñas con skyrunning en su máxima expresión.

 

 

 

Quien llega a Vall de Núria y lleva consigo el espíritu montañero rápidamente dejará a un lado el Santuario y la comodidad que ofrecen todos sus servicios de hostelería y actividades diversas en el medio natural para disfrutar con la familia dejándose llevar por lo que insinúa el círculo de montañas cercanas a los 3.000 metros de altitud que circundan el valle. Configuran una especie de olla cerrada que ha inspirado rituales de fertilidad en el pasado y en el presente. Y más recientemente, este círculo de montañas ha dado pie a L’Olla de Núria, una de las carreras por montaña más estéticas, lógicas, duras y difíciles de encontrar en el mundo, con un recorrido de altísima montaña. Sin asfalto ni coches, llegar a la línea de salida es ya vivir una aventura. Pero este recorrido puede hacerse con un dorsal en el pecho a principios de junio, o sin él, corriendo en cualquiera de los días del año en los que la montaña deja capearse corriendo con unas zapatillas o andando con unas tradicionales botas de travesía. El verano, por supuesto, es una opción perfecta para dejarse llevar por estos senderos que en más de un 70% transitan por encima de los 2.700 metros de altitud, cerrando un círculo con el Puigmal, el Pic del Segre, Pic de Finestrelles, Pic d’Eina, Pic de Noufonts, Pic de Noucreus y el Pic de l’Àliga. No es extraño encontrarse en primavera y verano con rostros conocidos del trail running internacional que utilizan este entorno único en el mundo como lugar perfecto de entrenamiento. 

La sensación es la de estar todo el rato en una atalaya con vistas aéreas sobre los valles sin nada más encima de nuestras cabezas que el cielo y el aire. Como una imagen vale más que mil palabras, la mejor forma es comprobarlo de primera mano o recuperando alguna de las innovadoras y pioneras retransmisiones en directo de carreras por montaña que TV3 viene realizando desde 2019. Desde el helicóptero, hemos podido contemplar la belleza y la sensación de ligereza y vacío de los corredores circundando todo el valle. Sobre todo, hemos visto como las siluetas de los mejores corredores del mundo, como Oriol Cardona, Maude Mathys, Judith Wyder, Stian Argemound-Vik o Rémi Bonnet se recortaban en el azul del cielo dando la sensación de estar corriendo por encima de las nubes.

 

 

De hecho, no es ninguna sensación, sino la realidad de la Olla de Núria y de toda la cadena que rodea y vigila el Santuario de Vall de Núria.

Sin lugar a dudas, el recorrido de la Olla es la ruta más icónica y popular dadas la estética y la lógica de la vuelta, pero Vall de Núria nos ofrece más posibilidades para adaptar el recorrido a nuestras necesidades. Desde cada una de las cimas que configuran el círculo de la Olla, podemos descender hacia el Santuario por los valles adyacentes que terminan concentrando sus aguas en la base de esta olla imaginaria, es decir, en la esplanada junto al lago donde nos ha dejado el tren cremallera. Encontraremos caminos perfectamente marcados y señalizados para subir o bajar por donde queramos. Si nuestro deseo es solamente subir a uno de los picos cercanos a los tres mil metros que circundan el valle, las posibilidades son muchísimas, tanto para hacerlas con amigos como con la familia. Porque Vall de Núria es un lugar perfecto para pasar unas vacaciones rodeados de los que más queremos y de picos, valles, collados y cimas que configuran los santuarios de nuestros días. Ayer, hoy y mañana seguiremos subiendo a Vall de Núria buscando algo más, algo que llene de vida nuestros días.

 

 

 

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