BRU BUSOM. Los valores como motor de vida

BRU BUSOM. Los valores como motor de vida

BRU BUSOM. Los valores como motor de vida

 

Llevábamos un tiempo sin hablar con Bru Busom, uno de los montañeros que más admiramos en estas páginas por su compromiso con un alpinismo de riesgo y exposición. Su forma de entender la actividad siempre va asociada al disfrute con la montaña y con sus compañeros de cordada. El alpinista de SCARPA, en esta ocasión, reflexiona sobre temas tan complejos como la incertidumbre, la libertad, la ambición o el futuro de este deporte o, mejor dicho, en su caso, estilo de vida. Siempre es un placer encontrar gente con valores tan auténticos. Gracias, Bru. 

 

 

Por Kissthemountain

 

Kissthemountain: Hola, Bru. ¿Cómo va la vida? Hace tiempo que no hablamos.

Bru: ¿Qué tal, Juanmi? Me había olvidado totalmente de que habíamos quedado ahora para hablar. 

K: ¿Te va bien? Voy a hacerte preguntas muy intensas [Risas].

B: Sí, claro. Esas me gustan.

K: Estuve hace unos días con Marc Toralles [Marc es un alpinista que forma cordada habitualmente con Bru]. 

B: Sí, ya me contó que fuisteis a grabar algo. 

K: Eso es. Me dijo que tú eras uno de los mejores alpinistas del mundo [Risas].

B: [Risas]. De momento, nos lo pasamos bien, que es lo importante.

K: Quería que hablásemos sobre temas muy concretos. Los dos primeros serían la incertidumbre y la libertad, aspectos que, por lo que te conozco, son claves a la hora de entender tu forma de hacer actividad. También, sobre ambición y sobre tu visión del futuro del alpinismo. Pero, bueno, empecemos por el principio. Hace unos años, en una charla que mantuvimos, yo te preguntaba por la fina línea que en ocasiones separa lo que se entiende por escalada y por alpinismo. Concluías que uno de los factores diferenciales para ti era la presencia o no de incertidumbre. Me decías que uno puede hacer escalada o alpinismo tanto en Montserrat como en las Grandes Jorasses, y que lo que para ti marcaba la diferencia era la presencia o no de incertidumbre ante las condiciones que ibas a encontrarte.

B: La incertidumbre es algo que me mueve. Cuando vas a un sitio y tienes claro que vas a subir porque ves todo correcto, todos los detales en línea, puede faltar un poco la aventura. El espacio para mostrar tu forma de entender la actividad es menor. En cambio, cuando las cosas están más abiertas y no está claro que puedas culminar con éxito, se produce la magia. No sé, me gusta cuando vas subiendo y ves todo muy complicado, nada positivo. Es cuando encuentro mis ganas de luchar contra lo imposible para que la actividad salga adelante. Fue el caso de algunas de mis últimas actividades como la del Espolón de los Catalanes en el Saraghrar, en Pakistán, la del Siula Grande, en Perú, o la de la Slovak Direct, en el Denali. Comienzas a ascender, pero no tienes claro si podrás llegar arriba. Todos los factores que van viniendo te invitan a renunciar, a tirar para abajo, ¿no? Pero siempre queda un poco de llama, de querer agarrar la esperanza y luchar para tratar de llegar. Esa lucha, al final, es lo que buscamos, y la encontramos en este tipo de actividad más de aventura.

 

K: Y cuando no sale, ¿es posible caer en la frustración? Sé que, para ti, y para la gente con la que te mueves, ir a estos sitios supone un gran esfuerzo tanto económico como de tiempo.

B: Puede ser, pero también le das más valor a los momentos en los que sí salen las cosas. Si vas y sabes que lo vas a conseguir, pierde un poco la gracia. No haría falta ni ir, ¿no? Si te tienes que ir a casa sin subir, claro que hay cosas que perdemos, pero a la vez, ganamos con el disfrute y dando motivo a lo que estamos haciendo.

 

“La incertidumbre es algo que me mueve. Cuando vas a un sitio y tienes claro que vas a subir porque ves todo correcto, todos los detales en línea, puede faltar un poco la aventura. El espacio para mostrar tu forma de entender la actividad es menor. En cambio, cuando las cosas están más abiertas y no está claro que puedas culminar con éxito, se produce la magia. No sé, me gusta cuando vas subiendo y ves todo muy complicado, nada positivo. Es cuando encuentro mis ganas de luchar contra lo imposible para que la actividad salga adelante”.

 

 

K: Entiendo, Bru. Esto me entronca un poco con el segundo de los temas que quería tratar contigo, el de la libertad. Es un concepto muy amplio. Me acabas de decir que, aunque no se alcance el objetivo principal, el disfrute da motivo a lo que lleváis a cabo, porque lo hacéis por vosotros mismos, no por los patrocinadores que hay detrás o por la repercusión mediática que pueda o no tener. Por lo que sé, las expediciones os las pagáis vosotros, y eso, de alguna manera, os hace más libres y a la vez os exige ciertas recompensas que, como me has dicho, en muchos casos están en el disfrute. Marc Toralles me contó que cuando estabais en el Siula Grande coincidisteis con una cordada italiana que decidió no subir. Probablemente, a ellos le habían pagado la expedición, mientras que para vosotros el esfuerzo económico había sido tan grande que renunciar con facilidad al objetivo no cabía en vuestros planes.

B: Más que a un tema económico, creo que esa actitud obedece a una cuestión de tiempo. Estar allí o en otras expediciones supone muchas renuncias en casa. Tenemos que organizarnos muy bien el año, trabajando mucho en verano, para poder pagarnos estas actividades. Esto implica no estar el tiempo que quisieras con la familia o con los amigos. A pesar de que Marc y yo tenemos una excelente relación y queremos disfrutar juntos de estos momentos, algo que hace que los resultados estén saliendo, el esfuerzo que realizamos es muy grande. No vamos allí de vacaciones y ya está, sino que lo hacemos con ganas de encontrar la intensidad máxima en las actividades que llevamos a cabo una vez que estamos en el destino, de sentir la vivencia del momento, de desconectar de todo, de estar viviendo el presente, de encontrarnos a nosotros mismos. Son oportunidades que sólo nos da la montaña. Respecto a lo que me comentas de la libertad, al pagarnos nosotros toda la logística, claro que la tenemos. Por supuesto que nos gusta que los patrocinadores estén contentos y que haya repercusión que se traduzca en prestigio, pero, al final, quien pierde y quien gana somos nosotros. Si no sale, nadie nos va a decir nada. No es nuestro objetivo contentar a nadie ni buscar reputación, sino encontrarnos a nosotros mismos y disfrutar de la montaña.

K: Conforme me contabas esto, se me ha ocurrido un símil con las bandas de música. Si están en una compañía independiente o incluso te autoeditan, no tienen las exigencias en cuanto a venta de discos o de entradas para conciertos o festivales que una empresa multinacional les demandaría. Son grupos, de alguna manera, más libres. Hacen música para ellos mismos, al igual que vosotros subís montañas por vosotros y no por nadie más, sin presiones externas.

B: Entiendo la similitud y puedo verme reflejado incluso con miedo a que la presión, la sociedad, me haga cambiar mi objetivo cuando voy a la montaña. Pero lo veo difícil. Tengo claro lo que busco, lo que encuentro y, sobre todo, lo que dejo atrás para cumplir con mis sueños. No renuncio a tanto en mi vida para que me den algo de material o para que crean que soy mejor, sino para encontrar una vivencia vital. Yendo al tema de la música, hay muchos grupos que se quedan en su estilo y no se someten al mercado. Nosotros estamos ahí. Quizás algún día caigamos, pero, por el momento nos gusta vivir de la manera que hemos encontrado.

K: ¿Y qué cabida tiene la ambición en esa forma que habéis encontrado? Es el tercer tema sobre el que quería hablar contigo. Creo que fue en 2022 cuando estuviste junto a Marc nominado al Piolet d’Or por vuestra actividad en el Siula Grande. Vais a  la montaña porque queréis, la disfrutáis con un estilo vital muy característico, no queréis caer en ese mercado de música de masas que sólo busca el reconocimiento, sino manteneros independientes. Pero ¿qué valor tiene para ti un premio de este tipo? 

B: Al final, nos gusta que la gente valore de la forma en que lo hace nuestra actividad y cómo la llevamos a cabo. Es una reputación agradable. ¿Si me dieran el Piolet d’Or algún día? Sería como llenar esta parte agradable de que lo estás haciendo bien y que gusta a la comunidad escaladora, pero tampoco ganar un premio, un trofeo o algo material es un objetivo de vida. El mío es disfrutar y tener las ganas y la ilusión de ir a estos sitios, sin pensar en si determinada actividad será merecedora o no de un premio por no ser lo suficientemente difícil o expuesta. Quiero seguir sintiéndome libre de ir a la montaña porque me apetece. Si un año prefiero hacer algo más de roca, que sé que no va a ser una actividad de oro, no hay problema. Si un día llega, pues es un reconocimiento agradable de saber que estás haciendo cosas que gustan en la comunidad de la que somos parte, pero no me gustaría que fuera un motor.

 

 

 

K: Sin desmerecer a las cordadas que se hicieron con el Piolet d’Or en ese año, creo que vuestra actividad lo habría merecido. No sólo por su complejidad, exposición y riesgo, sino por las condiciones que se dieron. Marc estaba saliendo de una lesión y tuvo que llegar en mula al pie de la montaña; tú sufriste arriba una lesión de hombro que complicó muchísimo el descenso… 

B: Hay años en los que el nivel es muy alto, y este fue el caso. Creo que la actividad que hicimos nosotros estaba a un nivel similar a las que lo ganaron. Era muy difícil escoger una u otra. Sentía que las actividades que estaban ahí sobre la mesa eran muy parecidas a la nuestra, pero, bueno, no las desmerezco en ningún momento porque también eran muy grandes. Es también un orgullo el haber estado ahí junto a ellas.

K: Acabas de estar en el Alta Montaña Festival en Jaca que cuenta con el apoyo de uno de tus patrocinadores, SCARPA, donde has coincidido con un referente mundial en su forma de entender el alpinismo como es Denis Urubko; por otro lado, en este mismo número, publicamos una charla muy interesante con Rubén Sanmartin sobre esa tendencia que une el alpinismo con el descenso en parapente. Son dos formas muy diferentes de entender este mundo. ¿Hacia dónde se dirige?

B: Hay diferentes facetas que pueden convivir. La de volar se está explorando mucho y, aunque tiene sus limitaciones porque existen muchos condicionantes para poder o no emprender ese vuelo, está claro que se podrán ver cosas muy bonitas y diferentes al permitir bajar de sitios que por su dificultad no se podrían o serían muy difíciles de descender. Dejando esto a un lado, creo que el nivel técnico va a subir más y más, al igual que el nivel físico, como ya lo ha hecho en los últimos años si los comparamos con los de las décadas del pasado siglo. Tendremos alpinistas más fuertes. La clave de la evolución del alpinismo estará en cómo lo haga la sociedad, que marcará si las actividades que se hagan sean más o menos complejas y arriesgadas. Al final, es un papel que se juega a nivel de sociedad, de cómo se vive, de qué se deja atrás, de qué pierdes. Creo que, a día de hoy, la sensación es que se deja mucho atrás y esto hace que la gente se la juegue mucho menos de lo que se hacía hace 30 o 40 años. A nivel físico y técnico, tenemos mucha más infraestructura en cuanto a material, equipo, conocimientos de meteorología… Ha evolucionado tanto que hace que todos tengamos más nivel, pero otra cosa son las ganas de jugarnos la vida, que dependerán de cómo se mueva la sociedad en general.

 

“Respecto a la libertad, al pagarnos nosotros toda la logística, claro que la tenemos. Por supuesto que nos gusta que los patrocinadores estén contentos y que haya repercusión que se traduzca en prestigio, pero, al final, quien pierde y quien gana somos nosotros. Si no sale, nadie nos va a decir nada. No es nuestro objetivo contentar a nadie ni buscar reputación, sino encontrarnos a nosotros mismos y disfrutar de la montaña”.

 

K: Tengo la sensación de que el tipo de actividad que realizáis cordadas como la vuestra está tomando más valor. 

B: Creo que, en nuestros días, lo que hacemos nosotros representa lo que eran las actividades en las montañas de 8.000 metros que se hacían hace 20 o 30 años, en cuanto a la búsqueda de la exposición y a la aventura. Claro que me gustaría hacer un ochomil algún día, pero esto implica mucho a nivel de dinero. Si algún día tengo la oportunidad, buscaría rutas para abrir, adaptándolas a nuestro estilo más alpino, no por vías normales, con esas largas colas que han eclipsado un poco el alpinismo. Me refiero a rutas que de algún modo han quedado escondidas por la visión más comercial de las montañas, que es lo que conoce el público en general. No creo que lo que hacemos nosotros sea tan diferente a aquello que se hacía hace algunos años. En nuestro caso, improvisamos y buscamos la aventura en montañas de 6.000 o 7.000 metros, hasta los 7.500 que marcan un poco el límite en cuanto al presupuesto que tenemos. 

K: Esto daría para una conversación más larga. Algún día la tendremos. ¿Qué tal estuvo el Alta Montaña Festival?

B: Muy bien. Es una gran iniciativa que tuvo buena acogida. Estuvimos realmente a gusto. Hicimos una buena presentación de las actividades y pudimos compartir tiempo con gente como Mathieu Maynadier u Oriol Baró en el escenario. Fue agradable, la verdad.

 

“¿Si me dieran el Piolet d’Or algún día? Sería como llenar esta parte agradable de que lo estás haciendo bien y que gusta a la comunidad escaladora, pero tampoco ganar un premio, un trofeo o algo material es un objetivo de vida. El mío es disfrutar y tener las ganas y la ilusión de ir a estos sitios, sin pensar en si determinada actividad será merecedora o no de un premio por no ser lo suficientemente difícil o expuesta. Si un día llega, pues es un reconocimiento agradable de saber que estás haciendo cosas que gustan en la comunidad de la que somos parte, pero no me gustaría que fuera un motor”.

 

 

 

K: Me da la sensación de que está hecho con mucho cariño, queriendo mirar al largo plazo, con la ambición de hacer algo grande y diferente.

B: Es una primera edición que ha englobado dos partes importantes. Por un lado, todo lo que está documentado, las películas. Lo que se divulga a la sociedad es algo importante de la montaña. Por otro, está la actividad en sí, lo que se está haciendo. Este festival trata de recorrer esos dos caminos. Es bonito e ilusionante ver cómo puede evolucionar, porque, al final, en este país hay pocas oportunidades y esta gente abre una nueva vía.

K: Además, ganasteis el premio por la actividad en el Espolón de los Catalanes en Pakistán, ¿no?

B: Sí, eso es. 

K: ¿Tienes ya en mente algo para 2025?

B: Algo hay, pero todavía no hemos acabado de concretar. Está un poco en el aire.

K: SCARPA te esponsoriza, ¿no? ¿Qué tal es la relación? ¿Estás contento?

B: Sí, claro. Es muy fácil hablar bien de ellos. Al final, son una referencia a nivel de calzado, de pies de gato, de botas… Es un orgullo porque es una de las marcas que siempre me han gustado. Que ahora confíen en mí y me apoyen es genial. El trato es muy bueno y todo funciona bien. No me ponen presión en nada, sino todo lo contrario. Me piden que continúe disfrutando la montaña como yo la entiendo. Sólo me dan facilidades.

K: ¿Qué botas usas?

B: Este verano, trabajando como guía de montaña, he usado mucho las Ribelle Tech 3 HD. Son como un guante para poder usarlas con frecuencia mientras trabajas. He hecho muchos cervinos con estas botas y la verdad es que son muy cómodas, con mucha movilidad de tobillo y con un peso que hace que te olvides de que las llevas puestas. También, he usado las Phantom Tech para escalar en hielo. En Pakistán, este verano, llevé las 6000 y son muy cálidas. Con lo grandes que son, pesan y ocupan poco de puntera. Se puede escalar bien en hielo con esa bota.

 

“Creo que, en nuestros días, lo que hacemos nosotros representa lo que eran las actividades en las montañas de 8.000 metros que se hacían hace 20 o 30 años, en cuanto a la búsqueda de la exposición y a la aventura. Claro que me gustaría hacer un ochomil algún día, pero esto implica mucho a nivel económico. Si algún día tengo la oportunidad, buscaría rutas para abrir, adaptándolo a nuestro estilo más alpino, no por vías normales, con esas largas colas que han eclipsado un poco el alpinismo. Me refiero a rutas que de algún modo han quedado escondidas por la visión más comercial de las montañas”.

 

K: Además, son muy bonitas. Para ir a la discoteca… [Risas].

B: Para eso tienen algunas zapatillas que quedan bonitas [Risas].

 

 

 

 

 

 

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