14 Sep BUFF® EPIC TRAIL. Sonidos en la mente
Texto por Kissthemountain
KILÓMETRO VERTICAL
En el interior de la mente. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. Vuelta a empezar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. De nuevo. Uno, dos, tres, cuatro… No son los metros que se ganan a la montaña. ¡Ojalá! Ni tan siquiera los pasos que se pretende ir dando pues muchas veces la pendiente desequilibra rompiendo la cadencia. Podría decirse que no es más que una técnica para tratar de engañar a la mente respecto a la agonía que vive en esos momentos el cuerpo sobre el que manda. Pero ¿a quién va a mentir? Los latidos que envían sangre a cada músculo del cuerpo superan las 200 pulsaciones por minuto. Esto no es un kilómetro vertical cualquiera. Es el que proclamará al campeón del mundo skyrunning de la especialidad.
“Cómo quieres que escriba una canción. Si a tu lado no hay reivindicación. La canción de que el tiempo parara. Donde nunca pasa nada”. Ahora es una canción la que suena en el interior de la mente. Es absurdo cuando la capacidad anaeróbica del organismo está a punto de saltar por los aires. Pero qué hacer para no pensar en esa sensación de que el cuerpo no será capaz de seguir ascendiendo mucho tiempo más. ¿Terminará algún día la extenuación que comenzó cientos de metros más abajo, en las calles de Barruera, y que ahora transita por algún punto del Serrat de les Roies?
Si los números del primer párrafo y la letra de la canción del segundo hubieran estado escritos en japonés o en checo, podrían haber venido del interior de las mentes de Ruy Ueda o de Marcela Vasinova, campeones de la modalidad más vertical de los Skyrunning World Champs. Tal y como están en castellano, suponiendo que Oihana Kortazar piense en este idioma, podrían pertenecer a Dani Osanz o a la corredora vasca, subcampeones del mundo. Si el idioma elegido hubiera sido el francés, quizás podrían haber sido creados en el interior de Roberto Delorenzi e Iris Pessey, medallas de bronce. Pero quizás esto sea lo de menos. Probablemente en todos y cada uno de los participantes en una prueba de esta dureza aparecen pensamientos de este tipo.
ULTRA
“Ya van dos cuartos puestos. El primero por estas mismas montañas; el segundo por las muy diferentes, pero igualmente bellas, de Escocia. Ya son dos veces las que he estado a punto de subir al podio en unos Skyrunning World Champs. Aunque tampoco puede decirse que hayan sido decepciones. Esa posición me ha hecho madurar y aquí estoy de nuevo para demostrar que puedo colgarme una medalla”. Quien conozca un poco de la historia de los Campeonatos del Mundo sabrá que estas palabras podrían estar sonando en la mente del corredor Manuel Anguita, pero son sólo producto de la imaginación del que escribe. Como también imagina que automáticamente el propio Manuel trataría de evitar estos pensamientos en búsqueda de la concentración necesaria para no olvidar comer, beber y amar las montañas por las que transita tratando de dar caza al primer clasificado. Y es que, aunque podría pensarse que en una prueba en la que el vencedor emplea algo más de ocho horas y la vencedora unas nueve, la mente puede permitirse licencias para evadirse, lo cierto es que la concentración es del todo vital.
“Ha hecho una gran carrera. La victoria era para él. No me queda más que felicitar al campeón del mundo. Se lo ha merecido de principio a fin”. Estas palabras no son ya imaginadas sino realmente pronunciadas, aunque guardan en común con las anteriores a su propietario. Son de Manuel Anguita, subcampeón del mundo en la modalidad ultra de los Skyrunning World Champs y van dirigidas, con muchísima humildad y madurez, a Marc Casal, quien entró en meta tan solo dos minutos antes que Manuel. El bronce fue para Borja Fernández. Las lágrimas del cántabro indicaban que en el interior de su mente se habían librado historias dignas de ser contadas en otro momento. Como también las de una muy emocionada Maite Maiora, campeona del mundo. O las de Gemma Arenas, subcampeona. O las de Giuditta Tudine, tercera clasificada. Y es que, en una carrera ultra se puede vivir una vida entera.
SKY
“Listas. Esa obsesión que siempre me ha perseguido”. Listas que recogen cada uno de los entrenamientos con los kilómetros recorridos y el desnivel ganado. Listas con esas carreras que aún quedan por correr o esos récords de ascensos a montañas emblemáticas que se quieren romper. Listas con victorias pendientes sobre corredores a los que siempre se ha admirado o en carreras o campeonatos que se quieren añadir al historial personal. Como ésta, la modalidad Sky, la clásica, de unos Campeonatos del Mundo de Skyrunning. Se sigue avanzando, haciendo carrera, ascendiendo por senderos interminables, atravesando aristas realmente técnicas o lanzándose por descensos vertiginosos. Y las listas siguen sonando en la mente. Los libros que quieres leer, la música que tienes que escuchar, las palabras que debes decirle antes de que ya sea tarde a tu madre…
En meta, las segundas posiciones son para Christian Mathys y Oihana Kortazar. Las terceras, para Ruy Ueda y Marta Molist. El corazón encogido por las lágrimas de la cuarta, Patri Pinedo. Seguro que antes de lo que piensas el podio será tuyo. Pero las primeras posiciones, los puestos de honor, los que te hacen entrar en la historia, son para Manuel Merillas y Marcela Vasinova. En meta, aunque probablemente ellos no los ven, están Fabio Meraldi y Marino Giacometti, inventores del concepto de correr por el cielo, del skyrunning, quienes seguramente, también en sus mentes, les dan la bienvenida a esa lista que conforman aquellos que han escrito las líneas más bellas en ese deporte en el que se puede tocar el cielo con las manos.
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