02 Abr CLASSIC THE NORTH FACE TRANSGRANCANARIA. Dentro de la mente de Raul Butaci
Esta charla es diferente a las que habitualmente mantenemos con las figuras más destacadas del deporte de montaña. Raul Butaci acaba de proclamarse vencedor de la modalidad Classic de The North Face Transgrancanaria ante un grandísimo elenco de corredores. Queríamos hablar con él de sus sentimientos, de lo que había dentro de su cabeza, en distintos momentos de la prueba. El resultado es un documento que pensamos que tiene un gran valor para conocer qué es lo que vive un corredor camino de una victoria en una de las pruebas más importantes del mundo. Muchas felicidades, Raul.
Por Kissthemountain
Kissthemountain: Hola, Raul. ¿Cómo estás? Aunque ya te lo dije en persona en Maspalomas, quería de nuevo, lo primero de todo, felicitarte por tu victoria en la modalidad Classic de la pasada The North Face Transgrancanaria.
Raul: Muchas gracias, Juanmi.
K: ¿Has entrenado ya hoy?
R: Esta mañana. He hecho un par de horas de bicicleta. Me he guardado la tarde para ti.
K: ¿Entrenas con normalidad o le has dado descanso al cuerpo después de la paliza de 128 kilómetros y algo más de 13 horas y 20 minutos de carrera?
R: Las piernas se han comportado muy bien. No he tenido ninguna fatiga extra. Sí que noto alguna molestia en una rodilla que voy a mirarme mañana, más por prevención que por otra cosa. Puedo seguir entrenando.
K: Me gustaría que esta charla girara en torno a las sensaciones y las emociones de lo que viviste hace unos días en la Transgrancanaria. Te pediré que viajes a momentos concretos para que nos cuentes qué pasaba por tu mente. Pero, antes de nada, y una vez asimilado el gran logro, uno de los resultados más importantes de una carrera en la que ya acumulas un palmarés con un primer puesto en Val d’Aran by UTMB, en la distancia de 110K, un octavo en la CCC de UTMB, un segundo en Tromsø Skyrace o un sexto en la Copa del Mundo ISF en 2022, me gustaría que nos dijeras qué has sentido durante estos días. Pienso que probablemente esta es tu victoria más importante, al menos desde un punto de vista mediático y por el elenco de rivales a los que te enfrentaste. Me imagino que habrá sido una mezcla de incredulidad y de satisfacción total.
R: Sin duda, es mi mejor resultado hasta la fecha, tanto deportiva como mediáticamente. Aunque tengo buenos resultados, había ahí una especie de espina clavada. En esas carreras, faltaba quizás un gran elenco de corredores, por lo que no me sabían como esta victoria. Soy un tipo que siempre busca estar en las grandes competiciones porque me gusta medirme con los mejores y así saber realmente donde estoy. Puedes estar toda la vida ganando carreras sin ser un corredor de primera línea. Vencer en esta Transgrancanaria sí que me ha dado eso. Mientras la preparaba, o en la salida, mi foco no estaba en ganar la carrera, sino en buscar un buen tiempo, ocupar posiciones delanteras y meterme en el podio si era posible, algo que veía viable, pero no me imaginaba una victoria. Lo sueñas, lo imaginas, pero no te lo crees. Por eso, en los primeros momentos tras la carrera, no era consciente de lo que había conseguido. Después, ha sido todo una locura. Esta prueba tiene una repercusión muy bestia. Se está perfilando como una de las mejores del mundo. He estado tres o cuatro días como en una nube. Me han llamado muchos medios, y en el pueblo se han volcado, viniendo incluso a recibirme a las puertas de mi casa. Ha sido todo muy bonito, pero, sinceramente, aunque estoy muy contento, sigo igual. Nada ha cambiado. Al fin y al cabo, el lunes o el martes, había que volver de nuevo al trabajo, y para colmo con más faena por tener que atender a mucha gente. Es muy bonito que durante estos días un gran número de personas valore el trabajo que hay detrás. Es una pena que si quedas segundo, habiendo hecho el mismo esfuerzo y trabajado lo mismo, tengas un cuarto de la repercusión que alcanzas cuando ganas.
K: Ahora sí que nos vamos a ir a la carrera, por partes, a distintos lugares, comenzando por el principio. Me gustaría que me dijeras tus sensaciones antes del inicio, en esa Playa de Las Canteras, rodeado de corredores como Zach Miller, Andreu Simon, Miguel Heras, Miguel Arsénio, Abel Carretero, José Ángel Canales, Shen Jiasheng, Andreas Reiterer, o, tu compañero de equipo, Ionel Cristian Manole. ¿Se tiene algún tipo de presentimiento de que puede ser un día grande?
R: Estaba bastante tranquilo. Sabía que tenía la faena ya hecha. Recuerdo, en los momentos previos, hablar con Marco de Gasperi quien me preguntaba cómo estaba. Yo le decía que me encontraba bien, pero que no sabía si eso valdría o no para estar delante. Cuando se va acercando el momento de la salida, ya en las primeras líneas, miras a tu alrededor y te das cuenta de que es una carrera muy grande con corredores muy buenos. Mi cabeza estaba siempre pensando en controlar los ritmos y en tener muy claro lo que quería hacer, saliera lo que saliera. Me decía una y otra vez que no debía dejarme llevar, que es muy fácil, más con el grupo tan grande de corredores que había. Intuía que se saldría muy rápido y no quería cometer el mismo fallo del año pasado, dejándome llevar por esos ritmos. Ese era mi principal miedo en ese momento.
K: Cuando se sale, en los tres o cuatro primeros kilómetros, ¿es cómo lo esperas? ¿Hay alguien que tire más fuerte de lo que te gustaría o por el contrario te alegras de que el ritmo no sea excesivo? Háblame de esos primeros kilómetros.
R: Mi impresión era que se había salido más lento que el año pasado. En aquella ocasión, estaba Pau Capell, que siempre empieza muy rápido. Este año ha sido diferente. En los primeros siete u ocho kilómetros, se formó un grupo de 12 corredores candidatos al podio. Yo estaba allí, cerrándolo, con sensación de comodidad. Si antes de salir me preguntan cómo estoy, nunca lo sé, pero en los dos o tres primeros kilómetros, me daba cuenta de que el día podía ir bien, por las pulsaciones, las sensaciones… Llegamos al primer avituallamiento [P.K. 11,4] unos dos minutos más lentos que el año pasado. Era lo que yo me tenía marcado. Íbamos todos juntos. A partir de ahí, ya se estira el grupo y se cambia el ritmo a una marcha más. Se van unos cuantos por delante. Miguel Arsénio, Andreu Simon, a quien siempre le gusta controlar el grupo delantero, Zach Miller y Andreas Reiterer. Yo me descuelgo un poco.
K: ¿Qué ocurre después?
R: A Las Arucas [P. K. 19,3], llego el décimo o por ahí. Hago un avituallamiento normal y al salir noto algo extraño, como que, aunque de piernas iba bien, algo no funcionaba en el estómago. Era como si me costara comer. Hago la primera subida a uno o dos minutos del grupo y cuando empiezo a bajar, tengo que parar para ir al baño. Me descuelgo más aún, pero me cambia todo. Noto cómo se me abre el estómago y empiezo a encontrarme perfecto. A Teror [P. K. 31,6], llego junto a Abel Carretero. A partir de ahí, empiezo a remontar. Voy cogiendo de punto en punto a dos o tres corredores. En El Hornillo [P. K. 52,7], me pongo cuarto y me dicen que el grupo delantero, formado por Zach Miller, Miguel Heras y Miguel Arsénio, está a tres minutos… No me preocupaba, pues yo iba haciendo mi carrera. Al llegar a Artenara [P. K. 66,1], sin haberme dado cuenta, veo que llego cuando salen Zach Miller y Miguel Arsénio. Me sorprende tenerlos tan cerca. Saldría a algo más de un minuto tras ellos, los cojo rápidamente y me pongo a tirar para subir a Cruz de Tejeda. Pero mi cabeza me dice que tengo que quedarme, cuando podría haberme ido. No es por miedo, pero me pregunto por qué tengo que irme ya solo. Me obligo a permanecer con ellos pensando en que, en la subida al Roque Nublo, ya veríamos.
“Subiendo a Cruz de Tejeda, íbamos cuatro corredores. Allí, Miguel Arsénio, viendo que yo iba bien al decidir quedarme en vez de marcharme, hace un cambio de ritmo. Yo lo sigo, mientras que Miguel Heras y Zach Miller se quedan un poco. Llegamos Miguel Arsénio y yo juntos al avituallamiento de Tejeda [P. K. 78,5]. Hago un cambio rápido y salgo primero. Al verme comandando, casi me pongo a llorar. No me lo creía. Estaba en cabeza. Mi mente no podía asimilar que tal y cómo me encontraba de bien iba primero en la clasificación”.
K: Debe de ser clave mantener la calma cuando el grupo se rompe. Seguro que ir recuperando posiciones, te hace coger mucha confianza. Tu mente tiene que decirte que quizás es el día. Estás fuerte y cómodo después de esa parada técnica.
R: Sí, pero estamos hablando del kilómetro 60. Quedaba un mundo. Llegar, coger a Andreu Simon y ver que te puedes ir, te motiva. Andreu es un tío de primerísimo nivel, muy fuerte. Voy adelantando a gente que para mí son referentes.
K: Eso mentalmente tiene que ser importante. Si te hubieses ido con los primeros, la carrera podría haber sido diferente. Quizás fue una de las claves de tu victoria.
R: Creo que sí. Saber leer la carrera en el sentido de que no debía pasarme de un determinado ritmo fue importante.
K: Hablo mentalmente. En una carrera tan larga influyen muchos factores… El ritmo, la alimentación, la hidratación, las molestias musculares… Otra parte importantísima es la confianza, y tú la vas alimentando mientras cazas a corredores. A eso me refiero.
R: Sin duda, cuando ganas posiciones se aumenta la confianza. Si las pierdes, es justo lo contrario. Psicológicamente me decía que estaba bien.
K: ¿Hay un momento en el que decides irte primero o es algo que te encuentras?
R: Subiendo a Cruz de Tejeda, íbamos cuatro corredores. Allí, Miguel Arsénio, viendo que yo iba bien al decidir quedarme en vez de marcharme, hace un cambio de ritmo. Yo lo sigo, mientras que Miguel Heras y Zach Miller se quedan un poco. Llegamos Miguel Arsénio y yo juntos al avituallamiento de Tejeda [P. K. 78,5]. Hago un cambio rápido y salgo primero. Posteriormente, me dicen que Miguel se ha retirado. En ese momento no lo sabía. Al verme comandando, casi me pongo a llorar. No me lo creía. Estaba en cabeza. Mi mente no podía asimilar que tal y cómo me encontraba de bien iba primero en la clasificación. Prácticamente, me lo encontré.
K: ¿Qué te dices a ti mismo en ese momento?
R: Era un chute muy fuerte de motivación, pero rápidamente reflexiono y me pido tranquilizarme, porque la subida hasta el Roque Nublo [P. K. 90,1] es muy larga. A partir de allí, ya veríamos. Sabía que esa subida era clave. El año pasado, sufrí mucho allí. Llegué demasiado apurado a Tejeda y el ascenso me costó en exceso. Este año, llegase o no primero, tenía claro que debía hacer una subida calmada, sin ir muy fuerte, pues aún quedaba una maratón. Saco bastones y subo a un ritmo constante. Miro hacia atrás y no veo a nadie. Luego, al fondo distingo a Miguel Heras. Estimo unos tres minutos de diferencia. Me digo que si me adelanta no pasa nada. Me pongo nervioso al salir del avituallamiento al verme primero, pero luego me centro en mi carrera. Me daba igual sí me cogían o no.
“Al salir de Tunte [P. K. 100], hay una subida en zetas en la que tienes una visión de unos ocho o nueve minutos. Allí me doy cuenta de que le saco a Miguel Heras cinco o seis. Eso es un buen colchón. Me digo que, si no fallo bajando, puede ser una distancia más que considerable. Cojo un ritmo constante sin dejarme ir en esa bajada tan larga, técnica, con mucha piedra, de más de 10 kilómetros en los que no puedes ni levantar la cabeza porque te vas al suelo”.
K: Ya no te cogieron…
R: Así es. Arriba en el Roque Nublo, Miguel Heras me habría recortado uno o dos minutos. Nos cruzamos en el bucle y calculé que le sacaba ya sólo uno. Me temía que en la bajada me pudiera coger, pero en mi cabeza, el podio ya me valía. No tenía esa ansiedad y eso me liberaba mucho. Ocurriera lo que ocurriera, yo estaría contento.
K: Vas pasando avituallamientos. Tunte, Ayagaures… ¿Te van marcando referencias? Cuando uno es primero, es difícil que te las den, ¿no?
R: Algo hablas con el cámara, aunque no mucho. Lo bueno es que al salir de Tunte [P. K. 100], hay una subida en zetas en la que tienes una visión de unos ocho o nueve minutos. Allí me doy cuenta de que le saco a Miguel Heras cinco o seis. Eso es un buen colchón. Me digo que, si no fallo bajando, es una buena diferencia. Cojo un ritmo constante sin dejarme ir en esa bajada tan larga, técnica, con mucha piedra, de más de 10 kilómetros en los que no puedes ni levantar la cabeza porque te vas al suelo. Además está el calor, viniendo del frío. Creo que es el tramo más complicado de la carrera. Te exige mucha concentración. En Ayagaures [P.K. 112], tienes que ir hasta la presa y volver de nuevo sobre el puente. No veía a Miguel. Pensaba que tendría un mínimo de dos o tres minutos. En la subida que hay antes de entrar en el barranco final, también tienes una visión muy buena. Le veo y estimo siete u ocho minutos de margen. Eso es difícil de perder en los 10 kilómetros que quedan hasta meta. Si no pasa nada raro… Sinceramente, no me lo creía.
K: Ahí, imagino que ya no te conformabas con el podio. Antes me decías que no tenías esa ansiedad porque entrar entre los tres primeros ya era casi suficiente para ti.
R: Allí, ya sí que pensaba que sería una gran faena perder la victoria en esos kilómetros finales. Había hecho las cosas tan bien hasta entonces… Habría sido una putada. Físicamente, me encontraba bien, pero, claro, siempre piensas que el de detrás va mejor que tú. En los tramos que corría, me decía que seguro que ahí no me recortaba; en los que andaba, tenía más dudas. Miro todo el rato en el reloj el ritmo que llevo. Si voy entre 4’30’’ y 4’50” el kilómetro, Miguel tiene que correr mucho para recortarme. Así, van pasando los kilómetros. Al salir del barranco, mirando para atrás, sí que es verdad que empiezo a darme cuenta de que iba a ganar la carrera si no ocurría nada muy extraño. Estaba como en una nube, en un sueño.
K: ¿Se saltan las lágrimas en esos momentos? Debe de ser una sensación brutal.
R: Sí, es tremendo. Recuerdas todo el trabajo que has hecho, saliendo a entrenar con mal tiempo, con molestias… En esos entrenamientos, o hablando con amigos, siempre piensas que algún día tiene que llegar ese momento, esa victoria. En los últimos metros, te dices que tienes lo que tanto buscabas. Es una emoción muy fuerte. Yo me considero un corredor popular, no profesional, y estaba consiguiendo algo muy grande. Entrando en meta, me tocaba el corazón. Se lo estaba dedicando a mi familia, a mi mujer. Yo disfruto entrenando y corriendo; ellos son los que sufren mientras yo estoy en la montaña. Ese gesto era como un regalo para ellos. Sabía que estarían viendo el streaming de la carrera y que estarían emocionados. Eso era para ellos.
K: ¡Joder!
R: Es que es muy fuerte. Te pasan tantas cosas por la cabeza a lo largo de la carrera… Los tenía muy presentes, también cuando me puse primero. En ese momento, pensé que seguro que familia, amigos, grupos de trail, estarían flipando. Me imaginaba lo que estarían escribiendo por el Whatsapp y que lo vería al llegar a casa. Realmente es así. Cuando entré en la aplicación más tarde, la emoción vuelve a ser muy fuerte al ver a tanta gente pendiente de este loco. Me lo estaba imaginando mientras corría.
“Recuerdas todo el trabajo que has hecho, saliendo a entrenar con mal tiempo, con molestias… En esos entrenamientos, o hablando con amigos, siempre piensas que algún día tiene que llegar ese momento, esa victoria. En los últimos metros, te dices que tienes lo que tanto buscabas. Es una emoción muy fuerte. Yo me considero un corredor popular, no profesional, y estaba consiguiendo algo muy grande. Entrando en meta, me tocaba el corazón. Se lo estaba dedicando a mi familia, a mi mujer. Yo disfruto entrenando y corriendo; ellos son los que sufren mientras yo estoy en la montaña. Ese gesto era como un regalo para ellos. Sabía que estarían viendo el streaming de la carrera y que estarían emocionados”.
K: ¡Qué emocionante! Me queda por preguntarte por el momento de cruzar la línea de meta.
R: Una meta así impresiona mucho y da muchísimo respeto e incluso vergüenza. No sabes cómo reaccionar. No estás preparado, al menos yo. Mientras lloraba, descargando toda la tensión acumulada, buscaba a mi entrenador, Fabrizio Gavina. Me dijo que disfrutara de ese momento, que era mío y que ya por fin lo tenía, que nadie me lo quitaría. Le tengo que agradecer mucho. Esa victoria es también suya. Siempre ha confiado en mí, desde que estamos juntos. Hemos hecho las cosas muy bien. He mejorado muchísimo desde que estoy con él. Es una parte importantísima tener un buen equipo detrás para conseguir una victoria así. Yo gano la carrera, pero el triunfo es de todos.
K: Y dentro de ese equipo, está tu principal patrocinador, BigK.
R: Claro, sinceramente, tengo mucho que agradecerles. El año pasado, en febrero, es cuando empecé con ellos. Nicky, uno de los dueños o socios de este proyecto, me dio la oportunidad de correr con ellos. Confiaron en mí y me facilitaron mucho las cosas. Este mundo es muy complicado. Por muy bueno que seas, si no tienes muchos seguidores o eres muy mediático, es realmente difícil.
K: Lo hablaba con Miguel Heras, en una charla que también va en este número. Aunque hace seis o siete años, eran tres o cuatro los que podían vivir de este deporte, y ahora son muchos más, hay grandes diferencias entre corredores del mismo nivel. Unos pueden dedicarse únicamente a correr, mientras que otros necesitan continuar con sus trabajos. No es lo mismo despertarte cada día con todo el tiempo del mundo para entrenar, que buscar el hueco entre la jornada laboral de ocho horas. Con el tiempo, se tiene que ir igualando.
R: Es así. Yo tengo la suerte de que este año cuento con más ayuda económica, pero no es suficiente para vivir de esto. Si tienes 25 años y vives en casa de tus padres, pues sí, pero si tienes familia, ahora mismo, es muy complicado. Sé de gente que está ahí delante y no se puede plantear vivir de este deporte. Es una pena. Realmente estás compitiendo contra gente que se dedica exclusivamente al trail.
K: Raul, esto daría para otra conversación larga y no te quiero entretener más. Simplemente, para terminar, háblame de BigK, que no conozco mucho de esta marca.
R: Es una empresa suiza que hace ropa de trail y complementos de muchísima calidad. El producto es muy bueno. Echa un vistazo a su web. Te gustará.
“Una meta así impresiona mucho y da muchísimo respeto e incluso vergüenza. No sabes cómo reaccionar. No estás preparado, al menos yo. Mientras lloraba, descargando toda la tensión acumulada, buscaba a mi entrenador, Fabrizio Gavina. Me dijo que disfrutara de ese momento, que era mío y que ya por fin lo tenía, que nadie me lo quitaría. Le tengo que agradecer mucho. Esa victoria es también suya. Siempre ha confiado en mí, desde que estamos juntos. Hemos hecho las cosas muy bien. He mejorado muchísimo desde que estoy con él. Es una parte importantísima tener un buen equipo detrás para conseguir una victoria así. Yo gano la carrera, pero el triunfo es de todos”.
K: Ok, voy a mirarla en cuanto terminemos.
R: También quiero dar las gracias a Santa Madre, la empresa de nutrición que me ayuda. He tenido la suerte de caer en sus manos, en las de Alfonso, una de las cabezas de esta empresa. Realmente, me va bien.
K: Raul, me ha gustado mucho hablar contigo. Tenía ganas de que esta charla fuera así. Siempre intento que sean más personales, pero, en este caso, veía muy interesante que me contaras tu carrera y las emociones vividas. Me quedo con ganas de preguntarte muchísimas cosas. Eso será en otra ocasión.
R: Gracias, Juanmi.