COMPARTIR (Y VIVIR) LA MONTAÑA. Un doble amor

COMPARTIR (Y VIVIR) LA MONTAÑA. Un doble amor

COMPARTIR (Y VIVIR) LA MONTAÑA. Un doble amor

 

Fotografía:  Matteo Pavana

 

Experimentar la montaña, ser alpinista o escalador, significa en muchas ocasiones tener una doble personalidad. Una, más solitaria e íntima, busca constantemente la realización de los objetivos personales y la propia libertad. La otra, en cambio, está más abierta a compartir momentos de la vida y aventuras intensas a través de las posibilidades que los medios de comunicación y las redes sociales ponen a nuestra disposición en estos días.

 

 

Son dos caras de una misma moneda que Magdalena y Leonardo conocen muy bien. Ambos alimentan una pasión abrumadora por la montaña, pero cada uno tiene sus propios objetivos e interpretaciones. Al mismo tiempo, Magda y Leo son una pareja en la vida real a la que le encanta compartir momentos en las montañas, pasar tiempo allí, embarcarse en aventuras y afrontar desafíos. Lo llaman “condi-vivere”, compartir y vivir. Sí, porque por un lado está el amor que les une y les lleva a vivir muchos momentos que normalmente se asociarían a la vertiente más solitaria del montañismo o la escalada en roca, y, por otro, está el amor visceral que ambos sienten por la escalada y la pared de roca, por la montaña en general, tan fuerte que, a veces, casi parece ser el único amor verdadero de ambos. El que los une más aún.

Leo, alpinista y escalador, y Magda, escaladora e influencer, son personas que destacan por compartir sus pasiones entre sí y con los demás, gracias al uso de las redes sociales, auténticas herramientas del oficio, además de ser Introvertidos y discretos cuando se trata de aspectos y relaciones más personales. Hoy, ambos son deportistas del Salewa People Team, aunque se incorporaron en momentos diferentes y, como quieren señalar, con roles muy distintos.

 

 

MAGDALENA & LEONARDO

Su nombre real no aparece en el timbre. Allí, junto a la puerta de hierro forjado, todavía puede verse la etiqueta que los electricistas colocaron en el telefonillo de su casa. “Ojalá pudiera decirte cuál es, de verdad que sí. Pero a él no le gustaría nada”. “Créeme. No puedo escribir el nombre de Messner junto al timbre”. Lo dice casi en voz baja, más por la vergüenza que esto le causa que por el temor de que alguien pueda escucharlo realmente.

Magdalena Mittersteiner es una atleta por derecho propio, además de ser embajadora de Salewa. Cuando era niña, corrió carreras en pista y participó en competiciones de gimnasia artística. Ahora, escala con fuerza, monta en bicicleta hasta casi desmayarse y vuela en parapente. Sus escapadas a la montaña son seguidas por sus más de 85.000 seguidores en Instagram, pero ella no manifiesta altivez, sino todo lo contrario. Muestra un grado de humildad difícil de ver en los tiempos en que vivimos.

Leonardo Gheza, o Leo, en cambio, es alpinista y académico del CAI -Club Alpino Italiano-. Su currículum montañero se ha visto reforzado en los últimos años, ya que decidió “dejar de trabajar como una mula”, en sus propias palabras, para apostar por hacer del alpinismo su profesión. Se necesita valor para tomar ciertas decisiones. A Leo no le falta. Durante los últimos cuatro años, ha abierto nuevas vías en Patagonia, Karakórum e Himalaya. Ni que decir tiene que todas son de primer nivel y, de nuevo según él, “cada una es mejor que la anterior”. Por la forma en la que nos dice esto, no hay ningún motivo para ponerlo en duda.

 

 

Se encontraron al pie de una de las montañas más bellas de todo el arco alpino: la cara sur de la Marmolada. Después, comenzaron a ir juntos a la montaña, a conocerse, a escalar, hasta que, durante el invierno pasado, alcanzaron la cima de la Aguja Guillaumet y el Cerro Trinidad, en la Patagonia. Actualmente comparten (y viven) la montaña, aunque no siempre. De hecho, Leo y Magda hablan de las montañas de manera diferente, a veces incluso en términos que parecen contradictorios, como si hubieran escalado cumbres diferentes. Como si, dentro de una misma actividad, se tratase de cimas diferentes. Después de todo, cuando se habla de relaciones humanas, siempre repetimos el viejo dicho de que “los polos opuestos se atraen”, ¿verdad?

Ya sea un deportista en el sentido más estricto de la palabra o una influencer, ambos mantienen la sana ambición de vivir sus vidas persiguiendo un único propósito: las montañas. Ellas les guían, les atraen, les conectan y les seducen. Mientras Leo ve las montañas desde una perspectiva alpinista y profesional, Magda lo hace a través de una lente más experiencial, un poco más al alcance de las personas que aman la montaña, compartiendo aspectos que hacen que sea accesible para otros a través de sus redes sociales. Si Leo, con su performance, es capaz de inspirar a muchas personas con un modelo de montañismo basado en desafíos para alcanzar objetivos, Magda acerca la montaña a la gente. Son dos maneras diferentes de inspirar, dos formas de vivir la montaña, pero siempre con la devoción, el respeto, la formación y el gran compromiso que exige vivir una pasión como esta.

¿Sus compromisos? Vivir la montaña, cada uno a su manera, y compartirlo a su regreso. Leo organiza exposiciones en todo el mundo, junto con otros alpinistas profesionales, mientras que Magda se embarca en experiencias menos extremas, pero también llenas de aventura y compromiso. En ocasiones, muy separados, pero siempre para volver a estar juntos, más unidos que nunca. Y si dos personas que comparten, o más bien “comparten y viven”, dos tipos de amor visceral nos lo dicen, ¿quiénes somos nosotros para no creerles?

Después de todo, ¿qué es el amor?

Chiedetelo al vento” -pregunta al viento-, como dice la canción.

 

 

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