15 Abr El Camino de Santiago de Gran Canaria. Peregrinación entre volcanes
Texto por: Kissthemountain
Aviso que en el comienzo de estas líneas voy a dejarme llevar por algo fruto de una ensoñación. Que me perdonen los historiadores, pero después de recorrer los 66 kilómetros entre volcanes del Camino de Santiago de Gran Canaria, mi imaginación ha volado. Es lo que tiene realizar una travesía de sur a norte en una de las islas más bellas del océano Atlántico: la paz invade el interior de tu mente, todo lo que la ocupa deja de hervir a altísima temperatura, los problemas desaparecen y uno es capaz de viajar con la imaginación a un muy lejano pasado que se sitúa en el siglo XVI, tanto que me encuentro a bordo de un barco que salió de Galicia hace ya unas semanas.
La vida surcando mares es dura y te hace estar constantemente en alerta. Conforme pasan los días, cada vez se añora más a la familia. Estoy deseando volver a encontrarme con los míos. Pero ahora, mi única compañía es la del resto de la tripulación con la que he establecido un gran vínculo. Sobre todo, después de que hace ya dos noches estallase esta tormenta que nos ha hecho perder el rumbo. No sabemos dónde nos encontramos. Las herramientas de navegación dejaron de funcionar al poco de declararse este gran temporal, y ahora sólo el viento, la lluvia, los rayos y el gran oleaje son los que marcan nuestra deriva. Cada vez que me cruzo con alguno de mis compañeros, su mirada delata desesperación. He visto a hombres realmente fuertes llorar al saber que el fin de sus días se acerca y que nunca podrán reencontrarse con sus seres queridos. Cientos de veces nos hemos dicho que esta tormenta, la del siglo, debe de estar a punto de llegar a un final, pero lo cierto es que parece que a cada minuto que pasa se intensifica. Estamos realmente extenuados. Llevamos sin poder conciliar el sueño cerca de 48 horas, el mismo tiempo que nuestras ropas están mojadas y el frío se ha instalado dentro de nuestros huesos. Al menos el capitán parece mantener la calma cuando repentinamente nos convoca a todos a una reunión en lo que hasta hace poco era nuestro comedor. Nadie es capaz de pronunciar una palabra, y lejos de encontrar la calma del silencio, el sonido del casco del barco a punto de quebrarse mientras choca una y otra vez con las olas es lo único que nuestros oídos perciben. El capitán nos pide que nos pongamos de rodillas mientras nos muestra una imagen de Santiago el Chico. Y entonces comienza a rezar. Muchos de los que allí estamos no somos creyentes, pero nos sorprendemos acompañándole en la oración. ¡Santiago, sálvanos! ¡Santiago, si nos sacas de aquí te prometemos construir una ermita allí donde nuestro destino, en tus manos, nos lleve! ¡Santiago, haz que lleguemos a tierra firme!
Los ojos de muchos de los miembros de la tripulación recobran el brillo de la esperanza. Todos nos abrazamos y animamos.
Hay algo sobrenatural en ese momento. Casi se percibe la sonrisa en la tripulación. Y entonces, tengo un gran presentimiento. Me libro del abrazo de dos de mis compañeros que me miran incrédulos mientras corro a cubierta. Sé que está allí, que podré verla. Una gran ola me tira al suelo e intenta arrastrarme hacia el océano. Entonces una mano me agarra con firmeza. Le miro agradecido y me doy cuenta de que ese salvador no es un miembro de la tripulación, sino el mismísimo apóstol que me ayuda a incorporarme y con su dedo índice apunta hacia el norte. Entonces, la veo y grito: “¡Tierra a la vista!”. Aún no lo sé, pero esa porción de tierra corresponde a lo que hoy se conoce como Maspalomas. Hay esperanza. Muchos de mis compañeros son expertos en moverse entre aguas muy agitadas. En sus manos está que alcancemos nuestro edén.
“Caballeros, ha llegado el momento de honrar a nuestro salvador, Santiago. Cumplamos nuestra palabra y caminemos hacia el norte de esta isla buscando el mejor lugar para construir la ermita prometida. Nuestras familias pueden esperar. Muchos pensamos que no volveríamos a verlas. ¿Estáis de acuerdo? Iniciemos un camino: el Camino de Santiago de Gran Canaria”. Estas son las palabras pronunciadas por nuestro capitán en las Dunas de Maspalomas que todos jaleamos. Ninguno de nosotros está dispuesto a incumplir la promesa. Así que arrancamos el paso camino del norte de Gran Canaria.
El Camino de Santiago de Gran Canaria es algo excepcional. Se trata de un recorrido de 66 kilómetros con 2.700 metros de desnivel positivo y unos 2.600 de negativo, de dificultad media-alta, que cruza la isla de sur a norte, partiendo de las Dunas de Maspalomas hacia los acantilados del norte de Gran Canaria, camino del Templo Matriz de Santiago de los Caballeros de Gáldar, pasando por San Bartolomé de Tirajana hacia las cumbres de Tejeda y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Patrimonio Mundial de la Unesco, para luego descender hacia el trono de Santiago Apóstol en la Iglesia de Gáldar. Un camino entre volcanes que al igual que el que termina en Santiago de Compostela supone un viaje también hacia el interior de nosotros mismos acompañados de un entorno que nos recuerda una y otra vez que esta isla es un continente en miniatura. Este 2021, además, la peregrinación permite celebrar el jubileo de los Años Santos Jacobeos en sus dos templos, Tunte y Gáldar, al igual que ocurre con los que acuden a la capital gallega.
La ruta sorprende, además de por la riqueza del paisaje, por su flora, fauna, gastronomía, patrimonio histórico y etnográfico y la rica red insular de senderos y caminos, permitiendo conocer la auténtica esencia de la isla, con sus gentes orgullosas de su territorio y siempre dispuestas a ayudar al senderista.
El camino tiene su inicio en el sur de la isla, en las dunas de Maspalomas, para adentrarse en el centro a través de la Caldera de Tirajana, serpenteando sus paredes para alcanzar la Caldera de Tejeda y descender a través de los paisajes agropastoriles del norte de Gran Canaria, junto a los volcanes más recientes de la isla. Como referencia del destino del camino emerge otro cono volcánico, la Montaña de Gáldar, visible desde las medianías y todo el litoral norte de la isla, por lo que adentrarse en sus diferentes etapas se plantea como una auténtica “Ruta entre Volcanes”.
Turismo activo de gran calidad en tres etapas.
¿Estás preparado para vivir algo que impregnará tu alma de por vida?
ETAPA 1: MASPALOMAS – TUNTE
Sendero: S-54 Maspalomas-Tunte
En esta primera etapa se puede disfrutar de entornos y construcciones muy singulares de la isla como el Faro y el Oasis de Maspalomas, los Muchos Puentes, el barranco de Fataga -el valle de Mil Palmeras-, la Necrópolis de Arteara, o los pueblos de Fataga y Tunte, final de esta etapa donde se encuentra la iglesia de San Bartolomé Apóstol, con la imagen de Santiago Apóstol.
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ETAPA 2: TUNTE – CRUZ DE TEJEDA
Sendero: S-50 Tunte-Cruz de Tejeda
Esta etapa es el territorio de la Caldera de Tirajana, Degollada de Cruz Grande, el Paso de la Plata, la Ventana del Nublo, los Llanos de la Pez, Degollada Becerra o Cruz de Tejeda.
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ETAPA 3: CRUZ DE TEJEDA – SANTIAGO DE LOS CABALLEROS DE GÁLDAR
Sendero: S-01 Cruz de Tejeda-Gáldar
El Paisaje Cultural Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Degollada de las Palomas, Cruz de los Moriscos, Monumento Natural del Montañón Negro, los Pinos de Gáldar, Lomo del Palo, Monte Pavón, la ganadería de trashumancia y la Denominación de Origen Protegida Queso de Flor de Guía, Caideros de San José, Saucillo, Hoya de Pineda, Anzofé, Montaña de Gáldar, la ermita de San Sebastián, el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada y el BIC del Conjunto Histórico del Casco de Gáldar son las joyas naturales, artísticas y culturales que nos encontramos en esta tercera etapa con final el Templo Matriz de Santiago de los Caballeros.
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