17 Oct FERRAN LATORRE. Clarividencia
Extractos de conversación con Ferran Latorre.
BELLEZA, RETO Y CURIOSIDAD.
Siempre digo que escalo por la belleza, el reto y la curiosidad como razones principales, que no son tales porque esto es irracional. Hay una parte estética importante, una atracción por la naturaleza que hace que quieras ir allí. No tiene por qué ser una montaña. Puede ser un desierto, una playa paradisíaca o un bosque. Los seres humanos estamos diseñados para que nos atraiga la belleza del entorno natural. Es algo muy primario, un impulso muy primitivo. También hay una parte de reto. El ser humano es competitivo. No sólo pasa en alpinismo sino en todos los ámbitos. Sólo es necesario ver algo difícil para intentarlo. A todos nos gusta medirnos y ver que progresamos. Es realmente absurdo porque da igual, pero nos gusta mejorar. Es una parte muy psicológica del ser humano en la que entra el ego. Estamos hechos así. Nos emociona conquistar una cumbre o conseguir algún desafío. Finalmente, está la curiosidad, querer estar en lugares exclusivos, pisar territorio salvaje. Ves una montaña y quieres saber qué se siente estando allí arriba. Te hace ser consciente de que estás vivo. Esto es algo muy bestia, tanto que es inexplicable. Quieras o no, el hecho de rozar la muerte o estar en ese limbo indefinido entre ella y la vida te hace sentir más vivo. Ese punto de espiritualidad es un añadido del alpinismo que no tienen otras actividades. Me afecta esto mucho. Cuando bajo de una cumbre, soy consciente de lo que he conseguido, pero también de que he sobrevivido.
LA ÉTICA EN EL ALPNISMO. EL K2 DE 2021
Sabemos lo que es la perfección ética en el alpinismo. A partir de ahí, todos hacemos un poco lo que podemos. Y por esto mismo, tenemos que ser un poco menos beligerantes, sobre todo cuando se rompe una nueva barrera y se consigue algo que quedaba por hacer, como la invernal al K2. Me fijo en la parte buena de esta historia. Es como todo en la vida, en la que puedes ver el vaso medio vacío o medio lleno. También tengo que decir que hay algo personal porque conozco mucho a algunos de Seven Summit. Hice cumbre en el K2 con alguno de ellos en 2014 y también participaron en el rescate de Juanjo Garra. Cuando es gente que aprecias y con la que has compartido muchas cosas, te alegras de que les haya ido bien. Lo más bonito es la justicia poética. Que hayan sido los nepalíes quienes hayan subido el K2 y de manera tan eficiente me satisface. Lo han hecho de manera honesta y sin mentir. Es verdad que han utilizado medios clásicos. Y ahí viene la valoración más alpinística, que es siempre personal ya que esta disciplina no tiene normas ni reglamentos escritos. Las valoraciones las hace cada uno según sus opiniones personales y su ética. La mía es positiva y me encantó que la hicieran ellos. Siempre que se ha roto una barrera en el alpinismo, los primeros lo han hecho de una manera y los segundos lo han mejorado. Ahí está el debate que no sólo existe en el Himalaya sino en todos los ámbitos del alpinismo o incluso de la escalada en roca. Cuando hay un hito por resolver, con qué medios hay que hacerlo.
Cuando se escaló la maestri, en el Cerro Torre, por decir un ejemplo, se utilizaron medios que ahora nos parecen poco adecuados, pero ¿es legítimo que se usaran para romper esa barrera? Porque si no, podríamos dejar de escalar todos pensando que quizás alguien lo haga mejor en el futuro. Hay que valorar la situación en el momento en el que se ha hecho. Lo que quiero decir es que es verdad que se ha escalado el K2 en un estilo pesado, que hubiese sido mejor hacerlo de una manera más pura y actual, pero con el estilo de hace unos años se le ha dado oportunidades y no se ha conseguido. Por tanto, no me parece tan mal que haya habido un retroceso en los medios para lograr esa primera invernal al K2. No me parece tan atroz. Que es mejor lo otro, pues claro que sí, pero te digo que hay que verlo de una manera global. Han utilizado su estilo, como los rusos en su día lo hicieron para abrir la oeste del Makalu, con equipo pesado y cuerda fija. Tiene el mérito que tiene. Han escrito una página de la historia. ¿Que se podría haber escrito mejor? Indudablemente. Ya vendrán nuevas generaciones que mejorarán esto como siempre ha pasado en la historia del alpinismo. La sudoeste del Everest se escaló por los británicos, por Doug Scott, con cuerdas fijas, campamento, sherpas y oxígeno, y no por eso hay que minusvalorar lo que se logró en aquella época.
SOLEDAD. CONEXIÓN CON LA NATURALEZA.
La sensación de soledad es uno de los grandes incentivos u objetivos que uno busca en la montaña. Son esas sensaciones las que causan esta adicción y seguramente, para mí, las más importantes. Sentirte en un lugar salvaje muy lejos de todo… Eso también se puede vivir en un desierto o en un bosque de Canadá, pero es verdad que las situaciones límite te aíslan más todavía de la realidad. Los lugares inalcanzables, como la cumbre del Nanga Parbat, te ofrecen mayor sensación todavía. Muy pocos pueden llegar y se hace después de un gran esfuerzo. Es un lugar muy exclusivo, y esa exclusividad es la que te hace sentir lejos de todo. Es la razón más profunda por la que yo me he dedicado a esto. ¿Lo echo de menos? Sí, pero no. También la busco aquí en casa, en el Pirineo. Esa conexión con la naturaleza que se produce cuando estás solo contigo mismo y oyes su latir es una sensación muy bonita que he vivido en el Himalaya, pero también en muchos otros lugares del planeta Tierra.
MIEDO. RACIONALIDAD E INTUICIÓN.
La relación con el miedo es cada vez más difícil para mí. Conforme te haces mayor, seguramente más miedos tienes. Nadie sabe cómo fluyen las cosas en el subconsciente, pero el resultado es que tienes más miedos. Lo noto porque de joven no recuerdo sufrirlo tanto. No sé si es que no lo tienes o si el ímpetu y las ganas lo ocultan. Debe de ser una mezcla de las dos cosas. Seguro que cuando eres joven, por desconocimiento, no ves tantos miedos que luego la experiencia te muestra mejor por lo que has vivido tú o por lo que ha pasado algún compañero. Esto hace que estés mucho más alerta y que te des cuenta de que todo es más peligroso de lo que pensabas. Y luego está el ímpetu, que hace que ese miedo se cubra de una manera natural. Es como una coraza que lo elimina. Tienes tanta ambición, ilusión y ganas de demostrarte a ti mismo… Pero ese ímpetu acaba disminuyendo y no logra cubrir el miedo. ¿Qué haces cuando llega? Utilizar la racionalidad. Existe ese juego de saber hasta qué punto se arriesga, hasta dónde se lleva un límite que es intuitivo. Con la edad se analiza todo mucho más. Ahora se valoran en mayor medida las condiciones de la montaña, la temperatura, la forma física, el compañero… Es una aproximación racional en el sentido de que analizas más los elementos, pero al final la decisión es intuitiva porque no hay una máquina que te diga el nivel de riesgo que estás asumiendo. Eso no existe. Haces una valoración subjetiva y tomas la decisión, cosa que antes, de joven, no practicaba tanto.
EVEREST
Es evidente que me hubiese gustado subir sin oxígeno. Entro en zona de grises. Con la cantidad de veces que lo he intentado, puedo llegar a creer que las montañas tienen alma y que deciden cosas por ti. Es una visión muy romántica que a veces he tenido. He estado debajo del Makalu o del Everest y les he pedido que me dejasen subir y que no me pasara nada malo. A veces pienso que el Everest se podría haber portado un poco mejor conmigo. No es exactamente lo que hubiera querido, pero al final miro toda mi carrera deportiva y pienso que no ha estado mal, ni siquiera ese final. Subí cómo pude. En este sentido, estoy tranquilo. Me habría encantado haberlo hecho sin oxígeno, como también me habría gustado conseguir otras cosas que no han podido ser. Hay que saber convivir con aquello que no sale tal y como se ha planeado. Al final, me quedo tranquilo por el relato de mi trayectoria. El Everest es sólo una parte de ella. Allí he estado siete veces y he vivido de todo. Podría pensarse que es una relación de amor y odio con esta montaña, pero al final es amor. He pasado allí muchos días de mi vida y es una montaña muy significativa para mí, para lo bueno y para lo malo. También muy especial porque me ha puesto límites. Es como el símbolo de mis limitaciones, de humildad en el fondo. Hay que aceptarlo así. El Everest quizás no, pero la mayoría de las montañas ha sido generosa conmigo. He tenido suerte. He conseguido hacer los 14 y sigo vivo y entero, y ese es un regalo muy importante que me han hecho las montañas.
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