25 Feb Iker Pou. Grandeza
Año 2000. Un jovencísimo Iker Pou logra encadenar la vía más difícil y de referencia hasta el momento: Acción Directa. Este hecho nos sirve de partida para entablar una conversación con Iker en la que hemos tratado detalles menos conocidos de su forma de entender la actividad en la montaña. Iker Pou es uno de los más grandes de la historia. Para Kissthemountain es todo un privilegio haber charlado con él. Muchas gracias. De corazón.
Artículo publicado en Kissthemountain #28. Emoción.
Por Kissthemountain. Julio 2018
Kissthemountain: En el año 1991, Wolfgang Güllich escala Acción Directa. Tienes 14 años por entonces. No es hasta el año 2000, a tus 23, cuando tú también logras hacerla. Llevabas ya varios años escalando e imagino que hasta ese momento clave en tu carrera muchas veces te habrías imaginado ese instante. ¿Qué supone en tu vida Acción Directa?
Iker Pou: Empecé a escalar de una manera seria en 1991 o 1992. Hasta entonces, había hecho algo de la mano de nuestros padres. De vacaciones siempre estábamos en el monte y hacíamos alguna trepadita. Recuerdo la actividad que hacía en 1991 como muy fanática. Allá donde íbamos de vacaciones, sobre todo en los Pirineos, siempre hacíamos algo de roca o acudíamos a los rocódromos que tenían los franceses al otro lado de la frontera. Salía del camping en bicicleta e iba al rocódromo cada día. Hacía como travesías y siempre quería llegar un poco más allá. En zapatillas, ¿eh? Iba muy picado. Esos fueron los comienzos. En 1992 todo cambia. Hablo ya de cuerdas. Mi padre, Eneko y un amigo me enseñaron a asegurar… Fue en esos momentos cuando nos llegaban las imágenes de esa famosa Acción Directa, todo un hito por entonces. Recuerdo haber nacido como escalador con las imágenes de esa gente haciendo esas vías increíbles. Como todo fanático soñaba con algún día tener el nivel para poder probar vías de este tipo. Pero en aquel entonces, todavía era impensable.
K: Antes del año 2000 ya la habías probado…
I: Fue curioso. Recuerdo, en 1998, hacer un viaje a Alemania a la zona de Acción Directa. Para nosotros aquel viaje fue algo grandioso. No sólo para Eneko y para mí, sino para toda la cuadrilla. Ir a Frankenjura, un sitio tan histórico de la escalada deportiva, donde no sólo estaba Acción Directa, también el primer 8c del mundo que fue Wall Street, era algo mágico. Unos chicos muy jóvenes de 17 o 18 años de Vitoria en Alemania, a 18 horas en coche. En aquel entonces acababa de hacer el primer 8c+ del País Vasco y uno de los primeros de España, e iba muy motivado. Pero en el primer momento no pensé ni en intentarla. Estuvimos tres semanas y no fue hasta el último día en el que probé Acción Directa. Tenía cierto gusanillo. Ese tipo de escalada de agujeros y explosiva siempre se me había dado muy bien. Con un amigo, Iker Arroitajauregi, un gran escalador, fui para allá. Él la había probado el día de antes y me animó. Menos el salto de entrada, veía que más o menos los movimientos me salían. Había que enlazarlos, pero las sensaciones eran buenas. Me motivé muchísimo. Me arrepentí de haberlo dejado para el último día. Fue como una fiebre. A partir de entonces me propuse lograrla. En 1999 volví de nuevo. Era un plan de viaje largo. Fuimos muchos amigos, entre ellos Andoni Pérez, un compañero de escalada de siempre de Vitoria. Teníamos tres o cuatro meses sin rumbo fijo. Allí nos plantamos con intención de darle pegues en serio.
K: Me hablas de tus amigos… Te oí decir, en relación a Acción Directa, que su encadenamiento fue el de toda una generación de Vitoria, de tu cuadrilla y amigos.
I: Sí, esa realización fue algo más. Yo puse el componente físico, pero tuve un gran apoyo de todo el mundo. No tengo palabras para agradecerlo a la cuadrilla por el esfuerzo que pusieron en que yo hiciera aquella vía. No sólo estaban mis padres y Eneko, el sacrificio fue de mucha otra gente que tenía que venir a escalar conmigo a Alemania. En aquel entonces trabajaba en los rocódromos de Vitoria. Me acuerdo que Pablo, que era el encargado y jefe, cuadraba mi horario para que yo pudiera irme a mitad de año a escalar. Todo el mundo me facilitaba las cosas. Cogían sus días libres, si podían, para venir conmigo. Andoni tomó vacaciones para acompañarme a lo que fuera. Fue una apuesta de todo el mundo. Hicimos una gran piña y por eso siempre he dicho que es un logro colectivo. Lo que se consiguió, con lo lejos que estaba, lo jóvenes que éramos y los escasos recursos económicos que teníamos, sin casi dinero para gasolina o comer, fue algo muy grande.
K: ¿Recuerdas el día después de Acción Directa?
I: Me acuerdo de no creérmelo. En 1999 estuve casi dos meses probándola. Los últimos días me quedé ya solo con Andoni Pérez. Estaba nevando tanto y hacia tan mal tiempo que decidimos irnos y seguir viajando y escalando. La dejé muy a punto de conseguirla. Pero el tiempo y los escasos recursos económicos no nos lo permitieron. Estábamos tirados en un camping, sin poder alquilar una casa, en una Ford Courier, casi no nos podíamos duchar por el frío que hacía… Las condiciones fueron horribles. Acabamos yendo a Italia y a Eslovenia con la idea de volver al año siguiente.
K: El año 2000.
I: Sí. Volvimos mucha gente otra vez. De nuevo el tiempo no acompañaba. Estaba todo muy húmedo. Estuve a punto varias veces pero no lo conseguía. Andoni se tuvo que volver a casa a trabajar. Yo me quedé con el fotógrafo norteamericano que había venido a sacar vídeo y foto. Él me aseguraba. Puso la cámara en un árbol. Conseguí hacerlo una semana después de que la gente de Vitoria se hubiera ido. No me lo creía. No pegué ni ojo en toda la noche. Al día siguiente estaba como en una nube.
K: Cuenta Oscar Gogorza que te vio en el rocódromo donde trabajabas justo después de haberla conseguido. Estabas barriendo y le dijeron: “mira, ese es Iker Pou”. Me hace gracia porque dice que parecías un homeless, con una camiseta vieja negra y tus auriculares. Pensó en ese momento que este deporte era muy marginal si uno de los mejores escaladores del mundo, tenía que estar haciendo ese trabajo. ¡Cómo ha cambiado todo! Me gustaría que me hablaras de la profesionalización de la escalada y que me dijeras en qué momento te das cuenta de que puede ser una forma de vida y te lanzas a ella.
I: El paso a la profesionalización fue casi sin quererlo. Cuando hice Acción Directa todo estaba en pañales. Ni siquiera cobrábamos dinero por escalar. Había que trabajar para poder hacer el siguiente viaje. Pero mira, éramos tan fanáticos por aquel entonces que nos daba todo igual. Trabajábamos para irnos a escalar. Había que dar cursillos o lo que fuera necesario para poder viajar a algún sitio. Hoy en día, si le planteases esto a muchos de las generaciones jóvenes, lo verían impensable. Incluso viajábamos haciendo autostop. Esto hoy en día es inconcebible. Hay muy poca gente dispuesta incluso a coger el autobús [Risas]. Son otros tiempos. Nosotros no éramos una generación muy tecnificada en cuanto a entrenamientos. Vivíamos la montaña de una manera más pasional. Nos gustaba ir a dormir por ahí, vivaquear… Hoy en día hay mucha más información. Sabes lo que hacen los demás al otro lado del mundo. En aquel entonces había revistas y poco más. Cada uno vivía en su burbuja y miraba sus propios logros. Era otra pasión. Ahora se ve mucho más lo que hace el resto. Para mi gusto hay demasiada información.
K: ¿Y vuestra profesionalización?
I: Ni nos la planteábamos. Surgió de repente. Nos buscábamos la vida para poder escalar y no veíamos que se pudiera vivir de esto. Quizás surgió a raíz de Acción Directa, pero tampoco es tan claro. Estaba contentísimo pero seguía trabajando y dando los mismos cursos. En el año 2000 nos surgió la posibilidad de ir de expedición con Al Filo de lo Imposible a Canadá. Fue una experiencia brutal. Nos encantó. Allí empezamos a darle vueltas a un proyecto que nos sirviera para intentar sacar un dinero que nos permitiera viajar, conocer sitios y hacer grandes paredes. Después de Acción Directa sentía incluso un poco de vacío. Decidimos salir juntos y unir las cualidades como alpinista de Eneko con las mías más de escalada. Vimos que funcionaba perfectamente y encima nos los pasábamos bien. La idea surgió en 2000, pero hasta 2003 no conseguimos nada. Tocamos mil puertas pero no lográbamos arrancar “7 Paredes, 7 Continentes”. Fue muy difícil. Le tengo que dar las gracias a la insistencia de Eneko y a su confianza.
K: Es que es como si hoy Adam Ondra siguiera trabajando en un rocódromo…
I: En el año 2000 todo era muy diferente, Juanmi. Ha habido un cambio abismal. Hoy en día hay muchas vías 9a, pero en aquel entonces Acción Directa era la vía de referencia. La había probado todo el mundo y sólo tenía una repetición de 1992 por Alexander Adler. Que una persona de fuera y con los medios que teníamos consiguiera hacerla fue increíble, pero no tuvo la repercusión quese le daría hoy en día.
K: Estando en Alemania, Eneko vivió unos de los momentos más difíciles de su vida en el Annapurna. ¿Cómo los viviste?
I: La verdad es que fue muy duro. Menos mal que en aquellos entonces no había tanta información. Llegaba algo, pero muy dosificada. Fueron momentos de mucha tensión. Yo estaba intentando Acción Directa y todo el tiempo con la mente en Annapurna. Nuestros aitas pendientes de Eneko en su expedición y de mí en Alemania. Sabía que iba muy bien acompañado pero él era muy joven. Tendría 23 años o alguno más. Las expediciones son algo más serio. Estamos hablando de muchos otros factores.
K: Además estaba la incertidumbre. En aquellos tiempos las comunicaciones no eran como ahora. No podíais contactar tan facilmente con Vallejo y Latorre para ver cómo se encontraba Eneko.
I: Había algún teléfono satélite y un periodista que mandaba información pero, como te digo, muy dosificada, una vez a la semana más o menos. Por una parte, casi mejor no saber tanto.
K: Otro momento clave y que mucha gente piensa que es muy significativo, y que supone la consolidación de la cordada que formas con tu hermano, fue cuando escalando en el Naranjo caes y te vuelves a encordar para lograrlo. Comentaba Jabi Baraiazarra que esto demostraba el carácter de vuestra cordada… Hablo del hecho de no rendiros y de decir, hostias, tiro para adelante…
I: Recuerdo que había cámaras y al ver que había tensión se pusieron a grabar. Cogieron la caída. Sí, siempre nos hemos caracterizado por ser muy perseverantes y cabezones. Hemos tenido mucha capacidad de sacrificio y siempre que nos hemos propuesto algo, lo hemos intentado a tope. Creo que eso nos ha hecho fuertes como cordada. Nos conocemos muy bien, escalamos juntos, y casi sin hablar sabemos a quién le toca cada largo en una gran pared. Sin mencionar una palabra, uno le pasa el material al otro. Sabemos muy bien las cualidades de cada uno.
K: Te iba a preguntar qué era una cordada para ti, pero creo que ya me has dado la respuesta.
I: Sí, en una cordada tiene que haber mucha complicidad. Se forma con alguien con quien escalas habitualmente y donde hay mucha química. Eso es una buena cordada. Hay mucha gente que sube a sitios complicados con cualquiera, sin ni tan siquiera haber escalado mucho tiempo juntos. A nosotros esto nos cuesta. Conociendo bien al otro miembro de la cordada existen más facilidades para conseguir muchos de los objetivos.
K: Después de la charla con Eneko me quedé con la idea de que siempre andáis buscando la superación. Él me decía que cada vez es más difícil conseguirlo. Me gustó y me dio bastante que pensar. Creo que no estuve muy vivo porque me hubiera gustado saber qué es para vosotros la innovación. Así que aprovecho ahora que te tengo aquí a ti. ¿Qué momentos vuestros pueden ser considerados como revolucionarios?
I: Como te dijo Eneko, cada vez es más difícil superarse. Lo difícil muchas veces es tener las ideas y la visión de algo diferente que se salga de lo normal. Es muy complicado buscar sitios nuevos y actividades revolucionarias. Lo fácil es ir a tiro hecho. Siempre intentamos encontrar algo más y esto a veces es agotador. Perseguimos cosas que a nivel personal nos aporten. Actividades que para nosotros han sido clave hay unas cuantas. Por ejemplo, el final de “7 Paredes, 7 Continentes” en el Zerua Peak, en la Antártida, fue una actividad muy difícil. La apuesta que hicimos por la ligereza, sin sacos ni nada, en una pared que no sabíamos ni la altura que tenía, en la Antártida con un frío tremendo, y con el compromiso que asumimos sin apenas material, es una de ellas. La escalada y la bajada fue muy bestia, un paso adelante en nuestra carrera. “Podemos hacer esto también”. Antes de ésta recuerdo Trango. Fue un gran paso ir al Himalaya a una pared a seis mil y pico. Andar a esa altura se puede, pero escalar y con gran dificultad… Fue otro gran hito para ver de lo que éramos capaces. Muchos lo habían intentado… Esos alemanes, como Wolfgang Gullich…, gente que habíamos admirado siempre y nosotros tratando de mejorar eso, de liberar toda la vía. Nos quedó muy poco. Siempre hemos buscado ir más allá.
K: ¿Orbayu?
I: También. Fue una apuesta clara de la alta dificultad en pared. Creímos que podía salir y al final se consiguió después de mucha cabezonería, esfuerzo y entrenamiento. Hoy en día se reconoce internacionalmente como una vía de muchísima calidad. La hemos puesto en el mapa. Con los años tomará más valor lo que fue esa ascensión de 2009. En aquel año no había tantas vías de esa dificultad en pared. Estamos muy orgullosos de Orbayu. Dimos con una joya. La vía más bonita que hemos abierto jamás. Ya nos gustaría encontrar alguna otra pared así…
K: Lo mismo me dijo Eneko.
I: La gente no se da cuenta. Estamos en un mundo de cifras, letras y demás… Abrir esa vía fue muy grande. Lo difícil es la visión de ver esas líneas. Es fácil repetirla, lo complicado es la innovación.
K: Quería preguntarte por tu punto de vista de lo que hemos vivido en los últimos días con los récords de Colin Haley en el Denali, o Honnold y Caldwell en la Nose de El Capitán. Tuvisteis un cruce muy bonito en Twitter hablando de esto. Entró también Juanjo San Sebastián, Kilian Jornet… Fue todo muy respetuoso. Alguien le reprochaba a Kilian la obsesión por los números en relación a los tiempos, y él respondía que ya el simple hecho de hablar de 14×8000 es poner números… Hacer la Nose de El Capitán en menos de dos horas es más una cuestión de preparación que de exploración, ¿no?
I: Son disciplinas diferentes. Ya nos gustaría a nosotros poder subir en menos de dos horas El Capitán. Nos encantaría, pero hay que ponerle el valor que tiene para cada uno. Es genial, son unos números increíbles, pero nosotros personalmente le damos más valor a otras actividades en la montaña. Me parece más interesante subir un sietemil virgen en Himalaya que ascender el Denali en poco tiempo. Para mí eso son números. Eneko y yo preferimos la exploración y la aventura. Lo difícil está en encontrar estos sitios donde la incertidumbre es total. Lo otro está genial, pero es más deporte, atletismo en sitios controlados. Tiene su peligrosidad, pero es algo distinto. Para nosotros la montaña y el alpinismo están en la exploración y en intentar hacer algo más allá. Y ya te digo que es increíble lo que ellos hacen. Quizás nuestra forma de entender la montaña sea más romántica.
K: Iker, vuelvo a Zerua Peak. No me quiero dejar algo importante. Tuviste un momento muy complicado en el rápel del descenso. Saltó todo y estuviste a punto de que hoy no estuviésemos hablando. Al llegar al lugar de Eneko, estabas con las lágrimas saltadas. No sé si por miedo, por impotencia o por pensar lo cerca que habías estado de la muerte. Eneko me decía que los ataques de pánico o de ansiedad son algo que uno no se puede permitir en una actividad comprometida, porque pueden tener consecuencias fatales.
I: Fueron momentos muy tensos. Se mezcla todo. Bajábamos realmente agotados después de muchas horas de actividad sin dormir. Fue adrenalina total. Estábamos a 15 grados bajo cero. En la reunión se me caían las lágrimas mientras sudaba a chorros. Estaba empapado. Cuando saltó toda la reunión fueron instantes de un pánico brutal. No sabía ni lo que pasaba. Estaba justo en el borde asomándome. Recuerdo agarrarme con todas mis fuerzas y con la otra mano intentar meter los puntos que habían saltado. Había un clavo que estaba mal. Eneko iba con todo el material. Tuve que hacerlo con una cantimplora congelada mientras me sostenía de puntillas. No tuve más remedio que colgarme de nuevo pues estaba agotado. No sabía si eso aguantaría. Ha sido la peor situación que he vivido nunca. Pasa todo muy rápido. Casi no te das cuenta. Lo vives más cuando has conseguido bajar. Con el tiempo los momentos malos van olvidándose, afortunadamente [Risas].
K: Y al llegar a Eneko…
I: Él estaba también muy tenso. En ese momento sólo pensábamos en bajar, en sobrevivir. Todavía nos quedaban 400 metros de rápel. Fue centrarse en lo que estábamos haciendo y seguir bajando. Al tocar suelo fue una liberación y una satisfacción total. Bajamos totalmente groguis. Fueron más de 25 horas de actividad. La reflexión viene una vez que ha pasado, a los días.
K: Porque en el momento… Intento ponerme en tu lugar, sabiendo que no te has matado porque no, porque hubo suerte, y estás en una pared quedándote 400 metros de bajada… ¿No existe, Iker, el riesgo de bloqueo mental?
I: Es lo que te decía Eneko… Si lo sufres, te quedas ahí. Hay que intentarlo. Cuando estás en apuros siempre intentas salir de esa situación. En la escalada es lo mismo. Lo que buscas por todos los medios es bajar. Recuerdo otros descensos en Patagonia también malísimos con muchas horas encima y pensando que era imposible porque el vendaval no dejaba rapelar. Además muertos de frío. El cuerpo y la cabeza tiran para abajo. Si te paras estás perdido. Lo que quieres es buscar el confort de estar a salvo. Una bajada en Fitz Roy en 2006 fue tan espantosa que pensamos que no íbamos a ser capaces de lograrlo. Recuerdo tramos de ir a gatas en un collado arrastrándonos con los pies clavados. Y todo esto después de llevar casi 30 horas casi sin interrupción. El cuerpo al final quiere sobrevivir.
K: Es así en muchas situaciones límite de la vida. Te sorprendes de cómo reaccionan cuerpo y mente. Vives acojonado ante una situación y cuando llega, no se sabe por qué, se supera.
I: El aguante del cuerpo y de la mente es mucho mayor del que pensamos en condiciones extremas de no beber, no comer o no dormir… Van mucho más allá.
K: También ayuda el hecho de que sea Eneko el que está allí. Estoy seguro. Es lo que hablabas antes de no encordarte con cualquiera.
I: Claro, es mucho más fácil. Es tu hermano y compañero y al que conoces bien. Eso te da confianza y seguridad. Siempre hemos salido de esas situaciones y por qué no en ésta. Son momentos difíciles que se hacen más fáciles por el hecho de estar juntos.
K: ¿Hacia dónde van tus pasos? Por lo que he entendido tras hablar con vosotros, os movéis mucho por disfrutar de la montaña incluso si la actividad no es compleja, pero también buscáis esa superación que os lleva a complicarlo todo un poco más. ¿Es compatible esto en los próximos cinco o diez años o se te pasa por la cabeza aflojar?
I: Es una buena pregunta, Juanmi. Siempre hemos dicho que mientras la motivación aguante, el cuerpo funcionará. Igual no podemos estar al máximo en vías como Orbayu u otras incluso más difíciles, porque supondría demasiado esfuerzo. Pero la motivación y la experiencia suplen las deficiencias físicas. Es compatible, pero en nuestro juego lo bueno es que cada uno se pone sus límites. Nos queda mucho terreno por explorar. Tenemos mucha experiencia y podemos seguir viajando a sitios nuevos, quizás no con el máximo de dificultad, pero sí que ésta puede ser muy grande. Haremos cosas difíciles y que nos motiven adaptándonos a nuestra situación. Queda mucho terreno. De jóvenes quizás estábamos más fuertes, pero no podíamos hacer lo que hacíamos ahora. Jugando con cabeza y eligiendo bien los objetivos, podemos hacer cosas que nos hagan vibrar y sentirnos vivos. En mi caso, hoy en día aún tengo un objetivo muy ambicioso en escalada deportiva. Es una vía que sería mi máximo de dificultad. Es un proyecto que llevo años probando. Me gustaría centrarme e intentar hacerlo. Quiero realizarlo y pondré toda la carne en el asador. Después, creo que tengo claro que a nivel de dificultad en escalada deportiva, me relajaré. Me supone tanto esfuerzo mental y de sacrificio que no lo volveré a intentar, porque creo que ya no compensa. Nos centraremos más en objetivos de exploración de sitios nuevos.
K: Iker, no sé si te has parado a pensar que cuando se forma la cordada en 2002 o 2003, es quizás Eneko quien debe renunciar, entre comillas, a su lado más alpinístico y asumir tus reglas del juego, por así decirlo. Y ahora me hablas de ir hacia el lado de Eneko. Parece como si fuera su turno.
I: Sí, Juanmi. Es prácticamente esto. Si consigo este objetivo, y no le voy a dar muchos años, me apetece más la actividad más alpinística y ponerme las pilas para alcanzar mayor nivel en esta disciplina. Quiero prosperar en este sentido y poder ayudar a Eneko, porque él es quien se maneja mejor en este tipo de actividad. Yo mantengo el tipo, pero quiero dar un paso hacia adelante y hacer cosas muy interesantes.
K: Es muy bonito, Iker.
I: Sí, Juanmi, no lo había pensado así, pero es verdad. Es la evolución. Cuando llevas tantos años buscas nuevos estímulos… Me motivan otras cosas. Son otros caminos los que me llaman ahora. En estos momentos, y a ver si se entiende bien, hacer sólo escalada deportiva me aburre un poco. Muchos terminan una vía y, según lo hacen, sin disfrutar de lo logrado cuando quizás se han tirado dos años intentándolo, se ponen diez metros más a la izquierda y de nuevo empieza su odisea. Se trata de saber cambiar y de renovarse. Hay cosas más interesantes que reducirlo todo a un cacho de piedra.
K: ¿Tiene cabida Himalaya en estilo alpino? ¿Te atrae?
I: Sí que atrae, pero quizás tenemos un pequeño hándicap con la aclimatación. Las veces que hemos estado en altura la sufrimos mucho. No sé hasta qué punto podríamos. Tampoco escalar ochomiles es lo que más me atrae. Prefiero montañas igual un poco más bajas, seismiles o siestemiles, que impliquen más exigencia técnica, que otras donde vas a encontrar mucha gente. Eso es lo que quiero seguir haciendo. No lo descarto, pero…