23 Dic Juan Migueliz Leyre Trail. Una sonrisa en el perfil.
Texto: Kissthemountain
¿Pero qué soy yo si no eres tú? ¿No soñaste algún día con dar vida a una carrera por esta sierra que tanto amabas? ¿No era éste el lugar que siempre elegías para disfrutar de la montaña? ¿No fue en mi recorrido donde nació tu gran amistad con muchos de los que hoy me dan vida?
Soy una carrera que transcurre por la sierra de Leyre. Me piden que hable de mí misma. Nunca es fácil. Más cuando nací hace sólo tres años y rodeada de otras muchas pruebas con gran peso en el norte peninsular.
Empezaré por lo más reciente. En mi última edición celebrada el 20 de octubre de este año que ya se nos va, participaron 350 corredores, muchos de ellos con un gran reconocimiento en el mundo de las carreras de montaña. Por el pico Castelar, después de superar ese repecho tan duro inmerso en un bosque de hayas que conduce hasta su cima, vi pasar a Ander Iñarra, Xabier Zarranz o Iban Latamendi en las primeras posiciones. Entre las chicas, lo hacían Mari Cruz Aragón, Amaiur Iglesias o Inma Sáinz, entre otras.
Un año más, iba fijándome en cada uno de los rostros de los corredores deseando verte pasar, pero sabiendo que eso, salvo milagro, no iba a ocurrir. Pero en esta edición, cuando el último de mis participantes dejaba a la izquierda la cruz que corona esta cima para continuar completando mi recorrido, no sentí tristeza, sino que una sonrisa se dibujó en mi perfil. Al principio me sentí desconcertada e incluso un poco avergonzada. Pensaba que no era justo sonreír de alegría si tú, Juan, la persona a la que debo mi existencia, no estabas aquí presente. Entonces fue cuando me pareció oír tu voz que me decía que también tú te sentías feliz por ver cómo aquello que un día soñaste, se estaba haciendo realidad.
Leo lo que llevo escrito y me doy cuenta de que no estoy hablando de mí, sino de Juan Miguéliz. Me planteo borrar todas estas líneas y comenzar de nuevo. Me han pedido que hable de mí y todo apunta a él. Pero, ¿no somos él y yo lo mismo? Nunca me había planteado si el alma de una persona puede reencarnarse, y menos en una carrera. Quizás esté dejando volar demasiado mi imaginación. ¿Pero qué soy yo si no eres tú? ¿No soñaste algún día con dar vida a una carrera por esta sierra que tanto amabas? ¿No era esta sierra el lugar que siempre elegías para disfrutar de la montaña? ¿No fue en mi recorrido donde nació tu gran amistad con muchos de los que hoy me dan vida?
Me siento orgullosa. Sé que soy más pequeña en números que otras carreras. Tampoco aspiro a alcanzarlos. Soy diferente. Y eso sin duda es gracias a ti. Si yo pudiera, también participaría en mi misma. ¿Tiene esto sentido? Probablemente, no. Y menos tener claro que no lo haría para intentar llegar lo más arriba posible en la clasificación. Sin duda, lo haría para disfrutar de mi recorrido.