LA OBSESIÓN POR GORBEIA. Las cuatro estaciones

LA OBSESIÓN POR GORBEIA. Las cuatro estaciones

LA OBSESIÓN POR GORBEIA. Las cuatro estaciones

 

 

Todo lo que yo tengo,

Todo yo te lo daba.

Puedes buscar por tierra,

Puedes buscar por aire, 

Que como yo te he querido,

No va a quererte nadie.

 

Texto por Kissthemountain

 

 

 

Si alguien me preguntara si conozco bien Gorbeia, no sabría qué decirle. He estado en esta zona de Euskadi en tres ocasiones, pero cada vez que la visito hay algo nuevo por conocer. Como si fuera una chica de la que llevo tiempo enamorado, siempre me sorprende. Crees conocerla bien y cuando menos te lo esperas te muestra un aspecto diferente que te hace caer más rendido aún a sus encantos. Así es Gorbeia. Digamos que la conozco algo, pero que siento que su naturaleza es tan vasta y bella que seguiré visitándola siempre que pueda.

 

OTOÑO

Mi primer contacto con esta zona del norte peninsular fue con motivo de una carrera, la Gorbeia Suzien, a la que acudí en 2022, cuando acogía la prueba final de las Skyrunner World Series, esa que proclamaría a los campeones de la Copa del Mundo. Aunque ese día el tiempo y sobre todo la niebla no nos ofreció a los corredores vistas aéreas de su recorrido que, con salida y meta en la localidad de Zeanuri, permite conocer las inmediaciones de la cumbre de Lekanda (1.309 m.), las campas de Arraba, el Aldamin (1.373 m.) y que tiene como punto culminante la cruz situada en la cima del Gorbeia (1.482 m.), todo ello en el Parque Natural de Gorbeia, ya percibí que estaba atravesando unos senderos salvajes de una belleza descomunal. Alguien podría decir que los corredores tuvimos mala suerte porque la niebla nos privó de las grandes panorámicas que ofrece este entorno natural. Puede que fuese así, pero sí que pude vivir desde cerca pasos por rocas escarpadas, campas para pastos y bosques frondosos de hayedos y robledales que en otoño, ya se sabe, siempre ofrecen su mejor cara. Creo que incluso entre laderas de hierba fresca contemplé pastando a alguna oveja latxa, de cuya leche se obtiene el famoso y condecorado queso Idiazabal. 

 

 

Siempre pienso que las cosas ocurren por algún motivo del que se puede extraer algo positivo. El hecho de que los caprichos climatológicos no me hubiesen dejado ver en todo su esplendor el recorrido de esta prueba que en 2024, el 28 de septiembre, celebrará su 11ª edición, y que atrae a corredores venidos de todas las partes del mundo, me hizo querer volver. También el cariño de las gentes de Zeanuri que me decían que la Gorbeia Suzien, aunque importante para ellos, no era más que una pequeña muestra de todo lo que albergaba el Parque Natural de Gorbeia, la reserva natural más grande de Euskadi. 

GORBEIA SUZIEN

PARQUE NATURAL DE GORBEIA

 

 

 

PRIMAVERA

Al volver a casa después de esa primera visita a Gorbeia, estaba entusiasmado. Leí mucho sobre este rincón del mundo y, sobre todo, del Parque Natural que lleva su nombre. Comprendí que su territorio no sólo era extenso -22.000 hectáreas- y bello, sino que es considerado un punto de referencia de todo el montañismo vasco, teniendo para los vizcaínos un significado cultural y afectivo que transciende su belleza, a la vez que ofrece incontables actividades de senderismo, bicicleta de montaña, montañismo, espeleología, rappel o incluso rutas a caballo. Mi chica se reía de mí diciendo que me había obsesionado. Bendita obsesión.

En la primavera del siguiente año, me regaló un viaje que no olvidaré jamás. Uno de esos que va más allá de lo que conoces físicamente. Fue algo incluso muy espiritual. Nos alojamos en un establecimiento rural situado en el barrio de Urigoiti, en la localidad de Orozko, en las laderas del macizo de Gorbeia. Su elección fue perfecta. Desde allí, cada mañana, partíamos a pie o en coche camino de alguna ruta que ofrece la increíble red de senderos de Gorbeia. Recuerdo que en esa época se vivía un episodio temprano de calor en el resto de la península. Allí, en cambio, teníamos que colocarnos algo de abrigo cuando por las noches salíamos a cenar a sidrerías y asadores donde llenábamos los gastados depósitos de energía con carnes a la brasa, pimientos de Gernika y queso Idiazabal, para que, a la mañana siguiente, las fuerzas nos acompañasen de nuevo.

 

 

Estuvimos allí cinco días. Realizamos muchas actividades caminando y corriendo por la extensa red de senderos que ofrece la zona. Por supuesto que subimos a la Cruz del Gorbeia para que ella pudiera verla y yo de paso maravillarme con sus vistas que no pude disfrutar el día de la carrera. Corrimos por los hayedos del monte Albertia, de Untza al salto del Nervión, por el hayedo trasmocho de Izartza, ubicado en la falda del monte Arrola… Y por muchos sitios más. Gorbeia es un auténtico paraíso para el trail running. Pero quizás lo que más me sorprendió fue el Biotopo de Itzina, por sus formaciones kársticas.

Itzina es salvaje. Desde lejos se ve como una formación rocosa cuyos bordes forman una cresta cóncava con cimas de más de 1.000 metros de altitud como peña Lekanda, Gorosteta, Ipergorta, Altipitatz y Askorrigane. Entramos a su interior por un increíble pasadizo en medio de la roca llamado “ojo de Atxulaur”. Las vistas desde las distintas cumbres son realmente fascinantes. Hayas centenarias y musgos conforman un espacio que te hace sentir como si estuvieras en un espacio mágico. No llevábamos equipo para entrar en su subsuelo. Fue una pena, pero también una futura excusa para volver a este singular espacio natural. Nos dijeron que en su interior hay numerosas cuevas, simas y ríos subterráneos, un verdadero sueño para los amantes de la espeleología.

 

 

Antes de poner punto y final a nuestro viaje, en el mismo pueblo de Orozko, en la Casa Palacio Legorburu, también conocida como Casa Kareaga, visitamos el Museo Etnográfico de Orozko. Conocer el patrimonio histórico del valle, las tradiciones de sus antiguos pobladores y toda su cultura fue un buen broche para cerrar este inolvidable viaje.

 

RED DE SENDEROS

BIOTOPO DE ITZINA

MUSEO ETNOGRÁFICO DE OROZKO

 

 

 

VERANO

Al volver de ese viaje primaveral, era mi chica la que parecía obsesionada por la zona. No dejaba de buscar información en Internet y en una guía que encontró en la librería a la que siempre íbamos en nuestra ciudad. Una tarde, me propuso volver en verano, pero esta vez con nuestras bicicletas de montaña. Quería hacer la Gorbeia Bira, una ruta que circunda el Parque Natural de Gorbeia por pistas y carreteras. No pude negarme. La posibilidad de volver de nuevo a Gorbeia hizo que la difícil etapa laboral que vivía en esos momentos pasase a un segundo plano.

Esta vez elegimos Zeanuri como punto desde el que cada mañana salíamos a realizar alguna actividad. El tiempo fue perfecto. Los días nublados se alternaban con los de sol, pero estos últimos no nos impedían realizar los 93 kilómetros con 2.400 metros de desnivel de la Gorbeia Bira en sentido antihorario. Descubrimos entornos naturales que aún no conocíamos, como el Humedal de Saldropo, el bosque de las Burbonas o el embalse de Urrúnaga. Y también nos empapamos de las costumbres de pueblos que salían a nuestro paso como Murgia, Legutio y Otxandio. Fue una grandísima experiencia. Algo que repetiremos seguro con nuestras bicis de carretera. Nos lo tomamos con mucha calma, disfrutando de todas las sensaciones que nos ofrecía la ruta y deteniéndonos a saborear la rica gastronomía de la zona siempre que pasábamos por alguna localidad. 

 

 

Cuando terminamos de realizar la Gorbeia Bira, volvimos a Zeanuri. Aún nos restaban dos días de viaje. En el primero, por la mañana, nos calzamos las zapatillas y realizamos corriendo el recorrido de la Gorbeia Suzien; por la tarde, visitamos el Museo Antzasti Euskaldunon Etxea, en el municipio de Dima-Barrio Artaun, a las puertas del Parque Natural de Urkiola y frente al Parque Natural de Gorbeia, algo muy recomendable pues supone como un viaje en el tiempo que muestra con ambientes cuidadosamente decorados la forma de vivir, de ocio y de trabajo centrándose en el concepto de casa, etxea, con una visión muy femenina y adaptada a los cambios que se producen en la sociedades. El visitante se adentra en las diferentes estancias de las viviendas de finales del XIX y principios del XX pertenecientes a dos entornos: lo ancestral del caserío vasco y la modernidad del Bilbao industrial. Para el segundo día, mi chica me tenía preparada una gran sorpresa. Visitamos la cascada de Gujuli, una caída de agua de 100 metros, en el límite del Parque Natural de Gorbeia, donde los arroyos Jaundia y Basabe se unen al río Oiardo precipitándose al vacío, pudiéndose disfrutar de este espectáculo natural desde el Mirador de Goiuri. Un paisaje salvaje que muestra su grandeza, más si cabe, tras periodos de fuertes lluvias en invierno y primavera. 

 

 

INVIERNO

Tenemos que volver. Eso fue lo que nos dijimos mi chica y yo en el coche nada más salir de Euskadi. Le recordé en ese momento cuando tras mi primer viaje a la Gorbeia Suzien se reía de mí diciendo que me había obsesionado. Se quedó callada durante unos instantes.

-Tiene que ser en invierno. ¿Te imaginas lo bonitos que tienen que estar sus senderos? 

-Será perfecto en esa época del año. Ya sabes que en febrero tenemos esa carrera. Podríamos venirnos unos 10 días para prepararla bien.

-¿No hará mucho frío?

-Nos abrigamos y ya está. Estoy seguro de que esa estación del año también es perfecta para los amantes del trail running.

-Estás obsesionado.

-Tú, también.

 

GORBEIA – EUSKADI

DORMIR EN GORBEIA

 

 

 

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