11 Dic Óscar Caballero. El templo maldito.
Texto y fotografías: Óscar Caballero
Como a cualquier niño, me fascinaban las películas de Indiana Jones. Soñaba con ser arqueólogo, descubrir civilizaciones perdidas, viajar a lugares remotos e inexplorados y documentar todos los hallazgos… Sí, lo sé, es demasiado, pero todos tenemos sueños y hemos sido niños, ¿verdad?
Nunca me he llevado bien con el asfalto. Crecí en la montaña, y desde muy pequeño acampaba y escalaba con amigos, fotografiaba y dibujaba todo lo que me rodeaba. Más tarde, me dediqué al diseño y a la dirección creativa.
Recuerdo en una ascensión como mi compañero y yo, cansados y congelados, nos sumíamos en nuestra propia concentración. Apenas hablábamos. De pronto me giré y grité:
– ¿Pero tú has visto dónde estamos?
El paisaje era absolutamente espectacular. El color, la luz…
– ¡Esto no se me escapa!
Eso es lo que intento plasmar en mis imágenes: la belleza sobrecogedora de nuestro planeta. A veces, estamos tan inmersos en lo que hacemos que no somos conscientes de donde nos encontramos, de la inmensidad que nos rodea.
Si a esto, además se le añade algún pequeño retoque para enfatizar la singularidad de cada fotografía, las imágenes resultan muy poderosas.
Soy consciente de que hay mucha gente que opina que una fotografía no debería retocarse porque, a diferencia de la pintura, por ejemplo, la fotografía muestra la realidad. Sinceramente, no estoy de acuerdo. La fotografía no es la realidad desde el momento en que utilizamos una máquina, un sensor, unos cristales… Es, por el contrario, una representación de ésta. La misma fotografía puede resultar de mil maneras diferentes dependiendo de la cámara, de los parámetros, del fotógrafo… Además, como decía Krishnamurti, existen tantas realidades como personas porque cada una tenemos la nuestra.
Intento siempre variar de paisajes. Me fascina comprobar la diversidad que existe en el mundo. Cuando termino una serie de fotografías, la visualizo junto a series de otro lugar. Todas siguen una pauta de color. En unas predomina el verde; en otras el blanco. Es una especie de deformación profesional que me sirve para comprobar las características comunes de un mismo lugar.
Crear una serie de imágenes me ayuda a contar una historia. No me gusta sólo el hecho de ir a uno u otro lugar o montaña, sino vivir la experiencia. Me atrae hablar con un pastor de yaks y que me cuente sus inquietudes, que me diga qué demonios hago yo allí. Me gusta comer el plato típico del lugar, aunque jamás se me ocurriría probarlo por gusto. Disfruto pasando frio junto a una persona que espera el autobús en Laponia y que me pregunta si en España todos jugamos al golf. Son todas esas experiencias las que hacen que los proyectos, viajes y expediciones merezcan la pena.
He hecho kayak en Groenlandia, he vivaqueado sobre hielo a -20 ºC, he hecho rafting en el río Zanskar, he fundado un club de montaña, he escalado un seismil virgen, he cruzado mares, ríos y lagos helados, he volado en un helicóptero de la guerra de Vietnam, he montado en camello, he rezado en un monasterio milenario, he jugado al fútbol con los sherpas, he comido en una yurta, he llorado por un dedo congelado, me han atropellado en la India, me he enamorado en Perú.
Así que, nunca llegué a ser como el Dr. Jones, ni descubrí tesoros ni tuve que escapar de un templo maldito, pero, de alguna manera, he conseguido mi particular cruzada.
Detalle del glaciar Baltoro.
Campo base avanzado del Illimani (Nido de Cóndores). 5.484 metros sobre el nivel del mar. Descansando la noche anterior al ataque a cima.
Porteador y mulas que transportan suministros en el glaciar Baltoro hasta el campamento de Urdukas. Trabajo duro y muchas veces en soledad en un lugar desafiante y hostil.
Mágicas highlands de Islandia. Un día frío y lluvioso en las tierras altas crea una atmósfera mágica. Los picos aparecen en la distancia entre las nubes en uno de los paisajes más increíbles del planeta.
Los burros tibetanos viven en manadas muy cohesionadas dirigidas por una vieja hembra. Éstas viajan en una sola fila y parecen hacer todo al unísono. Tso Moriri Lake area. Ladakh.
No hay dos icebergs iguales. Cuando divisas uno por primera vez, puedes estar viendo formas y tamaños que nadie ha visto antes. Da que pensar que los icebergs se crearon originalmente en una lenta transformación del copo de nieve en hielo durante un período anterior a la historia moderna. La capa de hielo se encuentra en un estado constante de cambio y movimiento, y cada año produce miles de icebergs que se forman principalmente en el mar a partir de glaciares en la región central y noroccidental de Groenlandia y en la costa este de esta zona del mundo.
Considerado como una de las diez maravillas del Ártico por Lonely Planet, el fiordo Tasermiut es el hogar de algunas de las mayores “Big Walls” del mundo. Vista de Ulamertorsuaq (1.858 metros sobre el nivel del mar) desde el campamento base.
Cabañas, frio, nieve, sauna, renos, aurora boreal… Perderse en la Laponia finlandesa es soñar despierto.
Las aladas montañas de la cordillera Karakoram en Pakistán te hacen temblar. Los baltíes viven en un ambiente hostil y en un clima cambiante.
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