22 Sep PIPI CARDELL Y DENIS URUBKO | Niezabudka
Hasta el pasado mes de julio, en la historia del alpinismo se habían abierto únicamente 15 vías en estilo alpino en montañas de más de 8.000 metros. Niezabudka, la vía abierta por Pipi Cardell y Denis Urubko ha sido la 16ª, con la particularidad de ser la primera realizada por una mujer. Tras su vuelta a Granada, hemos hablado con Pipi para que nos contase de primera mano no sólo los detalles técnicos de esta vía y su proceso de creación, sino aspectos más emocionales que nos permiten conocer de otra manera qué es el alpinismo en nuestros días. Muchas gracias Pipi y Denis por este regalo que nos habéis hecho a todos los que amamos las grandes montañas.
Por Kissthemountain
Kissthemountain: Hola, Pipi. ¿Qué tal va esa garganta hoy? ¿Se te pasó ya la fiebre?
Pipi: Estoy un poco mejor, pero aún con mucha tos. El aire acondicionado me sienta fatal. Vengo de darme un paseo. Me sentía un poco harta de estar aquí dentro de la casa.

K: Vamos a empezar. Si te sientes mal en algún momento, paramos, ¿vale? Entre los días 5 y 11 del pasado mes de julio, junto a Denis Urubko, tu pareja, abriste una vía en estilo alpino, Niezabudka, en la vertiente de Diamir del Nanga Parbat [8.125 metros], en un itinerario mixto que os ha exigido progresar por nieve, hielo, roca y glaciar. Esta actividad ha supuesto la primera apertura en este estilo de una vía en una gran montaña por parte de una mujer. Me gustaría, para poner en contexto a nuestros lectores, que nos hicieras un resumen de estos días tan intensos que, no creo equivocarme, pasarán a la historia del alpinismo.
P: Por la experiencia pasada, sobre todo de hace dos años cuando hicimos cima en el Gasherbrum I, teníamos clarísimo que una de las claves para abrir una vía en estilo alpino en un ochomil era la aclimatación. Llegamos a Pakistán el 26 de mayo. Decidimos permanecer en Skardu con la intención de empezar a aclimatar, pero sin desgastarnos, algo muy importante. Pensamos que lo mejor sería hacer montañas de alrededor que nos permitieran bajar a dormir al hotel o como mucho pasar una noche fuera, y así descansar y comer bien. Pasamos allí unas dos semanas. Hicimos montañas de 3.000, 4.000 y 5.000 metros, con desniveles considerables, comenzando prácticamente desde donde nos dejaba el jeep. Fue una mezcla entre aclimatación y entrenamiento, algo que tanto Denis como yo consideramos un acierto, porque cuando llegamos al campo base del Nanga Parbat nos encontrábamos en un estado de forma excelente, tanto que en la aproximación, de dos días, otros alpinistas que nos acompañaban se sorprendieron de la velocidad a la que íbamos caminando. Al llegar al campo base del Nanga Parbat, nuestra idea era no tocar esta montaña ni siquiera para aclimatar. Sí que teníamos previsto movernos por el pico Ganalo, que nos ofrecería una muy buena visión de la vía que pretendíamos abrir y nos permitiría seguir aclimatando a mayor altitud. Resultó ser una maravilla, con una arista muy elegante. Los cuatro o cinco días antes de acometer Niezabudka los pasamos comiendo, descansando y recuperando bien.

K: Cuéntame cómo fueron los cinco o seis días de actividad sin entrar mucho en detalles técnicos pues estos ya están publicados en otros medios como mountain.ru o Desnivel.
P: El primer día fue de aproximación atravesando el glaciar Diama. Aunque mucha gente piensa que Mummery y su equipo desaparecieron en el espolón que tiene su nombre, realmente fue aquí. Pusimos la tienda en un lugar seguro pues vas muy pegado a la pared y hay muchos desprendimientos. Esa noche, ya al día siguiente, de madrugada, fuimos a la base de la pared y comenzamos la vía en sí. Entramos en un corredor. Los primeros 200 metros los hicimos en ensamble, escalando muy rápido porque teníamos un sérac encima. Nos dimos cuenta de que las condiciones, por el calor, no eran muy buenas. De hecho, a las dos de la mañana, atravesamos un río de agua que ya bajaba por allí. Una vez pasados esos 200 metros, empezamos a escalar largos en hielo en la vertical del corredor. Cuando llevábamos 14, nos amaneció, empezó a dar el sol y a caer una lluvia de rocas y piedras. No teníamos escapatoria, así que tuvimos que hacer dos o tres largos más a toda velocidad hasta llegar a un sitio que estaba protegido. Limpiamos una repisa y pasamos siete horas sentados mientras esperábamos a que pararan de caer. No te puedes ni imaginar lo grandes que eran. Fue uno de los momentos más complicados como luego te contaré. A las 19:00, retomamos la escalada para salir del corredor. Aunque pensábamos que eran muchos menos —es lo que tiene abrir una vía desconocida— al final tuvimos que hacer 19 largos más. En total, el corredor nos exigió 33 en hielo. Llegamos a las 10:30 de la mañana a un sitio donde al fin pudimos establecer la tienda. Queríamos descansar, beber y por la tarde salir de nuevo, pero empezó una tormenta. Todas las tardes nos ocurrió lo mismo, con acumulación de nieve y un viento tremendo. Pasamos las horas en la tienda y de madrugada salimos de nuevo, ya en el tercer día, con una de las secciones más técnicas de la vía, con escalada en mixto por la arista, porque progresar por la nieve hasta las rodillas nos hubiera exigido un gran esfuerzo. Tuvimos que optar por la opción más técnica, pero que físicamente nos requeriría menos. Una vez pasada esta sección, como también te contaré más adelante, nos sentimos con mucha confianza en lograr el éxito en esta actividad. En cualquier caso, por la acumulación de nieve, llegar a la base de la pirámide cimera fue un gran trabajo, abriendo huella y con peligro de avalancha. De hecho, en una de las travesías nos cayó un alud justo delante, nos dimos la vuelta, plantamos un vivac y por la noche volvimos a salir a por la pirámide cimera, que tiene mucho más desnivel del que parece cuando ves una foto o un plano. El día de cima son 900 metros de desnivel que abrimos por un corredor fascinante, los primeros metros escalando a largos, y luego ya en ensamble hasta la cima.
K: Todo mucho más duro de lo que podíais imaginar, ¿no?
P: En todos los sentidos, técnica, física y mentalmente.

K: Esta actividad supone la primera apertura de una vía en estilo alpino en una montaña de 8.000 metros por parte de una mujer. La última apertura en este estilo fue por Denis en 2019 en el Gasherbrum II. Supone un alpinismo de un gran compromiso. ¿Cómo surge la idea de realizar esta actividad? ¿Qué hay detrás de Niezabudka?
P: Esto se corresponde con el estilo de alpinismo que llevamos haciendo Denis y yo desde hace ya 10 años. Siempre ha sido su modus operandi. Para él, escalar es una forma de arte y la forma de expresarlo en la montaña es dejando su huella. La línea que establece allí arriba es la manera que tiene de plasmar su arte. La manera más pura o única de hacerlo es abriendo una vía nueva, en estilo alpino, sin trabajar previamente en ella. Durante estos 10 años, hemos hecho varias aperturas en este estilo en montañas más bajas, aunque algunas muy técnicas como la del Ushba o la de Chapayev (Tien Shan), nuestra primera vía en este estilo juntos. También hemos abierto en alguna montaña virgen en la cordillera del Karakórum. Siempre se busca dar un paso más. Denis dice constantemente que los ochomiles son el verdadero coliseo. Digamos que el culmen a todas las actividades que llevamos haciendo durante estos años tenía que ser en una montaña de más de 8.000 metros. A esto se suma que la primera vez que se abrió una vía nueva en estilo alpino en una de las grandes montañas fue en 1975, hace ya 50 años, a cargo de Reinhold Messner y Peter Habeler, en el Gasherbrum I. Desde entonces, sólo se habían abierto 15 vías en puro estilo alpino. Esta supone la 16ª. No cabe duda de que se trata de algo extraordinario.
K: Me gustaría hablar contigo también de la preparación y estudio de la vía, más allá de la construcción de un estado de forma adecuado. ¿Cómo se estudia una vía de este tipo? ¿Es a través de mapas, cartografía, imágenes satelitales…? Una vez en la montaña, ¿hay margen para la improvisación?
P: Esta es una de las partes más complicadas. Abrir una vía nueva lleva aparejada la incertidumbre y por tanto tiene que haber espacio para la improvisación. Los mapas a los que recurrimos, sobre todo en Google Maps, suelen ser muy engañosos, como ya comprobé cuando hice mi expedición en solitario en el Karakórum antes de conocer a Denis de la que ya hablamos hace tiempo [fue en el número #05 de Kissthemountain, en mayo de 2016]. Lo que encontraba siempre era diferente a la realidad, y casi siempre bastante peor. Todo suele resultar más inclinado, roto, con un estado de la nieve y el hielo imprevisible. Por este motivo, solemos recurrir a buenas fotografías. Y, sobre todo, a la experiencia de Denis. En invierno de 2012, Denis estuvo ya frente al comienzo de esta vía con Simone Moro. Recorrieron el glaciar Diama. Le echó un ojo. Él siempre está mirando, observando y viendo posibilidades nuevas. En cualquier caso, la vía te guarda muchísimas sorpresas luego, más en el Nanga Parbat que es una montaña gigantesca. Por eso, tiene que haber espacio para la improvisación. Te vas a encontrar con sitios que no son lo que parecían y por los que no puedes pasar. Nos hemos visto en situaciones que hacían la progresión imposible por alto riesgo de avalanchas y, aunque fueran únicamente ocho o nueve metros, hemos tenido que bordearlos con un alto coste de tiempo y energía.

K: ¿Estos imprevistos os hacen temer en algún momento por el éxito de la actividad? Me refiero a que si tal vez el estado de la nieve o del hielo, la posibilidad de aludes o de caídas de piedras os llevan a pensar que quizás haya que darse la vuelta y probar en otra ocasión.
P: La posibilidad de abandono siempre debes tenerla presente y valorar hasta qué punto vale la pena arriesgarse ante situaciones que hacen que puedas quedar bloqueado, que no puedas avanzar ni retroceder sobre tus pasos, o que el riesgo de una avalancha sea muy real. En el corredor que atravesamos al principio, empezaron a caer piedras enormes. Caía la noche y no cesaban. Para mí, fueron momentos de angustia y de preguntarme cómo íbamos a salir de allí.
K: Imagino que también existirá el riesgo de perderse en una montaña de esas grandísimas dimensiones.
P: Con Denis es muy complicado que esto pase. Es impresionante la capacidad que tiene de entender la orografía. En todo momento sabe dónde está y las alternativas que existen para escapar. Tiene como un sexto sentido que no he visto en ningún otro alpinista. No deja de sorprenderme nunca. Incluso aquí, en Sierra Nevada, que se supone que yo conozco mejor que él, sabe leer como nadie la montaña. En esta vía, al descender de la cima, se metió una niebla tan densa que no conseguíamos dar con la tienda desde donde habíamos lanzado el ataque a cima. No teníamos ningún tipo de referencia. No veíamos rocas ni montículos. Decidimos quedarnos en el sitio y esperar a que hubiera algún claro. Si empiezas a caminar sin orientación es cuando puede venir el error.

K: La historia de esta montaña nos dice que no es precisamente amable. De hecho, que se conozca como “la montaña asesina” habla mucho de ella. Albert Mummery, Günter Messner, Alberto Zerain, Mariano Galván, Tomek Mackiewicz, Daniele Nardi, Tom Ballard… Las muertes de grandes referentes del alpinismo mundial de todos los tiempos así lo atestiguan. ¿Se tiene esto en mente de alguna manera o no hay espacio para ello?
P: Creo que es necesario tenerlo presente. Te ayuda a intentar minimizar los errores y a prestar muchísima atención. Lo vas a hacer de todas formas, pero cuando miré esta montaña por primera vez, mes sentí sobrecogida. Conoces su historia. En mi caso, no podía evitar pensar en Mariano Galván y en Alberto Zerain al mirar la arista Mazeno, en los hermanos Messner al contemplar el espolón Mummery por donde bajaron, o en Mummery al atravesar el glaciar Diama. Es necesario tenerlo presente para no ir a ciegas en un terreno en el que en cualquier momento puede sorprenderte la muerte, aunque suene muy fuerte. Hay que estar preparado no para aceptar la muerte sino para tratar de escapar de ella. Es necesario mantener la serenidad, la templanza y la cabeza fría para no entrar en momentos de pánico y desesperación, siendo consciente de a lo que te estas enfrentando, por si llega un momento en el que te encuentras en una situación de riesgo extremo poder tener la capacidad de actuar. Cuando nos sorprendió esa tremenda caída de piedras que no paraban, la solución evidentemente no estaba en bajar. Vimos un saliente a tres largos y tuvimos claro que debíamos hacerlos lo más rápidamente posible para poner nuestra vida a salvo. Hay que reaccionar con todas tus capacidades intentando mantener la cabeza en el sitio. Esa serenidad también fue la que nos hizo detenernos cuando no encontrábamos la tienda por la densa niebla esperando un par de claros que fueron necesarios para llegar a ella. Tardamos una hora y media hasta encontrarla.
K: ¿Se sabe que la vas a encontrar o no existe esa certeza?
P: No lo sabes. Se me llegó a encoger mucho el pecho porque una niebla así puede durar muchas horas. La posibilidad de que se metiera una tormenta o de que comenzara a nevar podría habernos hecho pasar una noche muy mala, con consecuencias inciertas. En esos momentos, yo me dedicaba a centrar mucho la vista para estar preparada por si se abría la niebla por una milésima de segundo, y así encontrar un punto de referencia. Pero también hubo momentos de una gran explosión de felicidad, como cuando salimos del corredor o al terminar la arista del tercer día que casi ponía fin a todas las complicaciones técnicas. En este último momento, al poder ya caminar, vi a Denis con los ojos vidriosos. Nunca lo había visto así tan emocionado. Incluso me pidió disculpas. No me lo podía creer. Fue como descubrir qué es lo que le hace llorar realmente. Aunque nos quedaban todavía dos días, pasar este punto supuso muchísimo.
K: Imagino que sería mucho por ti, por lo que estabas logrando. Es obvio que él ya ha escrito muchísimas líneas en la historia del alpinismo.
P: Sí, y por hacerlo juntos también.

K: Después de estos 10 años compartiendo vida, empapándote de su filosofía, de su forma de hacer alpinismo, al final esto es como si él te estuviera haciendo en ese momento un regalo por vuestro décimo aniversario.
P: Sí, un regalo para los dos, pero es lo que tú dices, él siempre ha tenido en mente hacerlo por mí.
K: Es un romántico, Pipi [Risas].
P: Totalmente. Se emocionó porque veía que las posibilidades de éxito eran muy altas. Ya te digo que incluso me pidió disculpas. ¡Pero qué disculpas! Fue un momento muy especial.
K: Me imagino que la cima también, ¿no?
P: ¿La cima? Cuando llegamos había vientos de 90 km/h. Era un infierno. Tuve muy poco margen para emocionarme o reflexionar, de verdad. Celebración, vídeo, mucha alegría y salir pitando. Denis piensa que había 100 km/h, pero dice 90 para que no digan que es un exagerado [Risas]. Otro momento que para mí personalmente fue mágico fue ese corredor último que abrimos de cima. Me pareció maravilloso, una preciosidad que no podía ni imaginar. Habíamos pasado ya cuatro días de escalada y, sin embargo, fue el ambiente de ese último corredor el que me envolvió y me hizo sentir la magia de la montaña, de percibir realmente la grandeza del Nanga Parbat y de que estábamos consiguiendo algo extraordinario.
K: ¡Qué emocionante, Pipi!
P: Antes me ibas a hacer una pregunta y te he cortado.

K: Sí, es un poco difícil. No sé si en alguno de esos momentos tan delicados llegas a pensar qué harías si a Denis le ocurriera algo.
P: Sí, y lo hablamos. Durante las siete horas que estuvimos en la repisa esperando que cesasen de caer piedras, hablamos de muchas cosas que podían ocurrir. Me acuerdo que le planteé qué hacer si a él le sucedía algo. Es evidente que tendría que bajar. Tenía cuerdas y los recursos suficientes para salir de ahí. Ese no era el problema. Mi preocupación era que quedase herido y cómo sacarlo de allí. Me hizo prometerle que si eso ocurría o si caía a algún sitio que pudiese verlo, pero de acceso muy complicado, no iba a bajar a buscarlo para ver si seguía con vida o no. Luego me dijo que, como me conocía, sabía que no cumpliría la promesa, pero que necesitaba pedírmelo.
K: ¿Por qué el nombre de Niezabudka para esta vía? He leído que es una planta que en español se llama “Nomeolvides”.
P: El campo base del Nanga, por la vertiente de Diamir, no está a mucha altitud, a 4.125 metros. Es una pradera de hierba completamente llena de flores y marmotas, una maravilla. Las flores van cambiando según avanza la temporada. Cuando llegamos estaba repleta de una flor que en español se llama “Nomeolvides” y en ruso “Niezabuka”. La traducción en ruso es “la chica inolvidable”.
K: ¡Encaja todo! Para Denis eres su chica inolvidable.
P: Tanto en español como en ruso son nombres muy bonitos para la vía. Ya hemos hablado de que esta actividad ha sido todo un regalo para mí. Al ser la primera mujer en abrir una vía en estilo alpino en un ochomil, me dijo que “la chica inolvidable” era un nombre muy apropiado. Nos planteamos usar el nombre en baltí, pero la gente local tampoco lo tenía muy claro. Unos nos daban un nombre y otros nos decían uno diferente. Al final, nos quedamos con ese nombre porque lo tenía todo.

K: Vamos a terminar ya. Leí en tu perfil de Instagram que decías: “No siento euforia por el logro, sino, por el contrario, al fin tranquilidad… Todo el esfuerzo pasado encaja como piezas en un puzle. Nuestro sueño personal se ha completado y es tiempo de observar la realidad. El resto llegará de la mano”. Igualmente, me da como la impresión de que no le das el suficiente valor a lo que como mujer has hecho, sobre todo, si tenemos en cuenta que, en 50 años, esta es únicamente la 16ª vía abierta en estilo alpino en una gran montaña…
P: Sí, y seis son de Denis.
K: Te decía que quizás no seas aún consciente de lo que has conseguido. Me gustaría que profundizaras en tus palabras para concluir esta charla.
P: Juanmi, ha pasado ya más de un mes y sigo recapacitando. Creo que no soy capaz de expresarlo en la medida que debiera porque sigo sintiéndolo como algo muy personal, tan nuestro, tan de Denis y mío, que me cuesta mucho interpretarlo como algo extraordinario más allá de nuestro reto personal. Es algo muy extraño, pero creo que no soy capaz de exteriorizarlo. He llegado a Granada y no he podido casi salir de casa al ponerme enferma. ¿Sabes que estamos nominados al Piolet d’Or ruso? Además, como está el mundo, no creo que sea el momento de mostrar demasiada alegría. Por eso decía que “el resto llegará de la mano”. No seremos nosotros, sino el público, la gente, quien ponga esto en valor.

K: Y la historia. Supongo que también caerá esa nominación al Piolet d’Or francés. Pipi, me gustaría profundizar muchísimo más sobre esta actividad, pero no cabría en un único artículo. Cuando vuelva Denis a Granada, que creo que me dijiste que será en octubre, quedamos un día los tres y nos tomamos una cerveza.
P: Eso está hecho.
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