RODELLAR CLIMBING FESTIVAL 2024. Sentimiento de comunidad

18 Sep RODELLAR CLIMBING FESTIVAL 2024. Sentimiento de comunidad

Texto por Kissthemountain

PLACER INDIVIDUAL VERSUS  SENTIMIENTO DE COMUNIDAD

Escuchar a una de tus bandas favoritas en los auriculares tratando de captar todos los matices, o hacerlo rodeado de miles de personas durante un concierto en un festival de música. En el primer caso, experimentamos un placer individual; en el segundo, se genera un sentimiento de comunidad al sentirnos partícipes de cierto éxtasis colectivo. Placer individual versus sentimiento de comunidad. 

Disfrutar de un partido de tu equipo solo en tu casa y cerrar el puño con fuerza ante una remontada que parecía imposible, o vivir ese gol que le da la victoria en un estadio junto a toda una grada que explota al unísono. Placer individual versus sentimiento de comunidad. 

No poder evitar que se te escape una sonrisa de felicidad fruto de la liberación de endorfinas en un entrenamiento en solitario mientras corriendo atraviesas la divisoria que enseña a ambos lados la tremenda belleza de dos valles de alta montaña, o que esa sonrisa se manifieste en la línea de salida justo antes de que todo comience al verte rodeado de cientos de corredores que como tú llevan preparando ese objetivo marcado en rojo en el calendario desde hace meses. Placer individual versus sentimiento de comunidad. 

Dar pasos firmes sintiendo eso que se conoce como flow avanzando por esa vía que tanto tiempo llevas persiguiendo mientras tu amigo de toda la vida te grita al tiempo que te asegura al pie, o hacerlo rodeado de cientos de personas que se han reunido durante un fin de semana para dar rienda suelta a un fanatismo colectivo en el que no sólo se escala, sino que se comparten experiencias y se aprende con aquellos y aquellas amantes de lo vertical que admiras desde siempre. Placer individual versus sentimiento de comunidad. 

Placer individual versus sentimiento de comunidad. ¿Qué es mejor? No existe una respuesta única para todo el mundo. Ni siquiera para una misma persona. En algunos casos, preferiremos vivir las sensaciones que se alcanzan íntimamente, sin la presencia de otros que aman lo mismo que nosotros; en otras, nos dejaremos llevar por la felicidad que nos proporciona el sentirnos parte de un colectivo, de una comunidad que disfruta haciendo lo mismo que nosotros. En cualquier caso, no tenemos por qué elegir. La mayoría de las veces, la felicidad que nos proporciona nuestra afición, convertida en muchos casos en auténtica pasión, la experimentaremos en soledad o rodeados de un pequeño grupo de personas; y sólo en momentos muy especiales, lo haremos junto a cientos o miles de otros que comparten nuestro fanatismo y que por instantes sentiremos como compañeros con los que atravesar ese sendero que conocemos como vida, como si de una cordada sin fin se tratase. Esto último es La Sportiva Rodellar Climbing Festival, un evento que cada año reúne en una de las escuelas más importantes a nivel internacional a miles de personas venidas de todos los rincones del mundo para disfrutar no sólo de la escalada, sino de talleres impartidos por los nombres más destacados del panorama internacional, de charlas que nos inspirarán para toda la vida, de una feria donde ver las últimas novedades en material que facilita la progresión sobre la roca o, por supuesto, de música y fiesta en la que compartir momentos con toda esa comunidad que durante un fin de semana se convierte en parte de nuestras familias.

COMUNIDAD: ORGANIZACIÓN, PÚBLICO Y ESCALADORES PROFESIONALES

El que escribe ha tenido la oportunidad de estar ya en tres ediciones y, creedme, es tal y como estoy tratando de explicar. Hace casi un año, mientras preparaba un artículo para esta revista, encontré un símil entre lo que se vive en Rodellar cuando el verano se despide dando inicio al otoño con una de las primeras ediciones de un festival de música, el Festival Internacional de Benicàssim. En esas líneas me preguntaba qué ocurriría si tras los conciertos de bandas como Sonic Youth, The Jesus and Mary Chain, Björk, P. J. Harvey, Spiritualized, Primal Scream, Tindersticks, Yo La Tengo, Teenage Fanclub, Placebo, Luna, Los Planetas o Mogwai, pudieras compartir unas cervezas con sus miembros mientras seguías disfrutando de otras actuaciones. Porque cambiando de afición y yéndome al mundo de la escalada, eso sí que ocurría en todas, y concretamente en la edición del año pasado, en La Sportiva Rodellar Climbing Festival. Después de todo un día en distintos sectores de la escuela de Rodellar, bajo los acordes de un grupo de versiones, podías tomar una cerveza mientras charlabas con escaladores como los hermanos Pou, Alberto Ginés, Patxi Usobiaga, Aida Torres, Mikel Linacisoro, María Benach, Julia Benach, Iziar Ichi Martínez, André Neres, Carlos Logroño Citro, Ana Belén Argudo, Stefi Troguet, David Palmada Pelut,  Jorg Verhoeven, Annak Verhoeven, Mina Markovic, Alessandro Larcher, Christian Bindhammer, Marco Cordin, Wolfgang Hell, Fabian Buhl, Larissa Arce, Marco Sappa, Anthony Gullstein, Erik Heldmann, Fay Manners, Franzisks Dietz, Angelina Rainer, Klaas Willens o Urko Carmona. Fuerte, ¿verdad? Y para este artículo, quiero seguir ahondando en esta comparación. No es casualidad que los nombres de los grupos de música que acabo de nombrar coincidieran en la edición de 1998 de ese festival. Quizás podría haber seleccionado los de algún año antes o después, pero no los de los últimos tiempos. Hoy, los festivales de música, salvo muy pocas excepciones, han cambiado. De nacer para dar la oportunidad a los amantes de la escena independiente de reunirse para poder escuchar esas canciones que sólo podías hacer en Radio 3 o ahorrando para comprar en tu tienda de discos favoritos el último de sus lanzamientos, en la actualidad únicamente priman los intereses económicos. No se cuida al público, las colas en la barra o en los baños son interminables, muchos de los asistentes parecen buscar más la foto que subir a Instagram que el conocer bandas nuevas de las que sólo han oído hablar bien… En definitiva, se ha roto ese sentimiento de comunidad del que hablaba en el primer párrafo. Porque para que este exista, debe haber una conjunción de intereses entre organización, patrocinadores, público y bandas. Y, precisamente, esto es lo que existe en La Sportiva Rodellar Climbing Festival. La organización, La Sportiva, no busca el interés económico -de hecho, es gratuito-, demostrando año tras año que lo único que pretende es reunir en un mismo lugar a toda la comunidad de la escalada, los asistentes no van para decir “yo estuve allí”, sino para convivir en total armonía con gente que ama lo mismo que ellos, y las estrellas, es decir los escaladores, no son egocéntricos como la mayoría de los músicos de la actualidad, sino que se muestran cariñosos cuando alguien se acerca para pedir algún consejo o simplemente para saludar. Esto es el sentimiento de comunidad, ese que nos hace querer asistir año tras año para disfrutar de una especie de éxtasis colectivo.

  LA SPORTIVA RODELLAR CLIMBING FESTIVAL 2024

Falta muy poco para la próxima edición de La Sportiva Rodellar Climbing Festival. Los próximos 11 y 12 de octubre, las calles de Rodellar, los senderos que dirigen a los distintos sectores de su famosa escuela, los bares y restaurantes, la tienda que La Sportiva tiene junto al camping Mascún o la carpa que esta misma marca instala para prestar aquellos pies de gato que los asistentes quieran probar se llenarán de aficionados y profesionales de la escalada venidos de muchos rincones del mundo, todos fanáticos, que se sentirán por unas horas no sólo únicos, sino orgullosos de formar parte de una de las comunidades más especiales que existen: la que formamos los escaladores.