21 Feb Salewa Mountain Projects. Simon Gietl. Apoteósis en la vía Lacedelli.
Texto: Álex Colomina
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esciende la temperatura, se acortan los días, el sol de mediodía cada vez es más bajo. Otoño, estación de transición, camino imparable hacia el frío invierno y la nieve. Los bosques van tiñéndose de tonalidades cálidas esperando que los vientos se lleven al suelo un año más de su vida para así alimentar su propia existencia futura. Las raíces y el tronco van fortaleciéndose con el paso de los años, lentos pero firmes. Las ramas se adaptan al entorno a su gusto y las hojas crecen, maduran y caen de manera cíclica como parte de un proceso incesante. La vida misma. Raíces, crecimiento y motivaciones en un mundo que no para de girar.
Dolomitas Orientales, 18 de Octubre de 2018. La montaña va volviendo a su calma natural después de la concurrida temporada de verano, cuando la curiosidad humana llena muchos rincones, caminos, bosques y paredes de personas con deseo de exploración y descubrimiento. Aún queda mucho por hacer, innovar o crear en la montaña. Sólo hace falta motivación e imaginación. Hace 15 años que Simon Gietl escaló por primera vez la Vía Lacedelli a la Cima Scotoni. Fue su primera escalada de dificultad, larga y expuesta. 450 metros con tramos de hasta 7a. Era 2003, y para nada se imaginaba que algún día estaría preparado para escalarla en solo integral en algo más de una hora y media.
Del 10 al 12 de Junio de 1952 se abrió esta mítica vía de Dolomitas por los Scoiattoli de Cortina d’Ampezzo, clásico grupo de montaña en Dolomitas fundado en 1939 y con aperturas por Europa, Groenlandia, Himalaya y Andes. L. Lacedelli, L. Ghedina y G. Lorenzi fueron los primeros hombres que se atrevieron a surcar la majestuosa cara sudoeste de la Cima Scotoni por el centro de la pared, trazando una desafiante línea con 17 largos de cuerda. Esta cima de 2.874 metros sobre el nivel del mar es el hombro occidental de la Cima Fanis di Mezzo. De aquella época nos quedan relatos de grandes hazañas sin información y con medios muy rudimentarios y escasos. Auténticos titanes. El deseo de exploración y aventura elevado al máximo exponente.
En 2015, Simon Gietl guiaba a un cliente hacia la Cima Scotoni. En su cabeza comenzaba a surgir la idea de repetir la vía Lacedelli de los Scoiattoli en solo integral. Para Simon es una de las vías más bellas y clásicas de Dolomitas. Antes de esta actividad había hecho otras ascensiones en free solo, como la Cassin, la Comici-Dimai y la Innerkofler a las Tres Cimas de Lavaredo, pero siempre con arnés y reposo asegurado cuando lo creyó necesario. El alpinista del Südtirol quería que esta actividad fuera diferente.
En Julio de 1954, Lino Lacedelli coronó por primera vez en la historia, junto a su compañero Achille Compagnoni, el K2, la segunda montaña más alta del mundo. La famosa expedición italiana al K2. Era un gran triunfo para la derrotada Italia de la posguerra, pero esa actividad se vio envuelta en una duradera e intensa polémica que duró 50 años. Lacedelli era el segundo miembro más joven de la expedición después de Walter Bonatti, alrededor del cual ha girado la controversia durante muchos años. Diferentes versiones de la historia y de la interpretación de los hechos. Batallas de egos que dieron luz a una de las historias más oscuras del alpinismo.
Dos años antes de la aventura del K2, Lacedelli, Ghedina y Lorenzi estaban a los pies de la imponente pared SW de la Cima Scotoni. La actividad fue una gran hazaña para la época. Después de la primera repisa, la vía se realiza completamente en pared y carece de puntos de referencia. Una vía con techos, diedros, chimeneas y fisuras. El famoso “Paso de la Serpiente” consiste en arrastrarse por un estrecho saliente rocoso, tanto en altura como en anchura. La maestría y el talento de estos escaladores les permitieron ascender esta pared tan difícil de proteger con clavos. Orientada al sudoeste, de roca amarilla-roja, hermosa y única, sobretodo la segunda mitad de la vía, hace que su escalada aún sea más agradable en días claros y soleados.
El 10 de Octubre de 2018, Simon Gietl inicia la cuenta atrás del proyecto junto a su amigo Klaus Gruber. Quieren liberar una vía vecina, pero días antes el tiempo es malo y no se ven con fuerzas, así que van a escalar la de los Scoiattoli. Allí ve que se encuentra realmente preparado para esta empresa. Cinco días más tarde repite la ascensión en solitario autoasegurándose para acabar de entrenar los pasos clave. Sentimientos y emociones a flor de piel. La sensación de que el gran momento se acerca y todo está bajo control. Porque somos sueños por cumplir. Simon Gietl va a ascender sin cuerda ni arnés, sin posibilidad de atarse en ningún sitio en un gran acto de responsabilidad. No ha hablado de esto con nadie, ni siquiera con su mujer. Según Simon, siempre queda un grado residual de riesgo, pero está completamente seguro de realizar la actividad.
Son las 11 de la mañana. La actividad empieza relativamente tarde. Llega el momento de intentar la vía como la había imaginado años antes, sin ir cargado, solo con los pies de gato y la bolsa de magnesio. La aproximación hasta la base de la pared es amena, junto a dos compañeros que van a escalar otra vía. Simon no lleva reloj para no sentir la presión de los minutos, para estar completamente centrado en su experiencia y vivirla intensamente. A través de la filmación de la cámara que lleva en el casco sabe después que ha escalado esta clásica abierta en 1952 usando 17 largos de cuerda, con 450 metros y dificultades de hasta 7a, en 1h 32’.
Un tipo innovador, creativo. Para Simon es muy importante mantener la ética de los pioneros, de los que empezaron todo esto. Alpinismo en estado puro. Atrevido pero con gran sentido de la responsabilidad, asegura que ha pasado más miedo en otras actividades asegurado con cuerda que realizando este solo integral. Escala para él. Las vivencias y sensaciones de esta actividad ya son suyas, para toda la vida. Cien por cien convencido de realizarlo con éxito, difícil de expresarlo con palabras, sintió que quería vivir la experiencia. Un sueño hecho realidad.
La montaña observa implacable el paso de generaciones de personas con espíritu aventurero, creativo, que se adapta a los nuevos tiempos. Mentes inquietas en busca de los límites, de algo incomprensible que aporta sentimiento a la vida y que lleva las pasiones a flor de piel. La búsqueda de lo inexplicable. Historia viva de los pioneros, de las grandes aperturas. Historia viva del nuevo alpinismo, la creatividad unida a la información, el entrenamiento y la constancia. Historia viva del futuro, de lo que vendrá. Raíces, crecimiento y motivaciones en un mundo que no para de girar.
Y desde entonces no ha parado. No le costó mucho decidir que la escalada, a su manera, era algo a lo que quería consagrar su vida. O al menos una parte de ella. La otra la dedica a Sandra, Lano y Lari, su mujer y sus dos hijos.
Por eso inspira tal ola de admiración y respeto. Simon comprende las consecuencias de sus decisiones. Sabe que su vida no solo gira alrededor de él. Cada decisión, incluida la de abrir una vía de gran dificultad desde abajo y en esa roca, se equilibra con un inmenso sentido de la responsabilidad.