18 May Una pequeña parte de la historia de la Escalada Femenina
Texto por Álex Colomina
Lo mejor de la vida ocurre de la forma más imprevisible. Nunca sabemos cuándo va a llegar ese pequeño estímulo que nos hará cambiar la forma de percibir el mundo, haciéndonos descubrir nuevas prioridades y objetivos. Si nos sumergimos en el mundo de la montaña, nadie nos dirá que ya sabía en su infancia que se iba a dedicar profesionalmente al alpinismo o a la escalada. Todo empieza como una afición, como algo que poco a poco va llenando el corazón y la mente de experiencias, amigos, retos y proyectos. A veces, puede haber grandes murallas que parecen infranqueables, pero la actitud, la lucha y la superación hacen que día a día se rompan los límites, que todo evolucione. Lo estático muere; en el cambio está la evolución. Hoy la escalada se escribe en femenino.
Lynn Hill empezó a escalar a los cuatro años con sus hermanos mayores. El primer día que se colgó de una cuerda no era consciente de lo que le iba a regalar el mundo de la escalada: su senda, el camino que cada uno elige recorrer para llenar de vida su tiempo. Americana, nacida en 1961, es una referencia a nivel mundial de la escalada. Con 17 años ya figuraba en las listas de mejores escaladores de la época en Estados Unidos. Para los que somos más jóvenes, remontarnos a los 80 nos transporta a una década de clásicos, de grandes aperturas y de mucho terreno aún por descubrir. Pocos medios y nada de tecnología. Además de esas aventuras, también había tiempo para el entrenamiento de la escalada deportiva. En 1979, Lynn fue la primera mujer en encadenar un octavo [5.12+/5.13]. A finales de los 80 descubrió el mundo de las competiciones de escalada en Europa, y tardó poco en empezar a ganar eventos internacionales. Con 32 años, en 1993 y tras cuatro días en la pared, Lynn Hill fue la primera persona en escalar The Nose en El Capitan en libre. Al año siguiente repitió la vía en menos de 24 horas. Aún hoy, podemos contar con los dedos de las dos manos las personas que han sido capaces de escalar en libre esta cotizada vía de Yosemite.
Al otro lado del charco, en aquellos años, destacaba la francesa Catherine Destivelle. Nacida en 1960 en Argelia, se trasladó con su familia a Francia, donde empezó a escalar con 14 años en bloque. Enseguida progresa en el mundo vertical. Durante unos años dejó de escalar para dedicarse a la fisioterapia y, aunque ya de adolescente había encadenado vías importantes, no fue hasta los 25 años cuando se planteó dedicarse profesionalmente al mundo de la montaña. Tuvo algunas lesiones de importancia como una fractura de pelvis en Alpes u otra abierta de pierna en la Antártida que casi la deja allí. Pero siempre sacó fuerza y una sonrisa para recuperarse y volver más fuerte. Escaló la primera solitaria femenina al Pilar Bonatti en la Aiguille du Dru en 1990. Al año, abrió su vía –Ruta Destivelle- en el Dru.
Poco después, en 1992, escaló en solitario y en invierno la cara norte del Eiger. 17 horas en la sombra de hielo de esta legendaria pared, uno de los lugares más míticos del alpinismo. Aunque ella no le diera importancia, fue la primera mujer que escaló la norte del Ogro en solitario. Siguió con el Cervino, el Espolón Walker a las Jorasses, la Norte Directa a la Cima Grande di Lavaredo… El Shisha Pagma, aventuras antárticas y otras tantas vivencias que la llevaron a recibir en 2020 el Piolet de Oro por su trayectoria, galardón en el que ha sucedido a nombres como los de Walter Bonatti, Reinhold Messner, Kurt Diemberger, Wojciech Kurtyka o Krzysztof Wielicki. Casi nada.
Por nuestras latitudes y en la siguiente década nace Josune Bereziartu (Gipuzkoa, 1972), una escaladora que tampoco necesita presentación. Durante 20 años ha estado al máximo nivel en la escalada de dificultad a nivel mundial, convirtiéndose en la primera mujer en encadenar una vía de noveno grado. En 2002, en Suiza, Bain de Sang fue el primer 9a escalado en femenino. Un tiempo después esa vía se decotó a 8c+/9a, pero 3 años más tarde, en 2005, Josune volvió a la escuela suiza de Saint Loup para escalar la vía más dura de su carrera, Bimbaluna 9a/+. Cuando hablamos de principios del siglo XXI, parece que éste sea reciente, pero han pasado cerca de 20 años ya. Mucha calidad, entrenamiento y motivación hicieron de Josune una grande en el mundo de la escalada durante años. Adelantada a su época, tuvieron que pasar unos cuantos años hasta que otra mujer volviera a encadenar un 9a. Causalidades de la vida, o señales, Josune descubrió la escalada viendo un documental de “Al Filo de lo Imposible” en televisión. Épocas más deportiva, épocas más montañera, a lo largo de los años las prioridades cambian y plantearnos otros objetivos nos mantiene vivos. Un lujo para nosotros poder haber contado con figuras como Josune para inspirarnos. Salirse del camino marcado es lo que nos hace avanzar.
Nos vamos acercando a generaciones más actuales. Por un lado, hay escaladoras consolidadas, con años de experiencia, pero aún rindiendo a alto nivel; por otro, y apretando muy fuerte, nos encontramos a escaladoras muy jóvenes, menores de edad, con una proyección impresionante.
Nina Caprez nació hace 34 años en Suiza. Es otro ejemplo de cómo el mundo de la competición durante la adolescencia forja la personalidad y proyecta todo el entrenamiento y la tecnificación hacia actividades más técnicas en el futuro. Encadenando 8c+, es amante de las vías de largos, de los viajes, las aventuras y la felicidad. Nina es de las que piensa que la vida es demasiado corta para estar triste y que los motores de nuestra existencia son los objetivos. Es la manera de canalizar nuestra energía, de cumplir nuestros sueños. Su referencia: Lynn Hill. La suiza y la americana formaron cordada en El Capitan para celebrar el 25º aniversario de la liberación de The Nose por Lynn. También tenemos cerca su escalada en el Urriellu, Orbayu, con su compañero y mentor, Cedric Lachat.
De la quinta de Nina es la americana Emily Harrington, otra enamorada de la roca. La escalada, su forma de vida. Para ella este es un deporte diferente por todo lo que implica, porque condiciona su manera de vivir. Las noches en la montaña, la planificación de viajes, la búsqueda de lo salvaje… Su competitividad hizo que desarrollara pronto habilidades en el mundo de la escalada. Empezando en la competición, pronto saltó a la roca y a las grandes aventuras, con historial en el Himalaya, haciendo cumbre en Everest, Ama Dablam y Cho Oyu. En el mundo más de la roca, y volviendo a El Capitan, Emily ha encadenado en libre Golden Gate.
Charlotte Durif nació en 1990. La francesa es otra referente de la escalada de dificultad. Empezó con su padre y su hermano haciendo salidas por montaña. Desde joven se movió por ambientes hostiles escalando, esquiando, caminando o con un neopreno descendiendo barrancos. Aunque le motive la escalada técnica de un rocódromo, a Charlotte le llena la naturaleza, las vías largas y la vida sencilla. Adentrarse con respeto en la montaña, ver y oír la vida animal salvaje… Esos momentos hacen que todo merezca la pena. Concentrarse y escalar, pero también sentir que somos parte de algo muy grande: el planeta Tierra.
Unos años más joven, nacida en 1992, aparece la americana Sasha DiGiulian. Antes de cumplir 20 años, en 2011, encadenó Pure Imagination, un 9a en Estados Unidos. Al año siguiente, en Margalef, encadenó Era Vella, otro 9a. Años de competiciones a su espalda dan una técnica brutal y depurada a base de esfuerzo a esta gran deportista. Superarse día a día para evolucionar. Además de ser una gran escaladora, disfruta escribiendo para medios americanos especializados.
Margo Hayes, primera mujer en escalar 9a+ en Siurana, “La Rambla”. Estadounidense, de niña gimnasta, empezó a escalar con 10 años. Por suerte, tenemos multitud de nombres al más alto nivel en el mundo de la escalada. En estas dos últimas décadas se ha notado mucho el buen trabajo del deporte de base. Muchas escaladoras llegan a su mayoría de edad con un nivel increíble y rebosantes de motivación tras años de competiciones: Anak Verhoeven, Michaela Kiersch, Paige Claassen…
Como máximos exponentes de la escalada de dificultad tenemos hoy en día a Angela Eiter, Julia Chanourdie y Laura Rogora. Ellas tres son las únicas mujeres que han podido encadenar hasta ahora un 9b. Angela, con 35 años, es la más veterana de las tres. La austriaca empezó a ganar medallas en competiciones internacionales hace 15 años. Mucha experiencia y muchas horas de dificultad, entrenamiento y roca a sus espaldas. Julia y Laura son más jóvenes. ¿Subirán estas escaladoras otro escalón o llegará en la siguiente generación, siendo ellas las referencias? El tiempo lo dirá.
Es inspirador ver cómo pasan los años y va subiendo el nivel. El deporte avanza y su tecnificación mejora. Las deportistas se retroalimentan de sus compañeras. El nivel hace subir el nivel. Trabajar bien la base es imprescindible; los resultados van saliendo poco a poco. La formación de los niños y las niñas es el trampolín para una vida dedicada a la montaña, para un corazón lleno de valores. Aprender del pasado para mejorar el futuro.
Pequeños estímulos, casualidades… Los momentos más inesperados nos cambian la vida. Todas estas escaladoras un día descubrieron la roca, las cintas, el mundo de los rocódromos… Pasó el tiempo y se vieron inmersas en la escalada, el entrenamiento, el compañerismo y la superación personal.
Apareció el motor de sus vidas, aquello que hace que todos los esfuerzos merezcan la pena, su fuente de motivación.
Muchas, muchísimas otras escaladoras podrían haber sido recogidas en este artículo. Nos sentimos en deuda con ellas. Pronto, esperamos que haya una segunda parte.
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