22 Oct XIV GOMERA PARADISE. La carrera de las personas
Por Kissthemountain
CONDUCIENDO UN CAMIÓN HACIA LAGUERODE
Lo más sencillo a la hora de hablar de esta carrera llamada Gomera Paradise sería comenzar describiendo la belleza de la isla, la singularidad de sus pueblos y la autenticidad que aún respira cada rincón de este territorio pequeño en tamaño pero inmenso en carácter. Resulta imposible no dejarse atrapar por la exuberancia de sus paisajes, por esa paleta de verdes que cambia con cada curva de la carretera y por la calma que transmiten sus barrancos y laderas. También sería tentador detenerse en el momento mágico en el que el recorrido se adentra en el Parque Nacional de Garajonay, corazón boscoso de la isla, donde la laurisilva envuelve al corredor y lo transporta a un escenario que parece fuera del tiempo. O, por supuesto, no sería extraño comenzar hablando de la dureza de la prueba que, en la modalidad Miel de Palma Maratón, en apenas 43 kilómetros acumula nada menos que 3.300 metros de desnivel positivo.
Sin embargo, lo que de verdad me gustaría destacar es algo menos evidente y, a la vez, mucho más importante: la familiaridad con la que la organización acoge a cada persona que llega a la isla, ya sea corredor, acompañante o simple visitante. Porque hablar de la familiaridad en la Gomera Paradise no es quedarse en un simple adjetivo amable. Es sentirse parte de una familia, de esas que te reciben con los brazos abiertos y te hacen olvidar que vienes de fuera. Es notar que tu presencia importa, que no eres un dorsal más ni una acreditación colgada al cuello, sino alguien al que de verdad esperan y cuidan. Esa sensación de pertenencia se construye en cada sonrisa, en cada palabra de ánimo y en cada gesto sencillo, como quien comparte mesa o como quien te ofrece ayuda sin que la hayas pedido. Esto, lograr que lo extraordinario se viva con la naturalidad de lo cotidiano, es, quizás, la verdadera seña de identidad de esta carrera.

Y esto no son palabras vacías. Lo he vivido en primera persona, y no como corredor, que también, ya que fui parte de la modalidad Silbo Gomero Starter (gracias, Luci, por darme ese dorsal a última hora), sino como un simple periodista acreditado para contar la carrera. Desde el primer momento me sentí parte del equipo, hasta el punto de no dudar en echar una mano a los voluntarios encargados de los avituallamientos (gracias, Noe, por hacerlo todo con una sonrisa). El viernes por la tarde, en la víspera del gran día, me encontré en un gran almacén cargando material para los avituallamientos y, poco después, conduciendo un camión hacia el de Laguerode. La escena, casi surrealista, de verme al volante de ese vehículo por las serpenteantes carreteras y caminos de La Gomera me regaló una perspectiva inédita: la de vivir la carrera desde dentro, no sólo como testigo, sino como alguien implicado en su engranaje. La organización me dio las gracias, pero lo cierto es que el verdadero agradecido soy yo: por haberme permitido sentirme parte de algo tan auténtico, por haberme dejado sumar, aunque fuera de manera mínima, a una maquinaria que funciona a base de ilusión, entrega y generosidad. Esa vivencia es, sin duda, uno de los mayores tesoros que me llevo de la Gomera Paradise.
EQUILIBRIOS: PERSONAS Y PRESTIGIO DEPORTIVO.
Hoy en día abundan las carreras que buscan integrarse en circuitos de prestigio, con marcas internacionales y calendarios competitivos como principal objetivo. Son pruebas muy mediáticas, perfectas para los que persiguen tiempos, puntos de ranking o visibilidad. La Gomera Paradise, en cambio, se mueve en otra dimensión, que no es otra que la de las personas. Aquí no se trata únicamente de sumar kilómetros o medallas, sino de vivir la carrera como un evento que involucra a toda la isla, a sus habitantes y a quienes la visitamos. La prueba conserva ese equilibrio perfecto entre reto deportivo y calidez humana, logrando que cada corredor sienta que forma parte de algo más grande, de una comunidad que celebra el esfuerzo, la naturaleza y la amistad con la misma intensidad que el resultado en meta. Y, sin embargo, el reconocimiento mediático e institucional ha llegado de manera inevitable, fruto del gran trabajo de la organización y de la calidad de la prueba. En esta XIV edición era frecuente encontrarse con personal de la FEDME y de la FECAMON, ya que, en el marco de la Gomera Paradise, se han celebrado tanto el Campeonato de España Ultra de Clubes como el Campeonato Ultra de Canarias. Esta dualidad es uno de los grandes aciertos de la carrera. Conserva su esencia cercana y humana, y se coloca en el foco de la atención deportiva nacional e internacional (gracias, Jose)

Y esta proyección internacional, de nuevo, no son palabras vacías. Justo en los días en los que se celebraba la Gomera Paradise, tras la entrega de premios que tiene lugar mientras se disfruta de una gran comida popular con música en directo —un recordatorio más de que esta es, ante todo, una carrera para las personas— se anunciaba un hito histórico para la isla de La Gomera: The 2026 Skyrunning World Championships tendrán lugar en el marco de la Gomera Paradise, en un reconocimiento sin precedentes que, lejos de cambiar la esencia de la prueba, promete elevar aún más su repercusión mientras mantiene intacto ese espíritu cercano y familiar que la hace única.
TODOS LOS DÍAS QUE PUEDAS
Si algo me ha enseñado asistir a la Gomera Paradise durante estos últimos dos años es que la carrera es sólo una excusa para vivir una isla única. En ambas ediciones, he podido pasar cinco días completos en La Gomera, y mi consejo para quienes participen en futuras ediciones es que intenten arrancar a sus calendarios laborales y otras obligaciones el máximo de días posibles. La isla se disfruta de manera plena cuando nos permitimos el tiempo suficiente para hacerlo, porque aquí la famosa slow life, la vida lenta, no es una moda, sino una forma de existencia. Despertarte y salir a correr por la línea de costa de San Sebastián de La Gomera, tomar un café en alguna de las terrazas de la Plaza de Las Américas mientras el ritmo de la ciudad sigue pausado, o simplemente dejar que la calma del lugar abra nuevas perspectivas sobre tu trabajo o tu día a día, son experiencias que impactan mucho más de lo que parece.

Por las tardes, recorrer localidades como Vallehermoso, Agulo o Hermigua es sumergirse en la autenticidad de la vida gomera, sin prisas, sin necesidad de seguir horarios estrictos. Bañarse en piscinas naturales como la de Pescante de Hermigua, descubrir playas recónditas como la de Santiago o visitar miradores como el de Abrante, es dejar que la isla se revele a tu ritmo, sin prisas (gracias, Marta, por dejarme tu coche – no lo vendas aún, por favor). Aún me queda por conocer la zona de Valle Gran Rey, que iba a visitar la tarde en la que finalmente me sumé a ayudar en el almacén, y lejos de arrepentirme, esa ausencia ha hecho que mis ganas de volver sean aún mayores. La Gomera, más allá de su carrera, es un lugar donde cada instante se saborea con intensidad, y la vida calmada y pausada se vive de manera máxima. Cada momento, cada paisaje, cada conversación con un habitante o con otro viajero se siente más profundo, más pleno, más auténtico.
MODALIDADES
Gomera Paradise es un evento formado por cinco carreras —Miel de Palma Maratón (43K), Almogrote Trail (30K), Gofio Mini Trail (16K), Silbo Gomero Starter (10K) y el Medio Kilómetro Vertical Subida Los Pasos, que permiten conocer los municipios de Vallehermoso, Agulo, Hermigua y San Sebastián de la Gomera, la capital de la isla acoge la meta de las cuatro primeras modalidades—. Los Ayuntamientos de estas localidades, así como el Cabildo Insular de La Gomera e Islas Canarias muestran su apoyo a la celebración del evento. Imagino que el año próximo seguirán estas modalidades, a las que habrá que sumar, en su marco, la celebración de los Campeonatos del Mundo de Skyrunning. Casi nada.

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