“Tenía 9 años cuando empecé a ir a las montañas. Todo era nuevo para mí. De niño, descubrí como con mis piernas y mi imaginación podía crear un mundo muy especial. Y creo que lo más importante es nunca perder a ese niño que descubrió las montañas por primera vez. Un niño no entiende de líneas dibujadas en un mapa. Un niño no entiende un no. Un niño no entiende de limitaciones. Para mí, el niño es la esencia de la poesía de la montaña”.
Jordi Tosas lleva la montaña grabada en la piel. Comenzó a vivirla intensamente desde muy pequeño, con nueve años, criándose en el seno de una cultura montañera que encarnaba las reglas estrictas y tradicionales del alpinismo. Su ciclo vital es aquel que marca la naturaleza, el que le ha llevado sin cesar a los Alpes o a los Pirineos durante las últimas décadas a ejercer su profesión de guía de montaña. Y aquel que le ha hecho recorrer el planeta, subiendo montañas y coleccionando paisajes que cualquiera envidiaría contemplar, con más de 30 expediciones al Himalaya y otras innumerables por todo el mundo. Destaca las sensaciones por encima de su excepcional currículum. “En la Magic Line, cuando estuve con Jordi Corominas en el K2, recuerdo más que nada las puestas de sol. Esto permanece más tiempo en la memoria“.