En una sociedad cerrada como la japonesa de mediados del siglo XX, el papel de la mujer que no fuese otro que el cuidado de los niños era inconcebible. Los hombres eran los únicos a los que se les suponía el privilegio de poder trabajar fuera de casa. El alpinismo de la época en el país nipón era reflejo de la sociedad y la mujer tenía difícilmente cabida en él, era un terreno dominado exclusivamente por los hombres. Las paredes verticales difícilmente franqueables iban más allá de los colosos de roca, hielo y nieve que una menuda japonesa soñaba con coronar algún día.
Junko Tabei llevaba la montaña en las venas. Nada ni nadie impediría que su vida girase en torno al alpinismo. Las normas sociales que la encasillaban en un rol no elegido no estaban hechas para ella. Su determinación por romper las barreras que coartaban su libertad le lleva en 1969 a fundar el Ladies Climbing Club: el primer club de montaña femenino del país del sol naciente bajo el eslogan de “vayamos a una expedición al extranjero por nosotras mismas”. Al año siguiente, en 1970, parte hacía el Himalaya con el objetivo de alcanzar la cumbre del Annapurna III por una nueva ruta nunca antes escalada. Su expedición, tras varios contratiempos por las fuertes nevadas registradas, logra su objetivo y Tabei hace cumbre el 19 de mayo, mostrándose ante sus colegas masculinos como una enorme alpinista.
A su regreso a Japón no veía otra vida que no fuese la de escalar montañas y, de entre todas ellas, la más alta, el Everest, tenía que ser la expedición que marcase esa vida. Tras cinco años de espera para conseguir los permisos y la financiación necesaria para llevarla a cabo, el 16 de mayo de 1975, Junko Tabei alcanzó la cima del mundo junto al sherpa Ang Tsering, convirtiéndose así en la primera mujer que lograba tal hazaña. Atrás quedaba una avalancha en el campo II que casi le cuesta la vida y una ascensión complicada, pero, sobre todo, una sociedad cerrada que posiblemente nos privó de otros grandes logros femeninos durante décadas.
A partir de ese momento sus expediciones le llevaron a coronar otras montañas emblemáticas, como el Shisha Pangma en 1981, la cima meridional del Jitchudrake en 1983 o el Ismail Samoni en 1985 ; y a convertirse, a su vez, en la primera mujer en completar las Siete Cumbres, las montañas más altas de cada uno de los seis continentes, incluyendo la de Sudamérica y la de Norteamérica.
En 2012, contando ya 73 años, a Junko Tabei le diagnosticaron un cáncer peritoneal. Sin embargo, esto no fue óbice para que siguiera escalando hasta el día de su muerte, el 20 de octubre de 2016.
Su amor por las montañas le llevó a dedicar gran parte de su actividad a preservar esos entornos únicos que veía como se degradaban con la irrupción del turismo de montaña en zonas vírgenes.
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