“Tuvimos que ir a ver a la esposa de Jurek. Me sentía tan mal que pensaba que debía haber muerto con él en aquella pared. Nos miramos a los ojos, no nos hablamos prácticamente, no servía de nada”.
Miembro de una generación de alpinistas polacos legendaria, Krzysztof Wielicki dejó su impronta en ascensiones inverosímiles como la realizada en 1990 en la pared oriental del Dhaulagiri o su ascenso en solitario al Nanga Parbat en 1996, cuando en un decidido intento de alcanzar la cima de la “Montaña Desnuda”, Wielicki escaló la ruta Kinshofer convirtiéndose en el quinto alpinista que lograba pisar la cima de los 14 ochomiles.
Nacido en 1950 en Szklarka Przygodzicka, como muchos alpinistas de los años setenta y ochenta, progresó desde los Tatra, los Alpes, los Dolomitas, el Cáucaso, el Pamir y el Hindu Kush hasta el Himalaya. Más allá de haberse coronado como el quinto hombre en escalar los 14 ochomiles, elevó el estilo alpino a un nivel superior al ser el primero en alcanzar la cumbre de tres de ellos en invierno. Sus impresionantes ascensiones bajo las condiciones más duras al Everest, el Kangchenjunga y el Lhotse marcaron la década de los 80 como la época dorada del alpinismo invernal de gran altitud. Mientras que el Lhotse lo realizó en solitario, sus compañeros de cordada en el Everest y el Kangchenjunga eran otros dos destacadísimos representantes del talento polaco de la época: Leszek Cichy le acompañó en el Everest en 1980 y Jerzy Kukuczka, en el que era su décimo ochomil, en el Kangchenjunga en 1986.
Sus travesías, proyectos en solitario o ascensiones rápidas, como la llevada a cabo en el Broad Peak en 1984, cuando se convirtió en el primer alpinista en ascender un pico de 8.000 metros en un solo día, era la manera que tenían de escribir un capítulo en la historia: ese que los polacos no pudieron protagonizar en la época de las grandes exploraciones, de 1950 a 1964.
“Eran tiempos muy duros para Polonia; sin embargo, allí estábamos nosotros recogiendo éxitos”.