“He intentado retrasar al máximo el momento de perderme en el horizonte, pero las leyes de la naturaleza no me lo han permitido. A las 20:27 estaba prevista mi marcha. Cuando restaban un par de minutos, ella se ha levantado como queriendo contemplarme al menos durante unos segundos más. Entonces ha levantado su mano agitándola para despedirme. No he podido evitar sonrojarme pintando el cielo de un color encarnado. Y ella parece haberse dado cuenta. Espero verte de nuevo mañana.”
Una visión especial de la magia que irradia la isla de Gran Canaria, espacio natural abierto los 365 días del año para los amantes del deporte.