El GR 131 atraviesa toda la zona de cresterío de la isla, entrando en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, dominado por un circo de unos ocho kilómetros de diámetro en el que las erupciones volcánicas y la erosión del agua le han dado el aspecto de una caldera escarpada de prácticamente 2.000 metros de desnivel en el que se han abierto paso bosques muy densos de pino canario entre profundos barrancos. La sensación es como si penetrases en las entrañas de la isla encontrándote en este camino con cascadas que pueden llegar a tomar colores nunca vistos antes. También con algunos miradores que, a mi juicio, son casi innecesarios, ya que todo el sendero, en este tramo, es como un mirador de gran longitud desde el que contemplar la inconmensurable belleza de la isla más bella, perdón por la redundancia, y el intenso azul del mar que baña sus orillas. Podría tratar de describir más en profundidad rincones de esta ruta, pero mis palabras no serían suficientes. Simplemente, pienso que probablemente sea la ruta de senderismo más espectacular que jamás he recorrido. Además, más que detalles físicos, siempre me quedaré con los emocionales que viví en las seis horas que empleamos para recorrer los aproximadamente 27 kilómetros que separan el Observatorio del Roque de los Muchachos, a 2.396 metros de altitud, del Refugio del Pilar, el lugar donde hace unos días iniciaba este viaje para dirigirme más hacia el sur por la Ruta de los Volcanes.