Por continentes ya nos tocaba África, un escenario perfecto para explorar. Empezamos a buscar el ingrediente más importante para nuestra aventura: grandes paredes, cuanto más altas y verticales mejor, tanto para escalar como para saltar. Lo primero con lo que nos topamos en Google fue con la Mano de Fátima, en Mali, pero el siguiente paso de la investigación nos llevó a descubrir que la situación política actual en el país no era estable por lo que decidimos seguir buscando. La siguiente zona que encontramos fue el valle del Tsaranoro, en Madagascar. Alucinamos con las imágenes que vimos y decidimos que habíamos encontrado el destino.
Vimos que era un lugar emblemático de escalada de largos. Las reseñas estaban muy dispersas en diferentes páginas por lo que tuvimos que hacer un trabajo de recopilación para organizarlas y podernos hacer una imagen mental del lugar para trazar un plan. En esta búsqueda encontramos por azar una reseña de un salto BASE que nos llevó a descubrir un total de tres exits ya abiertos: en la pared de Karambony, en la pared de Tsaranoro Be y otro en un gran pilar desde esta misma pared para el que había que rapelar más de 100 metros. Ya por aquel entonces teníamos claro que, dado que era una zona de escalada bastante manida por la que se habían dejado caer ya grandes figuras, desde su descubridor Kurt Albert, pasando por Lyn Hill, hasta Adam Ondra entre otros, queríamos que el nuevo proyecto fuera abrir un salto BASE. Este deporte allí sigue siendo algo poco común y confiábamos en que podríamos encontrar un nuevo exit en el valle.