“No existe nada en la Tierra que no sea hielo. La piedra sirve para aguantarlo, el agua para formarlo y el aire para respirar y poder escalar en hielo. Todo. Todo sirve únicamente para poder escalar en hielo”.
Pau Escalé pasaba de lunes a viernes en su empresa de trabajos verticales. Cuando llegaba el fin de semana, el magnetismo que en él ejercían los Alpes le llevaba a conducir hasta esta cordillera para poder poner en práctica lo que más amaba: escalar en hielo. La rutina se repetía todas las semanas entre los meses de noviembre y marzo, buscando cascadas de alta dificultad en los infinitos valles alpinos. Pau era un obsesionado de la escalada en hielo al que no se le resistían emblemáticas cascadas como La Massue, en Fer-à-Cheval, llegando a adentrarse incluso en la escalada de seracs, terreno prohibido para muchos.
Para Pau, la temporada de hielo debería durar 12 meses.
Fanático de aquellas vías que no sólo te exigen el mayor compromiso físico, sino también el mental, esas que te dejan marca, esas que te destrozan el cerebro, según él decía, Escalé falleció en 2012 haciendo lo que más le gustaba, cuando la columna de hielo por la que progresaba en Gavarnie colapsó. Sin duda, Escalé fue uno de los mejores escaladores de hielo de nuestro país, no sólo por su prolífica carrera, sino por la fuerza de su discurso y por su manera de entender la vida y la escalada que inspiraba y sigue inspirando a muchos amantes de lo vertical.