“Acabamos de llegar al Campo Base y no tiene nada que ver con ninguna de las veces anteriores que he estado en verano”. Ramón Portilla
“No pinta nada bien, pero iremos avanzando y a ver hasta dónde llegamos”. Juanjo San Sebastián
“La montaña está completamente llena de nieve: la expedición no va a ser nada fácil”. Sebastián Álvaro
Las primeras impresiones de los más veteranos de la expedición al llegar al Campo Base no auguraban una ascensión asequible y exenta de riesgo a una de las montañas más bellas del planeta, si no la más. Ubicada en el valle de Hushe, cerca del glaciar Gondogoro en el Karakórum, en la región de Gilgit-Baltistán, Pakistán, se eleva de manera espectacular por encima de los 6.000 metros presentando una temible cara noroeste con una pendiente de 45 grados de más de 1.500 metros verticales. “Salvaje, extrema, durísima, interminable, con unas condiciones climatológicas muy adversas”, en palabras de Alex Txikon y José Manuel Fernández, la esbelta pirámide de roca, nieve y hielo nunca antes había sido ascendida en invierno. En la época en la que las noches se alargan y el frío impone su ley, es difícil encontrar un lugar más desolado y hostil que el Karakórum. En febrero de 2013, dos generaciones de alpinistas españoles se proponen realizar la primera ascensión invernal al espectacular Laila Peak. Durante semanas, trabajarán juntos desafiando tormentas y vientos feroces con temperaturas por debajo de los 30 grados bajo cero en un escenario infernal, pero, sobre todo, nos mostrarán sus vidas de amor y pasión por las montañas.
